Cultura

NOVELA

Sergio del Molino:"Hace muchos libros que he superado la barrera del pudor"

El escritor acaba de lanzar su nueva obra, "La piel", un relato en el que a través de otras pieles y, sobre todo de la suya, se adentra en un territorio íntimo

Sergio del Molino:"Hace muchos libros que he superado la barrera del pudor"
Sergio del Molino:"Hace muchos libros que he superado la barrera del pudor"
EFE

ZARAGOZA.- Sergio del Molino publica su nueva obra, La piel (Alfaguara), que acaba de lanzar, un relato en el que a través de otras pieles, pero sobre todo de la suya, se adentra en un territorio muy íntimo, ya que "hace muchos libros" que superó la barrera del pudor. El autor de La hora violeta y La España vacía reflexiona en una entrevista con Efe sobre la piel que, más allá de ser el órgano más extenso del cuerpo, "nos define como seres humanos".

El título de su obra es concreto. Pero parece que la piel da para mucho más... ¿Qué significado tiene para usted?

-La piel es algo que parece muy banal y a lo que no prestamos mucha atención. Sin embargo, es importantísima. Nos define como humanos, nos presenta ante el mundo, hace que los demás nos cataloguen... Nos preocupa muchísimo el aspecto que pueda tener y, cuando la piel enferma, condiciona mucho la vida. Además, está en el germen del racismo, de la discriminación, del clasismo... Con la piel hablamos: nos ponemos tatuajes, la agujereamos, la exhibimos...

El libro parte de su experiencia personal como enfermo de psoriasis. ¿Por qué se decidió a hablar sobre este tema y escribir un libro—

-Cuando me encuentro con un personaje que también la ha padecido, me llama mucho la atención. A lo largo de los años, he ido recopilando mucha información sobre ellos. Al principio, casi por mera curiosidad y, poco a poco, como soy muy obsesivo, me di cuenta de que, sin pretenderlo, estaba haciendo una especie de tesis doctoral de personajes célebres con psoriasis (ríe). Y ese es el origen de la "galería de monstruos" que aparecen en los relatos, como Stalin, Cyndi Lauper, Hemingway, Nabokov e incluso la reina Isabel II de España.

A partir de allí empiezo a construir un libro en el que tengo que estar yo. El libro no puede ser un mero recuento de personajes que han padecido psoriasis, sino que tiene que estar vertebrado por mi propia experiencia. Pero, con ellos, he entendido lo crucial que fue la psoriasis para su identidad y para entender lo que hicieron en la vida. Y a mí también me pasa: lo que soy y lo que hago se define en buena medida por la psoriasis, algo que durante muchísimo tiempo me negué a creer.

Stalin, el narco Escobar o la cantante Cyndi Lauper desfilan por las páginas de su libro. ¿Tiene algún predilecto—

-Me quedo con Nabokov, uno de mis escritores fetiche. Es el último de la galería de personajes porque resume mucho todos los demás y cómo a través de la condición de la piel enferma él hace una obra muy sensual y obsesionada con el tacto y las sensaciones más superficiales, pero que a la vez son más profundas. Además, es un personaje que ha sido muy maltratado en los últimos tiempos; se le ha acusado de instaurar un mito que no tiene nada que ver con el libro que escribió ("Lolita"), con la cosificación de la mujer. Es un alegato de justo lo contrario de lo que se interpreta. Había que reivindicar su bondad y su dignidad.

¿Ha sido difícil volver su mirada hacia algo tan íntimo como su propia piel—

-No me cuesta en exceso, hace muchos libros que he superado la barrera del pudor. No tengo la sensación de estar desnudándome porque cuando se escribe, se escribe a solas y pensando en un lector, de tú a tú. No estás pensando en que te van a leer miles de personas. Es verdad que en los libros escribo cosas que no diría en otros foros, pero no me siento expuesto y vulnerable.

El lanzamiento de su libro se produce en un momento en el que el "piel con piel" está casi vetado. ¿Cómo interpreta esto—

-Va a ser muy difícil y duro de llevar esta falta de contacto y la vamos a echar mucho de menos porque los seres humanos, como mamíferos, nos relacionamos a través del tacto. Para poder sentir afecto los unos con los otros tenemos que tocarnos. Una madre y un hijo no se enamoran si no se tocan y, de hecho, cuando al recién nacido apenas le han cortado el cordón umbilical lo colocan encima de la madre para que tenga el contacto de piel con piel y establecer ese vínculo lo más rápido posible. Sin la posibilidad de tocarnos esto no va a ser inocuo, va a tener consecuencias en nuestro carácter, en nuestra forma de ser y en la cohesión social: nos vamos a importar menos los unos a los otros. Esto va a crear una distancia emocional entre nosotros si se prolonga en el tiempo.

Hace poco se cumplieron cuatro años de la publicación de su libro La España vacía. ¿Ha cambiado a lo largo de este tiempo el interés, sobre todo en el plano político, por nuestros pueblos?

-Radicalmente. No podría fingir que no. Cuando escribí el libro, el interés era muy moderado. Había un interés activista de las plataformas que estaban funcionando y que languidecían un poco para entonces, no estaba en la agenda política, no se hablaba en los medios nacionales para nada. Y, desde entonces, se ha abierto un debate que ha sido una especie de catarsis dentro de la sociedad española que ha vuelto la mirada. De repente, un tema que nunca se había tratado en foros nacionales se convirtió en una prioridad política; eso no lo puede negar nadie. Lo que es increíble es que eso lo haya conseguido un libro. Ha habido un cambio enorme, pero veremos cuando pase esta crisis en la que estamos metidos si eso persiste y si va a más.