Cultura

MÚSICA EN HUESCA

Aragón con mucho swing

El auditorio Carlos Saura del Palacio de Congresos acogió la quinta edición del festival Huesca es Jazz

Aragón con mucho swing
Aragón con mucho swing
V.L.

HUESCA.- Este año tan especial (y tan duro) está trastocando todo lo que tenía que ver con la "vieja normalidad". Y el festival Huesca es Jazz tampoco se ha librado del maleficio. Afortunadamente, se ha podido celebrar. Pero lo ha hecho en una edición comprimida: sus tres días habituales han quedado reducidos a uno solo. Aunque, eso sí, ha sido un día muy intenso. Con el foco puesto en la escena del jazz aragonés y con el objetivo de apoyar decididamente al panorama local, la quinta edición de Huesca es Jazz, que coordina la gente del proyecto Jazz for Kids, contó el pasado sábado con la participación de cinco grupos aragoneses, que cubrieron un amplio espectro de estilos y subgéneros dentro del jazz: la fusión y el jazz europeo de The Cominmens, la improvisación de Clara Lai & Joan Moll, el hard bop de Arzz Collective, el jazz vocal de Terela Gradín & Luis Giménez y el flamenco-jazz de Nanjazz. Cada uno de ellos tuvo que ceñir su repertorio a tan solo media hora para dar como resultado final cuatro intensas horas de música en directo (incluidos descansos), que certificaron la buena salud y la heterogeneidad del jazz en Aragón. Para muchos de ellos, se trataba del primer contacto con el público tras el confinamiento.

La tarde arrancó a las 18:00 horas en punto ante el nutrido público que acudió al Auditorio Carlos Saura, y lo hizo con la actuación de The Cominmens, cuyo nombre es un guiño humorístico a la película The Commitments del recientemente fallecido Alan Parker, que juega con el apellido de su líder, el guitarrista zaragozano Álex Comín. En la onda del jazz moderno europeo, iniciaron su breve recorrido con el arreglo que Robert Glasper realizó del Maiden Voyage de Herbie Hancock, con su tono lánguido y atmosférico, para después continuar con temas propios como Tequila Sunrise (con pulsión funk y ecos de fusión jazz-rock), Valdesparty (de pulida sonoridad europea, adobada con curiosos efectos slide) y Que el karma te lo devuelva, que, haciendo honor a su título, fue alternando momentos frenéticos con balsámicos remansos.

The Cominmens cedieron el testigo a Clara Lai & Joan Moll, sin duda la apuesta más difícil de esta edición, y quizá por ello también la más estimulante. La pianista oscense Clara Lai y el batería catalán Joan Moll ofrecieron un diálogo sin líneas rojas, un ejercicio de libertad creativa a partir de los temas que han grabado recientemente con visos a una edición próxima. Se trata de una nueva faceta de Clara Lai, que no tiene que ver ni con el intimismo de su disco Haikus ni con la transgresión sonora de su proyecto Black Flower, sino que estaría cerca más bien de lo que el año pasado ofreció en el Matadero el dúo de piano y batería formado por Josep-Maria Balanyà y Ramón López. Su actuación osciló entre el minimalismo inicial, la improvisación libérrima, el silencio casi zen, la sutileza impresionista o el dramatismo más acendrado y obsesivo. Todo un viaje a las emociones humanas.

Cambio de grupo y cambio de tercio. Con Arzz Collective se abrió camino la ortodoxia. El colectivo Arzz (acrónimo de Aragón Jazz) es, en realidad, uno de los resultados más brillantes de ese proyecto llamado Jazz for Kids. Maestros y alumnos aventajados (y crecidos) conviven en esta formación dirigida por Dani Escolano que representa como ninguna otra el espíritu de ese Alto Aragón Jazz Tour que impulsa la DPH y del que forma parte este Huesca es Jazz organizado por el Ayuntamiento oscense, ya que casi todo el grupo está compuesto casi al completo por músicos altoaragoneses, procedentes de Huesca, Estadilla, Lanaja o Castejón de Sos. Salieron perfectamente trajeados, como anticipando la elegancia y el sonido brillante y expansivo del repertorio hard bop en que basaron su actuación. Comenzaron con Brother Mister de Christian McBride y continuaron con un This here de Bobby Timmons, en el que se pudo disfrutar de un vibrante duelo de trompetas entre el ribagorzano Álvaro Ocón y la monegrina Milena Casado, que antes de la pandemia andaba paseándose con su grupo por los clubes de Nueva York, donde reside. Su actuación incluyó también esa delicada balada que es Peace de Horace Silver (con un bonito diálogo entre Álvaro Ocón y Alejandro Esperanza), el tumbao latino de Mamacita de Joe Henderson (con brillo especial del saxofonista Fernando Lleyda) y One by one de Wayne Shorter, con el que se cerró su actuación y la primera parte del festival.

JAZZ VOCAL Y FLAMENCO-JAZZ

Tras el obligado descanso, ocuparon el escenario la cantante Terela Gradín y el guitarrista Luis Giménez, que hicieron ondear la bandera del jazz vocal, con un repertorio bonito, sin sorpresas, en el que sobresalió la muy notable voz de Terela, con una dicción clara y prístina, y el toque sutil de Luis. Comenzaron con dos standards, My one and only love y el clásico I didn"t know what time it was de Rodgers-Hart. Siguieron con la consabida sección dedicada a la bossa nova, de la mano de Velho piano de Dori Caymmi y Só vendo que beleza de Moreno Veloso, el hijo de Caetano que, por cierto, ha actuado ya en tres ocasiones en la capital oscense. Y rubricaron su actuación con otros dos conocidos standards: la melancólica balada Crazy he calls me de Billie Holiday y el swingueante Can"t we be friends que popularizó Ella Fitzgerald.

Y para clausurar una tarde tan diversa y completa, nada mejor que hacerlo con Nanjazz, la formación oscense que bajo el manto protector de Manuel Avellanas y al mando de Nano Giménez, ha logrado revitalizar la escena del flamenco-jazz con energía y empuje. Su actuación consistió en un repaso a su primer disco, Manuco, editado por el influyente sello Nuevos Medios, que comenzó con esa emocionante seguiriya que es De Jerry a Javier, un homenaje doble al trompetista Jerry González y al crítico de jazz Javier de Cambra. Allí brillaron con luz propia tanto el trompetista Gerardo López como el cantaor Raúl de Huesca y, por supuesto, un cada día mejor Nano Giménez, que parece reunir en su persona las enseñanzas de pianistas tan diversos como Eddie Palmieri, Dorantes y Chano Domínguez. Continuaron con las alegrías de Barrio de la Catedral, que incluyó un guiño a la jota El guitarrico, y con la guajira Agosto, que rememora las fiestas laurentinas (Raúl no pudo reprimir un espontáneo "¡Viva Huesca!") y que desembocó en una trepidante descarga latina, en la que se lucieron de forma especial las percusiones de Willi Giménez y Marcos Giménez. También fue destacable la labor del bajista Jesús Martí, que hizo sonar su instrumento en algunos momentos como si de una guitarra flamenca se tratara. Intensa fue igualmente la interpretación por parte de Raúl del martinete Penas de mi pesar, con un interludio latin jazz y en el que el yunque fue sustituido por las congas de Willi. El final llegó con una sorprendente revisión de la jota Pulida magallonera en clave de cha-cha-cha y rumba. Y en la propina sonó Leyenda del tiempo, una reconstrucción que Nanjazz hace en su disco de la adaptación que Camarón hizo de los versos de García Lorca.

Pero todavía faltaba una sorpresa: Raúl no quiso perder la ocasión de presentar a su hijo, el pequeño Samuel, que por bulerías dejó a todo el público encandilado. Savia nueva. Un perfecto broche a una velada muy entretenida que mostró parte del gran potencial del panorama del jazz aragonés.