Cultura

CRÍTICA MUSICAL

En fase de ascenso

Shinova Pop consiguió abarrotar El Veintiuno en su última visita a la capital oscense

En fase de ascenso
En fase de ascenso
L.LL.

Hay quienes tienden a comparar el (mal llamado) indie con la Movida. Es esa misma gente que suele decir que el indie es la nueva Movida. Para nada. Sin ánimo de ponerse nostálgico, lo cierto es que si por algo destacaba la movida de los 80 es por su refrescante heterogeneidad. Allí cabían desde Nacha Pop hasta Derribos Arias, pasando por Alaska y los Pegamoides, Aviador Dro, Radio Futura o Gabinete Caligari, todos completamente diferentes entre si, todos ellos dueños de una personalidad única y deslumbrante. Por el contrario, y sin ánimo de generalizar, en el (mal llamado) indie, la homogeneidad parece ser la norma. Los repertorios de muchos de esos grupos son perfectamente intercambiables, y acaban pareciéndose unos a otros como gotas de agua. Y el grupo vizcaíno Shinova no es ninguna excepción. En plena fase de ascenso y en su anhelo de acceder a la primera división del indie nacional, su música denota una clara alergia al riesgo, un mimetismo exacerbado y un deseo de acercarse a ese mismo pop emocional, intenso y con tendencia a la épica que caracteriza a algunas de las primeras figuras del indie patrio como Vetusta Morla, Izal o Second.

Lo que quizá diferencia a Shinova de todos ellos es que en su música se perciben ciertos ecos de... El Último de la Fila. E incluso el cantante de Shinova, Gabriel de la Rosa, exhibe en escena una actitud gesticulante a lo Manolo García. Es, desde luego, la fórmula perfecta: Izal + El Último de la Fila. Una combinación ganadora, como así lo demostró el sold out y el llenazo absoluto que, varios años después de su primera visita a El Veintiuno, consiguió el viernes este grupo vasco. Y llega el momento, como hacen los Reyes Magos en Huesca, de renovar las preguntas de siempre: ¿Acaso tocan mal? No, para nada. ¿Y Gabriel de la Rosa canta mal? No, en absoluto. Al contrario, posee una voz magnífica. ¿Las canciones son malas? No, están muy bien construidas y tienen letras elaboradas. Y entonces, ¿cuál es el problema? Pues que tienen un soniquete mil veces escuchado y que se parecen demasiado a otros muchos grupos que hacen más o menos lo mismo.

Por lo demás, Shinova se dedicaron en su nueva actuación en Huesca a repasar casi al completo su último álbum, Carta de navegación. Aunque, por supuesto, echaron mano también de sus cuatro discos anteriores. Y así, sonaron temas como el que da título a ese último trabajo, Cartas de navegación, y otros como En el otro extremo o la delicada balada Aurora, sin duda uno de los mejores momentos de la noche, con la guitarra creando auténticas filigranas. También se pudieron escuchar Expectativas y espejismos, Niña kamikaze o Volver, un tema que el grupo grabó junto a Rozalén y que aquí interpretó Gabriel de la Rosa a palo seco, acompañado únicamente por una guitarra acústica, y cantado entre el público, lo que le dio al momento un inevitable aire de fuego de campamento.

Viajero es uno de esos temas en los que se puede percibir la tenue huella de El Último de la Fila en su música. Y después, tras El trayecto natural y el confesional El álbum, enfilaron la recta final con su vertiente más bailable: A treinta metros (con su potente ritmo disco y lleno de "uooh uooh uooh") y Para cambiar el mundo. Para entonces, el público, que había cantado y coreado todas y cada una de las canciones del grupo, estaba ya totalmente rendido a sus pies. Así que, sin salir del escenario, Shinova se despidió con un reclamado bis en el que sonaron Doce meses y ¡Qué casualidad!, que marcó el momento espiritual de la noche: luces apagadas, móviles encendidos. Como diría Enrique Iglesias, una experiencia religiosa. El final definitivo llegó con Mirlo blanco, que acabó por dejar a su público completamente satisfecho. Shinova había triunfado por todo lo alto. Eso sí, está claro que la originalidad no es lo suyo.

Shinova Pop Sala El Veintiuno