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El águila de Berbegal que salvó su vida cayendo en manos de un guardia civil

 El agente Suárez rescató al animal deshidratado y pronto se hicieron amigos

Luis Suárez con el águila reponsando sobre su brazo.
Luis Suárez con el águila reponsando sobre su brazo.
Luis Suárez

Trabajando en las obras de la autovía A-22 en Berbegal, Luis Suárez, agente de la Guardia Civil, observó media docena de águilas que alzaban el vuelo en un campo de alfalfa. Gran aficionado a las aves rapaces, llamó su atención que una de ellas no conseguía levantar un palmo del suelo. Se aproximó a ella y en el primer acercamiento, se llevó un picotazo. No se amilanó a pesar de ello. Realizó un nuevo acercamiento, y para entonces, el animal ya confiaba en él. Debido al mal estado de salud que revestía, con una caja de cartón, consiguió subirle al camión y llevarle a su casa.

“Siempre estás con los bichos”, le reprendió su mujer nada más abrir la puerta. Mientras él comía, el águila ratonera se mostraba paciente postrada al sol. Minutos después, decidió soltarlo de nuevo, pero tampoco emprendió el vuelo. “Al principio creí que no podía volar porque tenía las alas mojadas”, apreció el agente. Tras consultar a los APN (Agente Protección Naturaleza) le informaron que el animal podría estar deshidratado.

Rápidamente, Luis se acercó a la carnicería y le compró 200 gramos de carne picada. En apenas unas horas acabó con ellos, e incluso se atrevió a comer de la mano del guardia civil. Asimismo, para conseguir que obtuviera nutrientes, con una jeringuilla hizo que pudiera beber agua. “Bebió dos o tres seguidas y recuperó el brillo”, recuerda.

Por la mañana ya presentaba otro aspecto. Volvió a comer, y los forestales avisaron que acudirían a por él para trasladarlo al Centro de Recuperación de Aves Silvestres en La Alfranca. “Lo saqué de casa en el brazo mientras los vecinos miraban asombrados. El propio alcalde pensaba que era un experto en cetrería”, rememora Suárez, antes de ver como los agentes se lo llevaban.

“Se amoldó muy bien a mí, la verdad es que me dio pena desprenderme de él”, admitió el guardia civil. Su vulnerabilidad y la confianza que le mostró, hicieron que el animal no sintiera temor y se encomendara al humano, “algo muy extraño”, valora Suárez, que ha preguntado por su estado en el Centro encargado de la atención a animales salvajes heridos y las noticias son muy positivas.

“Me han dicho que está muy majo y muy vivo, espero que lo reinserten pronto. Me da que nuestro caminos se volverán a cruzar”, resaltó el guardia civil sobre su nuevo amigo.