Cultura

FERIA DEL LIBRO

López-Otín forma una cola de récord en la Feria del Libro de Huesca

Dedicó la presentación de su libro a su primo José Antonio Martín Otín "Petón" y firmó el último ejemplar a las cuatro de la madrugada

López-Otín forma una cola de récord en la Feria del Libro de Huesca
López-Otín forma una cola de récord en la Feria del Libro de Huesca
M. M.

HUESCA.- La 36ª Feria del Libro de Huesca ha batido este sábado un nuevo récord: el de las colas para firmar libros y su artífice ha sido el altoaragonés Carlos López-Otín, catedrático de Bioquímica en la Universidad de Oviedo, que acudió para presentar y firmar ejemplares de su libro La vida en cuatro letras.

Además de la aglomeración de público, la Feria tuvo que cerrar pasadas las doce de la noche, en lugar de a las 21:30, hora prevista, porque el investigador no se marchó hasta que cumplió con los deseos del último lector.

Previamente, dedicó la presentación de esta obra, en un acto celebrado en el Centro Cultural de Ibercaja, a la memoria de una persona que falleció de cáncer y a su primo José Antonio Martín Otín "Petón". "Me he dado cuenta, una vez más, que la gente que intenta hacer cosas por la sociedad se ve envuelta en situaciones disparatadas. Creo que todos deberíamos sentirnos muy orgullosos de él", señaló.

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En el Palacio de Villahermosa, cuyas plazas se encontraban reservadas al completo desde hace varios días para escuchar al científico, López-Otín fue explicando cómo se gestó su libro y su contenido, cómo pasó de una vida feliz a sentir un eclipse en su alma, que no es otra cosa que "una tristeza infinita", y cómo recuperó su razón de ser o "ikigai"

El detonante de este pesar fue la "misteriosa" muerte de 6.000 ratones modificados genéticamente, que no solo han supuesto una gran pérdida para él, sino también para el resto de la humanidad, tan necesitada y beneficiaria de los importantes descubrimientos que ha realizado su laboratorio en relación con el cáncer, enfermedades raras, metabólicas y de otra índole.

López-Otín abogó por una sociedad ilustrada y responsable que apueste por la investigación, después de reiterar su convencimiento de que el hombre nunca será inmortal y la enfermedad formará siempre parte de su vida.

De regreso a la Feria para la firma de ejemplares, se formó una larga fila que casi daba la vuelta a la plaza de López Allué y que se había comenzado a crear a las 19:00, momento en el que se iniciaba la charla en el Palacio de Villahermosa.

El autor, además, se entretuvo el tiempo que hizo falta con cada uno de sus lectores, con los que charló, se hizo fotos y a quienes escribió extensas dedicatorias. Muchos oscenses acudieron también para relizarle consultas sobre diferentes enfermedades. La cola avanzaba con mucha lentitud, pero aun así nadie quería dejarla, y a media noche continuaba el desfile de público ante la mesa de firmas del científico.

Hasta ahora, escenas como ésta tan solo se habían vivido con Antonio Gala y Arturo Pérez-Reverte, hace ya bastantes años, y con Josan Rodríguez, más recientemente, con su aclamado libro El equilibrista.

Los libreros invitaron después de cenar a Carlos López-Otín, que llegó al restaurante La Plancha casi al cierre de la cocina, pasadas las doce de la noche. Allí participó de una amena conversación que dio para mucho, incluso para conocer algunos de los proyectos en los que está trabajando.

De regreso al hotel, le aguadaba una "pequeña sorpresa" y es que todavía quedaba al menos una decena de libros pendientes de su firma. Con la misma generosidad y cariño que derrochara unas horas antes, volvió a afanarse en las dedicatorias. Con la misma sonrisa del principio y sin un atisbo de molestia o cansancio.

Y llegó el momento de la despedida. Ya iba siendo hora, aunque nadie pareciera tener prisa. Firmó el último libro. Eran las cuatro de la madrugada.