Cultura

CRÍTICA MUSICAL

La hora del relevo

Sidecars cosechó un clamoroso éxito en el Teatro Olimpia de Huesca

La hora del relevo
La hora del relevo
L.LL.

Bueno, pues parece que Los Secretos ya tienen relevo. El trío madrileño Sidecars lleva todas las papeletas para convertirse en los nuevos Secretos, los de la generación millennial, que el pasado sábado acudió masivamente a la cita con Sidecars en el Teatro Olimpia, en un concierto organizado con motivo del octavo aniversario de la sala oscense El Veintiuno, donde el grupo madrileño actuó en su anterior visita a Huesca. Quede claro que los Secretos no son la única influencia en la música de Sidecars, que se nutre también de otros referentes como Coque Malla, Andrés Calamaro, Pereza o el propio Leiva, que no es otro que el hermano de Juancho, cantante y líder de Sidecars. A estas evidentes referencias, habría que añadir otras foráneas, como pueden ser las de los Beatles o Tom Petty, que, precisamente, sonaron por los altavoces al principio y al final de su actuación en el Olimpia.

Conscientes de que su música necesita de ciertos apoyos para sonar como tiene que sonar, al trío original que forman Juancho (voz y guitarra), Gerbas (bajo) y Ruly (batería), en directo, y también en disco, se les unen otros tres competentes músicos: el teclista Sergio Valdehita (en una longitud de onda similar a la de Julián Maeso), el percusionista Ramiro Nieto y el guitarrista Pere Mallén, que se lució en ocasiones con la pedal steel. Constituyen, sin duda, un gran refuerzo en esta gira por teatros del trío madrileño. La voz, entre melosa y quejumbrosa, de Juancho es quizá el elemento clave de una propuesta que basa su gancho en un conjunto de canciones agradables, situadas entre el pop y el sonido "americana", unas letras que subliman la cotidianidad de las relaciones amorosas y un sonido pulcro e impecable. Con esos mimbres Sidecars han construido una discografía cuyo último eslabón es el álbum del año pasado Cuestión de gravedad. Precisamente, comenzaron su actuación con una de sus canciones, Cuando caigas en shock, a la que siguieron La tormenta (el primer hit tarareable de la noche), el melancólico Fuego cruzado o Costa da Morte, con una sonoridad puramente americana. En El camino fácil, Pere Mallén tocó la guitarra a la manera de George Harrison, y la velada siguió discurriendo plácidamente con temas como Tan rápido, la balada Mundo frágil (con alguna armonía de corte beatle) o el vibrante toque rockero de Canciones prohibidas.

Después llegaría la parte más próxima al rhythm & blues, con la interpretación de Todos mis males y de Chavales de instituto, que cruza el boogie con el sonido Nueva Orleans. Pero todavía quedaban el duelo de guitarras de Ya no tengo problemas, la balada Dinamita (muy a lo Secretos, pedal steel incluida), su gran hit Olvídame y, para terminar, otro de sus mayores éxitos, ese Los amantes que en disco cuenta con la colaboración de Iván Ferreiro y que se cerró con un final muy beatleiano entre el fervor de un público absolutamente entregado.

En cualquier caso, Sidecars se dejaron para el bis (un largo bis de más de media hora) toda su más restallante artillería sonora: comenzó Juancho solo con su guitarra y con el acompañamiento de Sergio Valdehita interpretando el tema De película en clave intimista. Pero rápidamente se incorporaría el resto del grupo para acometer un final de concierto absolutamente eufórico y trepidante, en el que el público se levantó de sus butacas para seguir de pie la interpretación de sus más grandes hits: Locos de atar, el vibrante Contra las cuerdas (con ecos de Tom Petty), el poppie Tu mejor pesadilla, Fan de ti y, para terminar definitivamente, Amasijo de huesos, con el público absolutamente postrado a sus pies. Un recambio generacional en toda regla.