cosas de casa
La iglesia dedicada a San Saturnino, sorprende
De estilo románico lombardo, llama la atención en el núcleo de Biescas por su cuidado aspecto exterior y su excepcional pila bautismal

LA IGLESIA dedicada a San Saturnino, cuyos orígenes son de finales del siglo XI y primeras décadas del XII, en el núcleo de Biescas -Biescras en la toponimia local-, en el Valle de Bardají, en las proximidades de Campo, es una sorpresa para el visitante. De estilo románico lombardo, restaurada hace años y visitable. A simple vista, llama la atención por el cuidado aspecto exterior, la sorpresa está dentro con la pila bautismal, que “sin ser una obra de escultura deslumbrante es relevante por su excepcionalidad”.
En estos términos opina el profesor Antonio Naval, cuya labor investigadora se centra en temas de patrimonio artístico, catalogación y conservación. “La pila tiene 70 centímetros de diámetro, copa y pie o caña inspiradas en los cálices de la época, desagüe en pérdida para agua bautismal, ornamentación gótica tosca de época claramente gótica. Estuvo policromada y aún conserva color original”.
A la descripción añade que “en esta pequeña iglesia, acogedora como todas las románicas, su presencia es una excepción y suscita interrogantes porque es difícil acceder a pueblos cuyas iglesias están cerradas siempre”. En este caso concreto, se puede pedir la llave a la familia Ballarín, cuya vivienda está próxima.

Naval se refiere a otras pilas bautismales en iglesias diocesanas: “de diferente ornamentación es la del Pueyo de Araguás, cerca de Aínsa, pequeña, deliciosamente ornamentada es la de Linás de Broto. Son pequeñas con copa que recuerda los cálices del primitivo románico. Se pueden confundir, para la generalidad de las gentes, con las copas de aceite que no tienen desagüe. Las más simples están apoyadas sobre medio ruejo de aplanar las eras, que hace de caña o de soporte, como la de Nasarre, en la Sierra de Guara”.
En cambio, “la de Biescas es de época gótica e incluye lo que se llaman bolas de Ávila, que son como medias pelotas de tenis. Será, aproximadamente, de 1400, tal vez posterior. Entonces, había poca actividad escultórica y construcciones góticas en el Alto Aragón. En cambio, en Lérida hubo una importante escuela de buena escultura”.
A la hora de justificar la presencia de esta pila bautismal en la pequeña iglesia: “tal vez, desmontada la llevaron a lomos de caballería, en dos piezas o volvió al pueblo algún cantero que había trabajado fuera y la esculpió. En aquellos años, Biescas tenía 6 fuegos, ni siquiera quiere decir que fuera el número de casas”. En tiempos actuales, la población en el Valle de Bardají era de 58 habitantes a final de 2022; de ellos, 10 en Biescas según datos oficiales de la Unidad Poblacional del INE.
En opinión de Antonio Naval, “los autores podrían ser de la escuela de canteros que hubo en Lérida a cuya diócesis perteneció la iglesia antes de pasar a la nueva Diócesis de Barbastro-Monzón, en 1995”. Los antecedentes más lejanos de Biescas datan del 13 de noviembre del año 959. A grandes rasgos, la iglesia dependió del monasterio de San Victorián, en 1295, después pasó a Roda de Isábena.
En el interior, aparte de la pila bautismal se conserva el sagrario que hubo en el retablo (desaparecido), mobiliario y una pequeña pila de agua bendita. En el altar, la imagen (moderna) de San Saturnino, a cuya advocación se debe la pequeña iglesia de planta rectangular, larga y estrecha con muestras rústicas de hiladas de piedra tosca y sillería con mampostería de épocas posteriores. Tiene espadaña con una campana.
En suma, merece una visita que se compensa con caixigos monumentales y en la misma ruta, las pozas de Biescas. Tranquilidad con el Turbón al fondo y cerca de la ermita de San José, el caixigo en cuyo interior germinó un cerezo, fruto de la simbiosis. A ratos, en Biescas solo se escuchan los gallos de casa Florencio, que campan a sus anchas.