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Pedro Mir Tierz: "Nos tuvimos que enfrentar a los malpensantes, ignorantes y egoístas"

Es junto a su amigo Martín Blecua el recuperador de la gaita de boto aragonesa y sigue de cerca la actividad cultural monegrina

Pedro Mir Tierz: "Nos tuvimos que enfrentar a los malpensantes, ignorantes y egoístas"
Pedro Mir Tierz: "Nos tuvimos que enfrentar a los malpensantes, ignorantes y egoístas"
S.E.

EL HIPNÓTICO Morfeo, en contra de Zeus, encendió la llama de la gaita de boto aragonesa y reveló el secreto de la vida, aquellas pequeñas cosas que son enormes, que nos unen y nos forjan como pueblo, que vuelven a vibrar cada vez que un gaitero o gaitera, entre el brazo y el costado, acomoda su gaita y comienza a soplar, descubriendo el característico rugido de la gaita de boto aragonesa que despertó tras el maravilloso sueño de Normandía", escribe Joaquín Ruiz en Os Monegros, refiriéndose a Pedro Mir Tierz, profesor de Química jubilado y recuperador de la gaita de boto aragonesa junto a su amigo Martín Blecua Vitales.

Este licenciado en Ciencias Químicas, con especialidad en Química Industrial y actualmente jubilado, vivió en Sariñena hasta los 10 años, "me fui en otoño de 1963", y confiesa no estar muy unido a su pueblo. "Tengo familia, pero, aunque defiendo su cultura porque forma parte de mi identidad, no me siento vinculado en otros ámbitos, aunque culturalmente sigo de cerca todo lo que pasa en esta comarca".

Uno de sus principales enlaces con este territorio es la gaita de boto aragonesa. "Me retrotrae a mi infancia, los danzantes bajando por las calles al compás del pasacalles "Y en aquella ermita y en aquel altar…", con Vicente Capitán. Hoy me lleva a escuchar la voz de los tiempos antiguos a través del zumbido continuo de los bordones y el clarín con esa escala de música que suena oriental, hermanado este sonido con todas las gaitas del ámbito europeo". Esta música despertó en su corazón en 1973. "Durante mi estancia en Normandía un mes del verano de 1973, al entrar en contacto con la música bretona (posteriormente llamada música celta), fue mi despertar al conectar música con la de las viejas gaitas de Sariñena".

"Si quieres conocer la cultura de un pueblo, mira sus fiestas". Así es como Jeanine Fribourg, la etnolingüista francesa, comenzaba su pregón de las fiestas de Sariñena en 1989, y, si la esencia de las fiestas son sus tradiciones, en los Monegros, la gaita de boto aragonesa es la seña de identidad de su cultura. "Conocí a Jeanine Fribourg, tuvimos unas cuantas charlas muy animadas. Era una intelectual, que hizo un trabajo muy detallado, con una metodología muy amplia. Es interesante leerlo, yo lo tengo en mi casa dedicado y lo he leído varias veces".

Otros enlaces fueron la amistad con Martín Blecua y estar rodeado de personas muy enlazadas a las tradiciones monegrinas. "Conocí a Vicente Capitán, luego a Juan Mir y ya Martín Blecua, como gaiteros tradicionales. De otros sitios y desde hace años, he conocido a muchos, de Galicia, Cataluña, Asturias, Francia, Escocia, Italia, Bulgaria, Eslovaquia, Alemania, Bélgica, Irlanda…pues participé en 1993 en un congreso europeo sobre la gaita en Lugo y en 1996 en otro similar en Ortigueira, allí hice muchas amistades y aprendí muchísimo". Mir afirma que las tradiciones en la década de los 70 estaban descuidadas, "por ignorancia, aún perdura parte de esto. Nos tuvimos que enfrentar a los malpensados, los ignorantes, los mentirosos y los egoístas. Pueblos como La Almolda y Castejón de Monegros nos recibieron muy bien, pero recuerdo que, yendo con un compañero de Zaragoza, las farmacéuticas de Sena no sólo no quisieron enseñarnos la gaita de Vicente Capitán, sino que con malos modos nos echaron a la calle, sin conocernos de nada. Años más tarde nos la dejaron fotografiar y medir, con amabilidad".

En este sentido, explica Mir, hubo factores agradables en el camino de la recuperación de la gaita, "cuando apareció públicamente la copia de Juan Mir en Zaragoza con el Dance de Sariñena en un campeonato de Dance organizado por D. Antonio Beltrán, la copia hecha a mano por Clemente Brun de Sangarrén", y también desagradables, "como el incidente con las farmacéuticas de Sena. Decir también que, cuando salió nuestro libro (de eso hace 20 años), los hermanos Plana de Sena nos hicieron un homenaje en el recinto ferial de Sariñena, fue el único hasta Zaragoza hace 2 o 3 años y posteriormente este año en Sariñena".

El reto posterior fue fabricarla. "En Sariñena, la intervención de mi padre, que era primo de Juan Mir, hizo que la pudiésemos fotografiar y medir". No tiene muy buenos recuerdos de aquellos años en la capital monegrina. "Cuando vivía en Sariñena, era una sociedad mayoritariamente muy pobre y con muy claras diferencias sociales (fruto de la guerra civil), la división social por ideologías estaba clara y marcada, aun siendo niño se notaba. Y, en mi caso particular, tras una larga enfermedad de mi padre, la pobreza rozando la miseria la vivimos en casa. El irnos a Zaragoza fue volver a nacer, construirte como persona, sin insultos, desprecios y con deseos de ser apreciado por tu valía personal". Su vuelta como pregonero junto a Blecua en las pasadas fiestas patronales "ha supuesto para mí un ajuste de cuentas con el pasado. Mi infancia no fue agradable, al estar enfrentados con casi toda la familia".

Para Mir, el futuro de la gaita sería bueno "si se apoya por parte de las instituciones como algo cultural, sin hacer uso político de ello, pero por parte de todos hace falta mucha más cultura, para saber apreciar estas cosas y más en un mundo cada vez más a distancia y uniformador".

Cabe recordar que el Dance de Sariñena tiene un gran valor singular y por ello fue declarado Fiesta de Interés Turístico de Aragón en 2011, "aunque pensando en la tomatina de Buñuel, que tiene la misma clasificación hubiese preferido que la nominasen como Fiesta de Interés Cultural", reivindica Mir, a la par que orgulloso de que para interpretar la música de las 38 mudanzas que tienen se utiliza el instrumento tradicional del dance, la gaita de boto aragonesa y en este sentido la capital monegrina con Pedro Mir y Martín Blecua han sido clave para la recuperación de este instrumento aragonés.