Cultura

CONCIERTO

Los dúos Tarta Relena y Vegetal Jam, en una versión reducida del festival iberi@huesca.folk

La pandemia impidió celebrar el festival al estar incluido en las fiestas de San Lorenzo

Los dúos Tarta Relena y Vegetal Jam, en una versión reducida del festival iberi@huesca.folk
Los dúos Tarta Relena y Vegetal Jam, en una versión reducida del festival iberi@huesca.folk
L.LL.

HUESCA.- Noche de dúos en la Plaza General Alsina. Las catalanas Tarta Relena y los aragoneses Vegetal Jam compensaron la obligada cancelación del festival iberi@huesca.folk (al no poderse celebrar las fiestas de San Lorenzo, en las que está incluido el festival) con una velada que recogió su espíritu en la noche de este viernes.

Una noche magnífica, tanto a nivel meteorológico como musical, que resultó perfectamente equilibrada, con una primera parte dedicada a las voces (y qué voces!) del dúo femenino Tarta Relena, y una segunda parte dedicada a los instrumentos del dúo masculino Vegetal Jam. Perfecto equilibrio de géneros tanto biológicos como musicales. Voces prodigiosas e instrumentistas fabulosos.

Ocuparon el escenario en primer lugar Helena Ros y Marta Torrella, las dos mujeres que forman Tarta Relena. Tesituras de soprano y mezzosoprano respectivamente para unas voces celestiales, como surgidas de un lugar ignoto. Combinando catalán, castellano antiguo, ladino, latín y griego, estas dos mujeres conducen al público en un paseo por el Mediterráneo, de Mallorca a Grecia, estableciendo combinaciones de canciones de lo más curiosas. Iniciaron su actuación con las luces apagadas, cantando entre el público, sin amplificación, una melodía de resonancias ancestrales. Apasionadas de la música religiosa, no dudaron en unir la canción No sap ser feliç con la bellísima polifonía sacra Tota Pulchra, que perfectamente podrían interpretar en la ceremonia que se celebra todos los años en la Catedral de Huesca el 7 de diciembre en la víspera de la Inmaculada.

Tras Tan alta com va la lluna, mezclaron la canción sefardí Morenika con una triste tonada menorquina, Cecilia, que habla de desamor y muerte. La verdad es que este dúo catalán va mucho más allá del concepto de música acapella. Lo demostró en el siguiente bloque, en el que incorporaron (y así hasta el final) la electrónica, en esta ocasión en forma de hipnóticos drones, que hacían pensar en el harmonium de Nico o en el ronroneante sonido de la zanfona. Enlazaron así Desigs (sobre versos de Kavafis) con la melodía griega Christos y el tema en latín "Infans qui nascitur". Temas todos ellos extraídos de sus dos discos, Ora pro nobis e Intercede pro nobis.

Otro gran momento fue cuando enlazaron Lionsong de Björk con la canción tradicional mallorquina Figues, imaginando a la cantante islandesa cogiendo higos. El archiconocido Tres morillas de la Corte de Castilla del siglo XV sonó con un original fondo rítmico de drum"n"bass, y a la canción griega Tou votinacou le aplicaron un tratamiento de electrónica abstracta. Finalmente, se despidieron en clave de fiesta mallorquina, acompañando sus maravillosas voces solo con palmas. Una auténtica gozada.

Al igual que las Tarta Relena, también Vegetal Jam habían actuado ya en Huesca con anterioridad en el festival Romería y Desengaño. Este dúo de Ejea de los Caballeros, formado por Miguel Guallar (violín y violonchelo) y David Aznar (acordeón), practica algo así como folk paneuropeo, y sus actuaciones, de hecho, constituyen un recorrido por el continente a través de polkas y mazurcas, valses y fandangos, jotas y rondós. Son instrumentistas excepcionales que, además, introducen un sano humor a base de las continuas chanzas que David le gasta a Miguel. Su música se nutre de composiciones originales propias, aunque basadas en los distintos géneros de la música tradicional europea. Todas, a excepción precisamente del tema con el que comenzaron su actuación: una adaptación de la banda sonora del bretón Yann Tiersen para la película Amélie. Una delicia.

A partir de allí, fueron alternaron los temas de sus tres discos. Y tras un sutil y delicado rondó, ofrecieron Coles scottish de Bruselas, un chotis (o scottish) con mucho brío. Y al vals Manzana de caramelo ecológica, le siguió la chapelloise Lúa, para bailar con cambio de pareja. Algo que el bromista David desaconsejó debido al coronavirus, mientras exhortaba a que el público lo bailara en casa con su pareja tras comprar, claro está, su disco. Una buena técnica publicitaria, sin duda.

Llegó después el vals a cinco tiempos El jardín vertical, que dedicaron a su amigo Josan Rodríguez "el equilibrista". Y tras el vibrante fandango vasco Langarreando (con una fina disertación sobre los distintos tipos de lluvia en Euskadi), enfilaron ya la recta final con el vals a tres tiempos Valnerols (en el que David introdujo un piano de juguete), un evocador Jazz Mazurka y, para acabar, una divertida colisión entre el chotis y el forró brasileño a la que han titulado Chotis por el forro, Un broche genial para, parafraseando a Raphael, una gran noche.