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Copiloto: “Mis circunstancias vitales me llevaron a retomar la música para expresarme”

 El cantante presenta su nuevo EP hoy, a las 19:45 horas, en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner, de Huesca

Copiloto presenta su nuevo EP.
Copiloto presenta su nuevo EP.
.RAQUEL POVAR

HUESCA.- Para bien y para mal, los últimos doce meses han sido inolvidables para todo el mundo por la pandemia del coronavirus, que al cantante Copiloto se le ha juntado “con más cosas”.

“Ha sido el año más convulso y decisivo de mi vida”, señala Javier Almazán Julve (Zaragoza, 1975), verdadero nombre del artista, que ha sabido digerir y plasmar muchas de sus vivencias en el EP Abrazos salvavidas, que ha publicado recientemente tras cinco años de silencio.

“Mis circunstancias vitales me llevaron a retomar la música como forma de expresión”, explica el cantante, que firma un trabajo más sencillo, luminoso y folk que su predecesor, Los puentes hundidos (2015).

El disco se presenta este sábado, a las 19:45 horas, en el Centro Cultural Manuel Benito Moliner de Huesca, una ciudad en la que el cantante vivió hasta su mayoría de edad y en la que tocará “solo ante el peligro”, como en sus inicios, pero demostrando toda la experiencia que ha ganado desde entonces.

“El concierto de hoy será una vuelta al inicio de mi carrera”

En Abrazos salvavidas, su nuevo EP, recupera un espíritu más optimista. ¿Cómo ha sido el proceso de grabación y qué músicos le han acompañado en esta nueva aventura?

—Casi todo el proceso ha tenido lugar en el propio estudio de grabación (El Cariño, en Mozota), lo que ha sido una novedad en mi forma de trabajar. Llevaba acordes, melodías, esbozos de canciones que tenía por ahí y que me iban surgiendo en casa. En el estudio les iba dando forma, estructurándolas y revisándolas con Eduardo Baos, que ha sido, a la postre, un gran productor para este disco. Me ha planteado retos y ha aportado su visión a las canciones. Todos los instrumentos los hemos grabado entre los dos y las voces femeninas, para mí el gran acierto a nivel de arreglos del disco, han corrido a cargo de Raquel Povar y Elvira L. Vallés (50% del grupo Santoral).

El disco se ha cocinado a fuego lento y ha llegado cinco años después de Los puentes hundidos. ¿Cuáles son las cosas que más le han inspirado en este tiempo?

—Mis circunstancias vitales me llevaron a retomar la música como forma de expresión. Sentía que había llegado el momento de volver y de hacer balance de estos últimos años. He pasado (como casi todo el mundo al llegar a cierta edad) por momentos que te sobrepasan y que hay que acabar por aceptarlos. He tenido que tomar decisiones difíciles para derrotar la parálisis, he descubierto y redescubierto cosas y sentimientos desconocidos u olvidados, y he conocido a gente maravillosa que me ha ayudado a volver a vivir con plenitud y alegría.

“El año de la pandemia ha sido el más convulso y decisivo de mi vida”

El EP es más folk y luminoso que el anterior. ¿Ha conseguido el sonido que quería exactamente?

—Pues sí, verdaderamente. Quería algo muy crudo y sencillo, con muy poca instrumentación. Estudiamos discos de productores como Rick Rubin, de cómo graban ciertos instrumentos, guitarras, etcétera. Tocamos, realmente, muy pocos; unas guitarras acústicas, un ukelele, algún sintetizador y percusión muy suave… y nada más. Solo añadimos mi voz y los coros celestiales de Raquel y Elvira.

¿Cómo va a ser su “vuelta a casa” con el concierto de hoy?

—El concierto será una vuelta al inicio de mi carrera. Yo solo ante el peligro. Así empecé cuando tomé la decisión de irme a Madrid para caminar en solitario, sin formar parte de ningún grupo, y así he considerado que debía regresar. Cerrando el círculo. Obviamente no es lo mismo. Ahora soy mucho mejor en todos los sentidos. La experiencia es un grado. Y el repertorio se ha levantado sobre cuatro discos y tres lustros de carrera a mis espaldas, como Copiloto, algo con lo que no contaba en 2005. Volver al lugar donde creciste, donde te formaste como músico, donde viven tus amigos y te reúnes con tu gente, es volver al hogar. Tocar en Huesca siempre tiene un significado especial y donde pesa un poco más la responsabilidad de hacerlo bien. Es como un examen, pero te examinas muy a gusto.

“Quería algo crudo y sencillo para el EP”

¿Cómo le ha afectado este primer año de pandemia?

—A mí la pandemia se me ha juntado con algunas cosas más. Algunas me han resultado muy duras y otras maravillosas. Ha sido el año más convulso y decisivo de mi vida. Sin duda ninguna. Para todo el mundo será un año inolvidable, pero para mí será el año de mi vida. Convulso, catártico, liberador, decisivo, definitivo, increíble y, a la postre, inolvidable.

Cuando todo esto acabe, ¿necesitaremos más “abrazos salvavidas” que nunca?

—Los necesitamos desde marzo del año pasado. Los abrazos son necesarios y sanadores. Del espíritu al menos. Los abrazos y, cuando son proscritos, las miradas. Estamos en el momento de las miradas. Si antes de la pandemia eran una forma de comunicarnos, ahora son un lenguaje en sí mismas. Es lo único hermoso que nos dejan expresar las mascarillas.