Cultura

XXIII FESTIVAL DE MÁLAGA

Icíar Bollaín: "A Candela Peña no la podían dejar hablar, porque hubiera contado lo que pasaba"

La directora acaba de presentar su película La boda de Rosa en los Cines Palafox de Zaragoza y el Festival de Cine de Málaga, donde ha ganado el Premio especial del jurado y el galardón a la Mejor actriz de reparto

Icíar Bollaín: "A Candela Peña no la podían dejar hablar, porque hubiera contado lo que pasaba"
Icíar Bollaín: "A Candela Peña no la podían dejar hablar, porque hubiera contado lo que pasaba"
N.M.N.

ZARAGOZA.- La boda de Rosa es la nueva película de Icíar Bollaín, que acaba de ser presentada por su autora en los Cines Palafox de Zaragoza. "Hay muchísimas Rosas. Generalmente más mujeres, desde luego. También hay algún Roso, algún hombre al que le caen mil tareas. Muchas veces son indispensables, con un trabajo demasiado invisible y poco reconocido", se lamenta la directora de una bella y estimulante película que ha sido una de las grandes triunfadoras del Festival de Cine de Málaga con dos trofeos.

Rosa, Violeta, Amapola, Marga... Sin duda, sus personajes son "flores de este mundo".

Nos gustaba la idea de usar flores, además con esa madre que ha sido tan florinda (risas).

Por fin es "el momento" de Rosa.

Sí, y yo creo también que hay algo de la edad, porque tiene 45 años, y sobre todo hay una gota que colma el vaso: que su padre (que es un amor) de repente decide meterse en su casa. Todo le parece un sinfín, y ve que no va a salir de cuidar a unos y a otros. Es cuando uno dice: a ver, qué me queda por delante, que no tengo tanto tiempo.

Tras bastantes renuncias tomará una decisión: dejará unas cosas y emprenderá otras.

Rosa tiene un problema: que no le valoran lo que hace, lo dan por hecho. Renuncia a un sueldo, a una seguridad, a una vida, a un trabajo… y sí, es iniciar una aventura.

Y un pulso entre hacer cada uno "su vida" frente a ataduras y demandas.

Hay una cosa de la película que me parece tierna y es que todos están fatal, toda la familia está manga por hombro. Se encuentran en crisis personales y, de alguna manera, Rosa se coloca y obliga a todos a colocarse. Y, curiosamente, al final, a mí lo que me comunica esa fiesta final, esa boda en la que están todos bailando, es que todos estarían mejor si se escucharan y se ayudaran más: el padre no estaría tan solo, la niña no tendría esa carga con los dos hijos, Violeta seguro que estaría un poquito más centrada, Armando probablemente también… De repente lo descubrí en montaje: la solución pasa un poco porque se apoyen unos a otros.

Un mínimo de autoestima, ante tanto contentar a los demás.

En el fondo hay un déficit de autoestima que es femenino, porque culturalmente nos toca: estamos predestinadas a cuidar. Y hay una cosa en el cuidado que es muy bonita y generosa, pero al final "te descuidas". Llega un momento en el que los cuidadores están muy desgastados. Hemos hecho la película con amabilidad, porque ese padre está fenomenal porque se vale, pero cuando hay un padre enfermo o un hijo dependiente, eso es otra película, que no tiene tanta gracia. Es muy duro y siempre hay alguien que carga en la familia.

En su película, Rozalén canta "Que no, que no" o cómo poner estos límites a la estima.

Es la primera vez que tengo una canción original. En el rodaje lo hablamos. Rozalén es un pedazo de artista que tiene una gran sensibilidad que podía conectar con lo que estábamos contando. Y en la fase de montaje hablamos con ella para que viera la película. Y dijo, "estoy con un nuevo disco, y hay una canción que tengo en la cabeza, que estoy ahí empezando a desarrollar que es eso: poner límites, decir que no, que es cuidarme". Y ya las dos seguimos en paralelo. La canción ha sido un regalo para la película. Es como un himno: hasta aquí, y a partir de aquí ya me cuido yo un poquito.

Su film se rodó en catalán.

Sí, porque es lo que se habla en Valencia, y es todo muy mezclado. Todos los personajes (y la vida en sí) están interactuando. Creo que le da alegría, es una mezcla "pim pam pum" que es lo que pasa ahí.

Protagonizado por Candela... un repóker.

Es un lujazo de actores, un lujazo de trabajo con ellos. Disfrutaron mucho, yo creo, porque era un guion divertido de hacer, le sacaban punta a las cosas, y se compenetraron muy bien, porque además había una dificultad: a Candela no la podían dejar hablar, porque si le hubieran dejado, hubiera dicho lo que pasaba. Así que esta cosa de "pisarla para ser creíble" era un juego que lo hacían todos muy bien.

El taller familiar es otro personaje, con su propia biografía...

Cierto, hubo que hacer una búsqueda seria. En Benicàssim no encontramos ese lugar, pero sí en los pueblos de alrededor de Valencia. Un sitio de recuerdos preciosos para Rosa, de tradición. Su madre no cumplió sus sueños de modista, los consiguió en pequeñito, pero probablemente para Rosa son recuerdos de infancia muy felices. Y además hay más juego, porque en ese taller quiere cumplir el sueño que su madre no pudo realizar, porque probablemente la madre quería hacer más cosas pero estaría criando a sus hijos, como tantas mujeres de esa generación. Laia Colet, la responsable de arte de la película, lo hizo con un gran mimo, eligiendo cada color, cada mueble, imaginando una historia para ese taller, que fue mercería, que después se cerraría con la crisis, con una mezcla de elementos antiguos y no tan antiguos.

Música de gran narrativa con la firma de Vanessa Garde.

Sí, ha hecho un trabajo muy bonito. Buscábamos un eco mediterráneo, una tradición, hablábamos de Nino Rota, de encontrar algo que le diera comicidad a veces, emoción también porque no nos podíamos subir muy arriba, y alegría.

Y un montaje de Nacho Ruiz Capillas, marca de la casa.

El humor en las películas (y en las comedias) tiene mucho que ver con el montaje, porque lo puedes estropear. Es un "timing", porque si lo alargas o acortas pierdes el compás. No solo hay que tener buenos actores y un guion que funcione, sino además un buen montaje, efectivamente.