Somontano

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Syombua, abadesa capuchina por otros tres años

Los 20.000 euros necesarios para la reparación del tejado del convento suponen el primer contratiempo al que debe enfrentarse la priora reelecta

Las hermanas Capuchinas posan junto a los postres de su propia elaboración.
Las hermanas Capuchinas posan junto a los postres de su propia elaboración.
Á. H.

Las siete religiosas capuchinas han renovado su confianza en Florence Syombua para reelegirla abadesa de la comunidad por un nuevo espacio de tres años durante el capítulo conforme a las normas del Derecho canónico, en votación secreta, con asistencia del obispo Ángel Pérez. El convento de las capuchinas es el único que existe en la provincia desde que se fundó en 1670 y años después se construyó el actual en 1737.

Florence lleva quince años en Barbastro y en la historia de las Capuchinas es la abadesa más joven elegida y la segunda de nacionalidad keniata en la casa donde residen siete religiosas, entre ellas la navarra Ester Goicoechandía -que tiene 90 años- y Josefina y Mercedes, las de mayor edad. Las cuatro religiosas que completan la comunidad son de nacionalidad keniata y todas jóvenes.

El primer problema que afronta la madre Florence en su nueva etapa es la reparación del tejado y la cúpula de la iglesia del convento porque está en mal estado y las goteras se notan en el interior. La inversión necesaria es de 20.000 euros pero las religiosas no disponen de recursos suficientes y apelan a las ayudas para conseguir esta cantidad: “Tenemos confianza y confiamos en la providencia de Dios aunque, por ahora, las ayudas han sido escasas e insuficientes para acometer las obras”.

La iglesia se construyó en ladrillo y piedra sillar, se caracteriza por la austeridad, planta de cruz latina con cúpula sobre el crucero con forma octogonal al exterior. En el interior se conservan los pasos de la Cofradía de la Merced (1948) cuya sede canónica es la iglesia de los Escolapios. En cuanto a su reelección, “dispuesta a seguir en la labor encomendada en el convento, aunque nuestra vida es muy austera y salimos adelante con algunos apuros, la gente ayuda, hacemos trabajos y vendemos postres de elaboración propia. Nos ha ido bien en verano pero las ventas han bajado y confiamos en la próxima campaña de Navidad”.

De momento no hay previsión de nuevas incorporaciones porque faltan vocaciones. Los tiempos han cambiado, el progreso llegó a los conventos y del refectorio con rejas para recibir visitas se ha pasado a la hermana capuchina de móvil con whatsApp y ordenador con internet. Por necesidad y exigencias propias de la vida moderna donde el “ora et labora” no está reñido con las reglas conventuales del siglo XXI. En las pasadas navidades grabaron el primer CD “Dulce Navidad” por primera vez en la historia de 350 años del convento, con repertorio de nueve cantos tradicionales.