Cultura

EXPOSICIÓN

Francisco Gracia Lasaosa: magia en las manos

El escultor oscense ha inaugurado una exposición que mostrará su obra en Granada durante todo el mes de mayo

Francisco Gracia, en la sala de arte granadina, con la exposición ya montada.
Francisco Gracia, en la sala de arte granadina, con la exposición ya montada.
J.L. Laguna

Le encanta la madera, porque la considera un material muy noble y, de hecho, realizó una colección de bastones con muchos relieves, que constituyen un auténtico disfrute para las manos, además de para la vista. Pero trabajar el hierro, eso sí que le produce auténtica fascinación.

Francisco Gracia Lasaosa forjó una amistad inquebrantable con este metal ya cuando era niño. Quedó hechizado por su extraña relación con el fuego y por la destreza que exhibían los herreros de los pueblos al manipularlo. Casi, casi, rozaban el malabarismo.

A los 14 años y medio, el oscense hizo del hierro su oficio para ganarse la vida, y a los 22 se matriculó en la Escuela de Sociología de Barcelona, después de pasar un tiempo viajando por Europa.

El hierro es un material que le ha fascinado desde que era niño y es feliz manipulándolo.
El hierro es un material que le ha fascinado desde que era niño y es feliz manipulándolo.
J.L. Laguna

Cuando finalmente pudo abrir su propio taller, comenzó a dedicar más tiempo a la creatividad y los últimos 35 años han dejado como huella 125 piezas talladas, que conserva al margen de las vendidas o regaladas, y 1.500 herramientas de todos los tamaños y utilidades que perfectamente podrían dar sentido a un museo.

Francisco Gracia acaba de inaugurar en Granada, con las medidas de prevención sanitaria propias de los “tiempos covid”, una exposición que, bajo el título Entre el mallo y el yunque, mostrará durante todo el mes de mayo trece de sus piezas, en la sala Arrabal y Cía.

Realizó la selección de las obras con una idea muy clara, “cabalgar por encima de la monotonía”, algo que, en su opinión, solo es posible apelando a la diversidad. En estos preparativos, “el tiempo es un elemento tan importante como la voluntad intelectual que le quieras poner” y por eso no ha escatimado ni un segundo a madurar este proyecto que tanto está disfrutando.

Sobre las peanas de la sala granadina, las piezas lucen de manera sugerente y elegante. Algunas forman parte de series como “Vino”, “Leña” o “Árboles”, todas abstractas y eminentemente conceptuales, salvo una figurativa, “La decisión”, que muestra a un personaje intentando apoyar sus manos en un yunque. También hay una pieza taurina, un animal que como mediterráneo le atrae “genéticamente” y que considera “arrebatador”. Por eso, de vez en cuando, regresa a esta arena para lidiar con el hierro y continuar investigando en los misterios de su “plástica maravillosa”.

Francisco Gracia encuentra sus ideas creativas en las miles de palabras, expresiones, frases o conceptos que escucha o que encuentra en los centenares de libros que se reparten por su casa y que le han convertido en un lector empedernido.

Una forma también puede ser un elemento inspirador o una sugerencia para explorar territorios desconocidos, lo importante es no acomodarse ni dejar que la rutina gane la partida.

“Crear es la única oportunidad que tiene el hombre de ser algo más que ese fracaso intrínseco que es el ser humano. Ese no ser Dios hace que nuestra vida sea la gran promesa: tenemos capacidad de pensar, inteligencia, pero la limitación es una realidad. El arte es esa transgresión, ir más allá de donde se puede ir, pero utilizando tus escasas armas: la capacidad de reflexión”, considera. El artista oscense añade que todo eso requiere “honradez, no engañarse a uno mismo”, que es lo único que “merece la pena” en la vida.

El toro le parece un animal especialmente bello y regresa de vez en cuando a este mundo para disfrutar de su plasticidad.
El toro le parece un animal especialmente bello y regresa de vez en cuando a este mundo para disfrutar de su plasticidad.
J.L. Laguna

Francisco Gracia se pregunta, a veces, qué ocurrirá cuando pasen los años, porque el proceso de forjado requiere fuerza física. Un lingote puede pesar inicialmente 20 kilos y, cuando está caliente, hay que cogerlo de una determinada manera. Lo que sí tiene muy claro es que no se imagina dando instrucciones para que otros den forma a las piezas. Concebirlas, madurarlas y crearlas es lo que le hace feliz. La industria del arte no tiene sentido para él.