Cultura

HISTORIA

Enrique Vallespín, profesor de secundaria y universidad: "El mejor remedio para combatir el mal es conocer, comprender y recordar"

Ha coordinado un libro colectivo que sintetiza diferentes lecturas aragonesas del Holocausto nazi

Enrique Vallespín, profesor de secundaria y universidad: "El mejor remedio para combatir el mal es conocer, comprender y recordar"
Enrique Vallespín, profesor de secundaria y universidad: "El mejor remedio para combatir el mal es conocer, comprender y recordar"
S.E.

HUESCA.- El profesor de secundaria y universidad Enrique Vallespín coordina Justicia y dignidad. Memoria aragonesa del Holocausto, un libro colectivo editado por Rolde de Estudios Aragoneses con el que sintetiza diferentes lecturas aragonesas del Holocausto con el objetivo de no perder en el olvido las historias de los aragoneses que lo vivieron y sirvan para evitar que se repita un episodio similar.

Se trata de un texto en el que, según explica su coordinador, "ofrecemos, principalmente, diferentes aproximaciones a la realidad histórica del Holocausto que siguen aportando lecciones para el presente actual". Advierte el profesor que "nuestra premisa es que el mejor remedio para combatir el mal, algo que tiene muchas caras y que se reproduce en diversos contextos, tiempos y espacios, es conocer, comprender y recordar"; por eso apuesta por "rescatar del olvido a algunos de los protagonistas aragoneses de este episodio", lo que considera "una cuestión de justicia histórica". Precisamente, de ahí viene el título que explica Vallespín que "como muy bien explica Juan Manuel Calvo, los avatares de la historia condenaron a un desmerecido e injusto silencio a estos compatriotas. Es de justicia y una cuestión de dignidad rescatar del olvido a estos héroes silenciados" y añade que "la auténtica pandemia que vivimos en el presente es la de la ignorancia y la del olvido y la única vacuna posible frente a ello es la de la memoria y el recuerdo".

Vallespín coordina este libro, en el que participan Miguel Ángel Pallarés y Ricardo Ibars, abordando la figura de Ángel Sanz Briz; Juan M. Calvo, que pone rostro, nombres y apellidos a los aragoneses deportados a los campos de concentración y exterminio nazis; Josep San Martin, que evoca la experiencia del trabajo de la Amical de Mauthausen con estudiantes aragoneses; y Carlos Serrano, que hace balance de las celebraciones en Aragón del Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, desvela que aunque se dirige al público general porque "no es un ensayo académico de Historia ni tampoco un conjunto de estampas biográficas", tiene por objeto que "pueda ser utilizado didácticamente por maestros y profesores de Secundaria, Bachillerato y de otras disciplinas sociales y humanísticas universitarias porque creo que la finalidad última de dar a conocer estos temas es la de desarrollar los valores y la empatía de nuestros estudiantes para que no vuelvan a suceder hechos tan aberrantes".

En este sentido, manifiesta que "lamentablemente queda una gran labor por realizar en el ámbito educativo y en el divulgativo". Y habla desde la experiencia al declarar que "cuando abordo el tema en clase compruebo que los alumnos apenas conocen el tema y que los que tienen alguna idea, esta es muy superficial, trivial y estereotipada. A esto hay que sumar que los profesores de Historia tenemos pocas horas de clase y mucho temario que tratar". "Afortunadamente -añade-, en los libros de texto este episodio cada vez es tratado con más amplitud y profundidad e incluso alguna editorial, además de los referentes habituales en torno a la figura de Schindler y las consecuencias del Holocausto, ya cita a Sanz Briz y a la red orquestada por Francisco Boix y otros deportados aragoneses en Mauthausen para esconder y salvar los negativos de las fotografías de la barbarie nazi que sirvieron como prueba de cargo en los juicios de Nüremberg".

Justicia y dignidad. Memoria aragonesa del Holocausto concede especial protagonismo a la figura del diplomático zaragozano Ángel Sanz Briz porque "junto con un reducido grupo de colaboradores del cuerpo diplomático destinado en Hungría en 1944, no cedió ante la timidez, la indecisión o la indiferencia a la que la presión ambiental de un contexto histórico terrible los empujaba y fue, probablemente, el primer diplomático español que informó detalladamente al gobierno franquista de los asesinatos del campo de exterminio de Auschwitz", comenta Vallespín, que destaca su admiración por este hombre que "encarna valores como la honradez, la lealtad, la responsabilidad, la valentía y el compromiso ético y moral y gracias al cual se consiguieron salvar más de cinco mil personas de una muerte segura", apunta.

Además de la labor de Sanz Briz, el libro se centra en los más de mil aragoneses, de entre los nueve mil republicanos españoles deportados a los campos de concentración y de exterminio nazis, la mayoría a Mauthausen y Gusen, entre los que encontramos varios altoaragoneses.

Así, Juan Manuel Calvo hace hincapié en la peripecia de Andrés Sanous Bretós, oriundo de Loscorrales, o menciona, entre otros, el posible origen jacetano de la deportada Aurora Díez Monge en el campo de Ravensbrück.