Cultura

CRÍTICA MUSICAL

Existencialismo del siglo XXI

Bladimir Ros actuó en el bar La Estrella

Existencialismo del siglo XXI
Existencialismo del siglo XXI
L.LL.

HUESCA.- Apenas transcurrido medio año desde su anterior visita, el grupo zaragozano Bladimir Ros volvía al recoleto escenario del bar La Estrella, "el único local de Huesca que se atreve a contratarnos", en palabras de Ros Beret, cantante y frontman del grupo, y originario de la localidad oscense de Belver de Cinca. De nuevo perfectamente trajeados, en consonancia con la seriedad que han imprimido a la portada de su primer disco (que imita la estética de Deutsche Grammophon), los componentes de Bladimir Ros volvieron a mostrar su vis esteparia y existencialista, no exenta de ciertas dosis de sana ironía. Los referentes de Ros Beret se sitúan claramente en la tradición de los crooners oscuros, llámense Leonard Cohen, Johnny Cash, Corcobado, Micah P. Hinson, Labordeta o, sobre todo, Nick Cave, quizá su conexión más evidente. Su música, por otro lado, es una suma de fuentes y pasiones: del blues al kabaret alemán, pasando por el tango, el post-punk o, sobre todo, el romancero. Todo ello, por supuesto, regado con una actitud decididamente bohemia y ácrata.

Los guitarristas Carlos Chahuan y Sergio Pons y el bajista Julio Lafuente acompañan a Ros Beret en esta original aventura musical y artística. Aunque también interpretaron temas ajenos a su álbum homónimo, como "El chatarrero", el grueso de su actuación consistió en el repertorio incluido en ese disco. Temas como Descenso al Maelström, Sol de injusticia (que narra las aventuras del Bandido Cucaracha), Lisboa, Venganza de pernada o El rey de Andorra, dedicada al ínclito Julio Donoso, todo un personaje, unido por derecho propio a la historia subterránea de la capital oscense. También sonaron Cambio de cromos o 1960, la narración de la persecución de un anarquista por el Pirineo que cuenta con un premiado corto de animación de Carlos López, profesor de Huesca. El final llegó de la mano de una ranchera fronteriza, La muralla, y de la única versión de la noche, Volodia, tema de un artista ruso, que sonó como si Tom Waits se hubiera puesto a cantar un tango de raíces eslavas. O algo así. Un grupo con personalidad, sin duda.