Cultura

JOTA

Brillantes bodas de plata

Nacho del Río y Beatriz Bernad celebraron sus 25 años juntos en la jota en el Auditorio Carlos Saura del Palacio de Congresos de Huesca

Brillantes bodas de plata
Brillantes bodas de plata
R.G.

HUESCA.- Ha pasado un cuarto de siglo desde que Jesús Gracia propició el encuentro entre dos de sus alumnos, Nacho del Río y Beatriz Bernad. Y ahora, el bilbilitano y la lecerana han decidido celebrarlo a través de un espectáculo, 25 años en la jota, que se estrenó hace quince días en el Teatro Principal de Zaragoza, y que llegó este martes al Auditorio Carlos Saura del Palacio de Congresos de Huesca. A nadie se le escapa que, aparte de sus numerosos premios, Nacho del Río y Beatriz Bernad son dos de las voces más sobresalientes del mundo de la jota aragonesa, como ya dejaron claro en esa magnífica trilogía de disco-libros, La jota, ayer y hoy, que hicieron para Prames. Es notable, por otro lado, la visión abierta de la jota que tienen ambos. Una visión con la que, partiendo del respeto a la tradición, han sabido explorar también otros terrenos. Ambos participaron en la película "Jota" de Carlos Saura y es bien conocida la pasión de Nacho del Río por el bel canto. Y no hay que olvidar que Beatriz Bernad no tuvo ningún temor a cantar una jota acompañada con kora africana por el gran músico maliense Toumani Diabate. Si a ello se le añade que desde hace ya unos años han entablado una fructífera colaboración con un heterodoxo genial como es el simpar Alberto Gambino, es fácil concluir que a este dúo de grandes cantadores no le asustan los retos.

Fue una lástima que el concierto no se difundiera con más antelación, porque la respuesta de público podría haber sido mucho mayor, como la ocasión lo merecía. Pero también fue una suerte poder disfrutar del talento de estos dos artistas. El concierto arrancó con tono radiofónico, con las voces en off de profesionales como Miguel Mena o David Marqueta loando la trayectoria de la pareja. A lo largo de la velada se fue alternando el protagonismo de cada uno de los dos. La primera parte, que contó con el acompañamiento de una rondalla tradicional, la abrió Beatriz Bernad, que mostró su voz brillante y melodiosa desde Mi madre para acunarme hasta Tengo un ramico de albahaca. Tomó el relevo un Nacho del Río pletórico de voz, y rubricaron esa primera parte al alimón cantando a capella Cadenica de oro.

Y de lo tradicional a lo sofisticado, porque la segunda parte fue un brillantísimo ejercicio de jota de cámara, para lo cual se hicieron acompañar por un maravilloso plantel de músicos: el ya citado Alberto Gambino a la guitarra, Juanjo Almarza al laúd y la guitarra, Sergio Aso a la bandurria y el laúd, Dori Sánchez al violín, Pedro Beltrán a la viola, Víctor Martín a la guitarra y Jorge Ariza al fagot, instrumento que imprimió una sonoridad muy original y peculiar al conjunto. Iniciaron este tramo con un hermoso instrumental en el que se apreciaron ecos del danzón cubano. Acto seguido, llegó la primera colaboración altoaragonesa, la de los hermanos Pablo y María Pérez Alonso, que desplegaron elegancia suprema en un baile que aunó rasmia y sutileza. Tras interpretar Nacho y Beatriz juntos Carretera real arriba, la lecerana echó mano de la retranca para cantar esa jota que dice "si quieren, señores, saber mi nombre y el de mi hermano, yo me llamo me llamo y él se llama se llama" y que contó con una preciosa introducción instrumental que parecía interpretada por la Penguin Cafe Orchestra. Siguieron después alternándose ambos cantadores en temas como Yo te llamo baturrica, Todos los días lo lavo (que sonó a mezcla de jota, country y blues), Tu corazón me enamora (con aire mudéjar) o Dímelo cara a cara.

El grupo protagonizó otro momento de gloria con un nuevo instrumental lleno de brío y rasmia en el que brilló de forma especial el virtuoso Sergio Aso, todo un Jimi Hendrix de la bandurria. Después, Nacho del Río hizo una verdadera exhibición cantando a capella la Jota de los labradores, a la que siguió Beatriz con un No quiero traerte flores de exquisitos arreglos y épico final. Tiempo más tarde para una sección dedicada a las jotas rondaderas con su toma y daca (Que ronda con indulgencia, Ya me canso de rondar). A la sonoridad mediterránea de Que no te voy a creer le relevaron "La mejor jota de todas, Que está la fiera en la calle y un espectacular Anda y pínchame una vena cantado por Beatriz sobre fondo de blues. Hoy la jota sale brava, Y lobos donde hay corderos (pura poesía popular), Oí cantar a una moza (un vals cortesano con una bella introducción de fagot)... un no parar.

Y llegó, en representación de todos los joteros oscenses, el siguiente invitado altoaragonés de la noche, Javier Badules (alumno aventajado de Nacho), que les cantó una jota de bienvenida a los protagonistas, con los que luego ofreció sendos dúos, destacando ese escalofriante Pisando la nieve fría. Terminó Badules uniendo la fe compartida en la Virgen del Pilar y San Lorenzo, y acto seguido volvió a salir al escenario ese portento del baile que es Pablo López Alonso, que aporta contemporaneidad a un baile añejo como la jota, uniendo fuerza, nervio, modernidad y estilo. Espectaculares fueron esos pasos finales de la Jota de Huesca de Carlos Vidal. Y tras él, un nuevo y prodigioso instrumental en forma de pasacalles con guiño a la tarantela.

En la parte final del espectáculo Nacho y Beatriz cambiaron la indumentaria tradicional por los trajes de gala. Sorprendente fue la unión de jota y soleares de esa adaptación de La Niña de la Puebla que cantó Nacho del Río: "hoy se abrazan en mi cante la Giralda y el Pilar". Y emocionantes las dos recreaciones de temas de Labordeta: A varear la oliva en clave de rock jotero a cargo de Beatriz y la preciosa Canción de amor (unida a la jota de Falla: "porque no nos ven hablar") en la voz de Nacho. Y el final, ya, fue de nota: ella con una Magallonera envuelta en un enmarañado arreglo de cuerdas, él con la siempre agradecida Jota de las cerezas, y juntos, para rubricar la velada, toda una sorpresa: la jota Los ojos de mi moza de Carlos Gardel (¡sí, Gardel también cantaba jotas!), que sonó con un brillo refulgente. Y tras la obligada presentación de los impecables músicos, la despedida llegó sustituyendo la habitual juega flamenca (con todos los músicos puestos en pie) por una juerga jotera, que se inició con Las uvas de tu parrica y en la que se cantó a los 25 años de amistad y jota con rasmia y con el corazón. Una despedida perfecta para la celebración de estas brillantes bodas de plata.