ALEJANDRO SIMÓN PARTAL
“Mis libros nacen como una forma de poner límites a las cosas que me perturban”
El polifacético poeta y docente repasa su dilatada carrera
Aunque la poesía está “en nuestra capacidad de atender a esa dicha que a diario nos rodea”, los últimos libros de Alejandro Simón Partal (Estepona, 1983) nacieron “como una forma de ponerle límites” a las cosas que perturbaban al autor.
Así lo cuenta en una entrevista con DIARIO DEL ALTOARAGÓN el ganador del Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola en 2019, galardón que recogió en Barbastro, ciudad que define como “un pequeño paraíso”.
El guiño de la Chatarra (2010), Nódulo Noir (2012), Los himnos abdominales (2015), La fuerza viva (2017) y Una buena hora (2019) son los cinco poemarios que ha publicado hasta el momento, en una trayectoria en la que también hay espacio para dos ensayos, dos obras de teatro y el proyecto Antagonista de música y poesía, junto a la cantante Christina Rosenvinge.
Pero eso no es todo, ya que el polifacético escritor también ha coqueteado con el periodismo en diversos medios y actualmente ejerce la docencia en la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación del Campus de Huesca.
“Aprendo de mis alumnos”, reconoce este genio humilde, que, por si no fuera poco, anuncia su primera novela para el próximo mes de septiembre, que se titulará La parcela.
¿La poesía está en todo lo que nos rodea?
-Está en nuestra capacidad de atender a esa dicha que a diario nos rodea y a la que, normalmente angustiados por nuestros problemas o falsos problemas, no atendemos.
Usted ha conseguido plasmar sus sentimientos en cinco poemarios. ¿Qué es lo que más le inspira a la hora de escribir unos versos?
-Mis últimos libros han nacido como una forma de ponerle límites a lo que me perturbaba, de resistencia ante las convulsiones comunes de la vida. Escribí La fuerza viva en Francia, en un momento muy delicado para mí, y el libro Una buena hora en Burgos, donde trabajaba como profesor y dedicaba mucho tiempo a caminar y a rezar en su catedral, que son dos de las mejores formas de aceptación y agradecimiento.
Con Una buena hora, obtuvo el Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola de Barbastro. ¿Qué ha supuesto este galardón en su trayectoria?
-Ha supuesto un impulso importante para mí. Publicar en la editorial Visor es algo que los poetas buscamos porque muchos hemos crecido y vivido con su catálogo. Y el premio me ha traído otras oportunidades estupendas como lecturas en sitios que no conocía, por ejemplo Barbastro, que es un pequeño paraíso adonde pienso volver cada poco tiempo, y nuevos lectores que ahora están a mi lado.
Anteriormente, por La fuerza viva, también ganó el importantísimo XXXVIII Premio de Poesía Arcipreste de Hita. Con tanto trofeo, ¿no se ha planteado nunca dedicarle un poema a sus galardones?
-No, no. Los premios sirven para que el libro tenga más recorrido, más repercusión y para ganar algo de dinero, pero en absoluto son la meta. El camino va por otro lado.
Su trayectoria demuestra que es usted bastante polifacético. ¿De dónde saca el tiempo para hacer tantas cosas?
-Lo consigo levantándome a las 5:30 horas de la mañana. Aunque después paso buena parte del día en las terrazas, que también es una forma de trabajo que tendría que estar reconocida.
Su faceta de doctor en Filología Hispánica e investigador le ha llevado a estudiar a fondo las obras de poetas contemporáneos, entre otras cosas. ¿De quiénes ha aprendido más en este camino tan interesante?
-Ahora le diría que de María Zambrano, que no es poeta, pero que brotaba desde la poesía. Ella apuntaba que dedicó su trabajo al hecho de buscar los lugares decisivos del pensamiento filosófico, encontrando que la mayor parte de ellos eran revelaciones poéticas. Y una poeta al uso, Alice Oswald o Clara Janés.
Además de aprender, usted también enseña en el Campus de Huesca, más concretamente, en la Facultad de Ciencias Humanas y de la Educación, donde imparte una asignatura en el Área de Literatura Española. ¿Qué le aporta el contacto directo con el alumnado?
-Lo esencial de este oficio. Aprendo de mis alumnos. Intento que mis clases sean un espacio de diálogo y entendimiento, que mis clases de métrica sirvan para recordar nuestra humanidad.
Volviendo a su faceta literaria, otro de los géneros que ha probado satisfactoriamente ha sido el ensayo. ¿Qué oportunidades da este formato?
-De ahí también nace la parte creativa. Ayuda a dudar y a sentirte muy pequeño. Próximamente me gustaría mucho seguir la maestría del antropólogo Marc Augé e ir escribiendo libros breves sobre los aspectos más cercanos a nuestras limitaciones, como es el caso de la barra de un bistró o la esperanza.
También es dramaturgo y ha escrito dos obras de teatro hasta el momento. ¿Cómo se siente uno al ver como los actores y actrices recitan sus versos?
-Durante el año 2019, parece que ha pasado un siglo, estrenamos la obra Resistencia y sumisión en el Teatro Echegaray. Escribí el texto en Etopia Centro de Arte y Tecnología, en Zaragoza, y trabajé como ayudante de dirección al lado de Sigfrid Monleón. La cotidianidad y el sufrimiento con mi director fue una experiencia inolvidable para mí. Me gustaría poder seguir haciendo obras poco ambiciosas en cuanto a la producción cada cierto tiempo.
Sus pinitos con el periodismo han podido leerse en medios de comunicación como El Estado Mental, El País o el Diario de Sevilla. ¿Qué es lo más interesante de escribir en un periódico?
-Solo hago crítica literaria ocasionalmente, cuando un libro me entusiasma o si me llega una propuesta que compense. Pero no se puede decir que haga periodismo.
La música tampoco se le ha resistido y uno de sus proyectos más llamativos fue Antagonista, en el que compartió cartel con la gran Christina Rosenvinge. ¿Cómo fue colaborar con una figura tan destacada de la canción española?
-Trabajar y vivir al lado de Christina ha sido una de las cosas más bonitas que me han pasado en la vida. He aprendido mucho de ella, de su honestidad y clarividencia. Y sigo aprendiendo. Antagonista fue el proyecto precipitado de dos personas que se querían de verdad, que vivían en la poesía y no tenían miedo a casi improvisar en un escenario poemas y canciones. Y a eso obedece el género si se da sin concesiones.
Aunque presuma de una trayectoria muy dilatada, solo tiene 37 años. ¿Con qué más nos seguirá sorprendiendo en el futuro?
-37 años ya va siendo una edad a tener una cuenta, por lo menos una edad que debe vigilar de cerca los infantilismos que hoy nos acechan. A mis abuelos les parecería que no he hecho casi nada. Y tendrían razón. En septiembre de este año publicaré mi primera novela. Su título será La parcela y saldrá a la venta con la editorial Caballo de Troya. Espero que le agrade.