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LITERATURA

Esteban Navarro:"Yo creo que los escritores existimos para poner voz a los que no la tienen"

El autor en solo un año ha escrito seis novelas, tres de ellas históricas y una sobre el aislamiento

Esteban Navarro:"Yo creo que los escritores existimos para poner voz a los que no la tienen"
Esteban Navarro:"Yo creo que los escritores existimos para poner voz a los que no la tienen"

HUESCA.- Desde abril del pasado 2019, cuando publicó El cónsul infiltrado, Esteban Navarro explica que no ha parado de producir y ha publicado otras cinco novelas: La rubia del Tívoli, Natasha, El ajedrecista, Verdugos y Rock Island. Esta última -dice Navarro- quizás sea "la más curiosa de todas", que la inició en la primera semana de la cuarentena por la covid-19 y la culminó en un tiempo récord, en apenas cuatro semanas. Junto a Verdugos, Rock Island participa en el Premio Literario Amazon 2020, "y desde el primer día está en los primeros puestos de "Acción con crímenes y aventura", lo que indica que está teniendo una buena aceptación entre los lectores".

Esteban Navarro está considerado uno de los pioneros en el libro electrónico y fue reconocido por Amazon como el creador de la "Generación Kindle", nuevos autores que utilizan esta plataforma como herramienta de publicación. Ya en 2011, recuerda, "mi primera novela, La casa de enfrente, alcanzó el primer puesto en México". En estos años ha llegado a las 50.000 descargas, una cifra muy respetable.

¿Cuántas horas al día hay que escribir para publicar en poco más de un año seis novelas—

-Yo escribo entre doce y quince horas diarias. Y el tiempo de escritura lo reparto entre todo el día. Es decir, no hay día que no dedique unas horas por la mañana, unas horas por la tarde y muchas horas por la noche.

¿Cómo es un día de trabajo para usted?

-Prácticamente estoy todo el día trabajando, porque todo mi tiempo lo enfoco a escribir, documentarme, corregir, revisar, planificar y diseñar (en el caso de las portadas). Si a eso le sumamos el tiempo destinado a promocionar las novelas a través de mis redes sociales, se podría decir que estoy constantemente trabajando.

En este año ha escrito tres novelas históricas sobre Roger Tur (El cónsul infiltrado); Carmen Broto (La rubia del Tívoli), y las estanqueras asesinadas en Sevilla en 1952 (Verdugos). ¿Cómo surge la idea de esta tan variada como singular trilogía de thrillers históricos? ¿Por qué eligió a cada uno de estos protagonistas?

-Los crímenes históricos, y más si no se resolvieron, siempre me han fascinado. Soy de los que piensa que los escritores existimos para poner voz a los que no tienen voz y hay ciertas historias, como estas tres, que bien se merecen un apéndice aparte para tratar de explicar qué ocurrió exactamente. Alguien tenía que contar quién fue Roger Tur, Carmen Broto o las hermanas Silva.

El cónsul infiltrado está inspirado en el asesinato del cónsul honorario de Francia, monsieur Roger Tur, en el año 1972. La rubia del Tívoli nos habla de la vida de Carmen Broto, una aragonesa (Boltaña) que emigró a Barcelona poco antes de la guerra civil y fue brutalmente asesinada en 1949, en un crimen oculto que trato de desvelar en esta novela. En Verdugos ahondo en el conocido como crimen de las estanqueras de Sevilla en 1952.

Otra obra escrita en este tiempo es Rock Island, realizada en pleno confinamiento por la pandemia de coronavirus. ¿Ha sido una terapia para superar el confinamiento ¿Qué cuenta en ella—

-Comenzó como una terapia para superar el confinamiento. De hecho, esta novela la escribí para mí como ejercicio de evasión.

Y sin darme cuenta he volcado en ella toda esa angustia que supuso no solo estar encerrados, sino el que nadie pudiera visitarnos desde fuera.

Es como ocurre en Rock Island, donde los únicos cuatro pasajeros que se salvan del accidente de avión no pueden escapar de la isla, pero tampoco nadie puede rescatarlos.

En este caso se cumple ese refrán que dice que es el miedo el que guarda la viña. Durante la cuarentena hubo mucho miedo.

Natasha y El ajedrecista son las otras dos novelas que ha publicado. ¿Qué cuenta en ellas?

-Natasha es una novela corta que nos habla de una historia que hacía tiempo quería contar, la de un chico joven que en el trayecto de autobús hacia su trabajo siempre coincide con una atractiva pasajera. Un día se decide a entablar conversación con ella y los dos terminan por enamorarse. Incluso se la presenta a sus padres. Pero un desgraciado accidente termina con la vida de Natalia, el nombre con el que se presentó, y cuando le cita la policía para tomarle declaración en el atestado, se entera que esa chica le mintió en todo. Para empezar ni siquiera se llamaba Natalia.

El ajedrecista es una novela en la que he invertido mucho tiempo. Es una trama en la que llevaba tiempo dándole vueltas en mi cabeza. En esta ocasión se trata de una pareja de recién casados que adquieren un piso de segunda mano, donde en los bajos del bloque hay un trastero. La propietaria, una anciana que vive en una residencia, les hace una suculenta rebaja en el precio. Pero solo pone una condición: que conserven un viejo baúl de viajero que hay en el trastero, hasta que ella fallezca. La trama está servida.

¿A parte de escribir, qué ha hecho en cada una de las diferentes etapas de este estado de alarma?

-Leer, leo de todo. Ahora mismo he terminado El hombre de los círculos azules, de Fred Vargas y he comenzado La tercera mano, de Dean Koontz. La semana pasada terminé El intruso, de Frederick Forsyth y El cocinero del diablo, de Ellery Queen. Suelo leer un par de libros por semana.

¿En qué trabaja en estos momentos?

-Hace unos días inicié una novela policíaca ambientada en la Barcelona de los años 90, antes de que los Mossos cogieran las competencias y era la policía nacional la policía integral de Cataluña. Conservo buenos recuerdos de mis primeros años de policía, que fueron en Barcelona, y quiero aprovecharlos para construir una novela en esa época en concreto.