Somontano

espacios naturales

“La cabecera del río Vero es un santuario solar sin parangón”

José Miguel Navarro, estudioso de los asoleos, destaca la confluencia de elementos en la zona

El sol pasa por el agujero natural para incidir en la ermita.
El sol pasa por el agujero natural para incidir en la ermita.
Álex Puyó

La cabecera del río Vero constituye un “santuario solar”, posiblemente de origen neolítico, según sostiene José Miguel Navarro, estudioso e investigador de asoleos, que considera que la profusión de pinturas rupestres viene a “reforzar” esta teoría, en el sentido de que la zona ha sido un “lugar sagrado” visitado durante muchas épocas. Navarro explica que, a tenor de sus investigaciones sobre el terreno, en el solsticio de invierno se producen allí dos asoleos, uno en la ermita de San Martín de Lecina (construida en un abrigo abierto en la roca y parcialmente erigida en una oquedad, junto a orilla del Vero); y otro en la conocida como Cueva de La Mezquita, situada en la pared rocosa de Tozal de la Mallata, enfrente del pequeño templo. Tanto en la ermita (considerada un lugar de culto anteriormente a su construcción tal y como ha llegado a nuestros días) como en el interior de la cueva, en esa fecha incide un rayo de sol tras pasar por un agujero natural en la roca existente en lo alto del Tozal.

Navarro explica que hay varios factores o elementos que confluyen y se “interrelacionan” en la zona para argumentar el asoleo en la ermita de San Martín: el rayo de sol incide sobre un elemento relevante (un nicho tallado en la roca, que además es el elemento más antiguo del santuario) en una fecha relevante (solsticio de invierno), tras “colarse” por el agujero natural de Tozal de Mallata.

José Miguel Navarro y Álex Puyó han recorrido la zona estudiando los asoleos y, por ello, Puyó abunda en que, a su juicio, esta zona era un lugar de “peregrinaje”. El hecho de que justo en el solsticio de invierno se produzcan, no uno sino dos asoleos y “en 200 metros en línea recta, evidencia que en el Neolítico debió ser un lugar muy muy importante”. Añade que la abundancia de pinturas “denota que era un lugar de peregrinación, al que iba la gente a hacer sus representaciones pictóricas con una funcionalidad que todavía hoy no se sabe; por qué arriesgaban sus vidas subiendo por esas paredes”.

Por todo ello, José Miguel Navarro no duda en asegurar que se trata de “un santuario solar sin parangón, que nos conste, a nivel mundial”.