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SOMONTANO / TRADICIONES

La Familia Vilas de Graus permanece fiel a la Feria de La Candelera de Barbastro

Son los feriantes más antiguos del certamen y no han faltado a la cita que se celebra en Barbastro durante los últimos dos siglos

Puesto de venta de los Hermanos Vilas en la Feria de La Candelera, el pasado miércoles.
Puesto de venta de los Hermanos Vilas en la Feria de La Candelera, el pasado miércoles.
Ángel Huguet

"Si la Candelera plora, el invierno está fora”. Este dicho del refranero altoaragonés se conoce de sobras entre la familia Vilas, de Graus, que forman parte de la historia de 510 años de La Candelera. Son los feriantes más antiguos porque cuatro generaciones familiares fueron puntuales y no faltaron a la cita durante dos siglos. Este año, Javier y Jorge Vilas han cumplido con la tradición de bajar a Barbastro.

La fecha del 2 de febrero ha estado “señalada en rojo” en el calendario porque es cita incuestionable. El mal tiempo nunca les ha frenado ni tampoco la nevada que aguantaron en el año 2012 “bien abrigados” y siempre atentos.

“La feria es sagrada en esta familia y por eso asistimos”, señalan Javier y Jorge Vilas en su puesto de venta, fieles a la cita del miércoles pasado. En cierto modo, son el “barómetro comercial” del día.

Las ausencias de esta familia, en tantos años, se podrían contar con los dedos de una mano, la última fue en 2013 y los dos últimos que no hubo feriantes por la pandemia. Los criterios de asistencia se mantienen y son acreedores del reconocimiento a la fidelidad que se tendría que “considerar” desde el Área de Desarrollo, organizadora del evento anual.

“Nos hemos adaptado a los tiempos porque en esta familia somos feriantes de toda la vida y si bien la rentabilidad es importante, los criterios sociales también porque las ferias son lugares de encuentro, se saluda y se habla con mucha gente”, señalan Javier y Jorge mientras atienden a la clientela; “muchos son habituales y saben que aquí encontrarán artículos tradicionales que tienen venta. Más de mil quinientos diferentes”.

Las opiniones de ambos son similares a las que diera Luis Vilas en 2012, por ejemplo, aunque diez años más tarde hay variantes. “La pandemia marcó un antes y después en todos los feriantes, en nuestro caso hemos reducido mucho la asistencia a ferias, también porque el negocio de la empresa ha aumentado y tenemos más trabajo en Graus. De todas maneras, La Candelera es una asistencia obligada para seguir la tradición familiar”, comentó.

En esta línea, “es tradicional, atractiva y rentable, sentimiento puro para feriantes como nuestra familia. Está entre las más antiguas de España pero es diferente”.

Los tiempos cambian, “las ventas online han aumentado y muchas compras se hacen sin necesidad de salir de casa pero el ambiente de estas ferias no tiene precio. Es donde ves a mucha gente, hablas con ellos y recuerdan la familia, por ejemplo. Hay que estar, los tiempos cambian pero las costumbres permanecen”.

Por otra parte, “en esta parada vendemos de todo y la gente lo sabe, tenemos artículos propios que no tienen otros feriantes, de uso tradicional y otros modernos porque nos hemos adaptado a los tiempos sin perder las costumbres. La cuchillería está entre las referencias más importantes, es marca de la casa”.

En el puesto se encuentra de casi todo, “desde la madera de boj, el morral de lana, el gancho de pastor, el puñal de trufas y el cardo para pelar cerdos, por ejemplo. Artículos que desaparecen por el cambio de usos pero siguen a la venta entre las tendencias. En la familia nos hemos adaptado al paso de los tiempos, de años y de costumbres pero una feria como La Candelera son palabras mayores, que está por encima de la rentabilidad”. Vilas “el ferretero” y Puyet “el turronero” coincidieron muchos años en la misma jornada y son dos referencias grausinas en la historia de la feria más antigua de Aragón que conserva, aún, sus esencias tradicionales.