Cultura

MÚSICA

El corazón del Coro de la Universidad Ciudadana de Huesca recupera su latido

La formación retoma la actividad interrumpida por la covid, 1 año y 53 días después

Isabel Arilla, dando instrucciones al Coro de la Universidad Ciudadana en el reencuentro.
Isabel Arilla, dando instrucciones al Coro de la Universidad Ciudadana en el reencuentro.
Carlota Fraj

Había mucha emoción en el ambiente. La covid todavía no permitía ni besos ni abrazos y las mascarillas sepultaban las sonrisas y amortiguaban las carcajadas, pero no el brillo de los ojos que estaba ahí, iluminando como un faro el camino hacia tierra firme que hoy, más que nunca, es la música.

Sí, se palpaba la emoción en el patio del Instituto Ramón y Cajal de la capital oscense. Había pasado un año y 53 días, desde aquel 11 de marzo de 2020, un miércoles prepandemia en el que las voces que alertaban de los peligros de la covid se escuchaban cada vez más alto, pero todavía sin demasiada claridad.

Isabel Arilla planteó al Coro de la Universidad Ciudadana de Huesca, una de las formaciones musicales que dirige, que, ante las inquietantes noticias que comenzaban a invadir los medios de comunicación, lo mejor era tomarse un descanso en la próxima sesión y aguardar la evolución de los acontecimientos. Y, quién sabe, quizá a la semana siguiente se podrían retomar los ensayos.

La directora comenta a los bajos y tenores algunos aspectos de la partitura.
La directora comenta a los bajos y tenores algunos aspectos de la partitura.
Carlota Fraj

El 13 de marzo de 2020, solo dos jornadas más tarde, el Gobierno de España declaró el estado de alarma y aprobó un decreto que entró en vigor el día 14. Después, sorpresa, confinamiento domiciliario, aislamiento, preocupación, miedo, tristeza.

Pero el Coro de la Universidad Ciudadana se sobrepuso y siguió trabajando. Su directora daba las instrucciones a través de un wasap de grupo, que se convirtió en un terapéutico foro donde encontrar también ánimo y consuelo.

Resistiré, La camisa blanca, La Tendresse... toda la actividad quedó recogida en unos vídeos caseros y entrañables, incluidos mensajes de agradecimiento y la despedida del inusual curso. La pandemia no sólo no logró apagar sus voces, sino que propició que se avivaran los afectos.

El verano se reservó para el descanso y para soñar con la idea de que el otoño permitiese recuperar cierta normalidad. Pero la persistente covid no lo hizo posible.

El pasado 5 de mayo, se cumplía un año y 53 días desde aquel 11 de marzo de incertidumbre y despedida. Y, por fin, el reencuentro se produjo. “Cuando te quitan algo y lo recuperas te das cuenta del valor de algunos momentos. Juntarnos para cantar los miércoles es para mí todavía más especial”, afirma Maloles Piedrafita.

El escenario había cambiado, porque el lugar habitual de ensayo, la sede de la Asociación de Vecinos del Barrio del Perpetuo Socorro, no reunía las condiciones sanitarias que requieren estos tiempos todavía de covid. Hacía falta un lugar amplio y al aire libre, y tras varias propuestas se optó por el Instituto Ramón y Cajal, que generosamente ofreció sus instalaciones.

Después, se realizó una consulta entre todos los miembros del coro sobre la oportunidad de retomar las sesiones y se acordó probar durante el mes de mayo, a la espera de comprobar cómo se desarrolla la situación el próximo curso. Esperanza Gracia y Puri Broto, felices por reemprender la tarea , destacan “el espíritu” de Isabel Arilla y “el entusiasmo” que transmite, tan necesario y determinante para dar continuidad al proyecto.

“El tesón de Isabel nos motiva y los resultados nos emocionan”, subraya Aurora Muñoz, y Concha Cuello está de acuerdo: “Es una directora maravillosa”.

Y así, con la “ilusión y la alegría de siempre”, como dice Esther Tardío, el Coro volvió a reunirse. Ahí estaban, bajos, tenores, contraltos y sopranos, con los ojos luminosos asomando por encima de las mascarillas y con muchos deseos de cantar.

“Unas ganas tremendas -confirma María Jesús Consejo-. Ya tenemos una edad y poco tiempo que perder”. Para Rosa Ferrer “no hay forma más bonita de pasar un buen rato” y Nati Mendiara también opina que “es maravilloso” poder cantar al unísono.

Isabel Arilla estaba feliz, rebosante de agradecimiento por la respuesta de sus pupilos y porque siempre encuentra una mano dispuesta a ayudarle, la de Mariano Martínez, la de Esperanza Gracia o la de cualquier compañero al que acuda para hacer realidad hasta la más grande de las fantasías.

Con mascarillas, distancia y geles, volvieron a fundir sus voces con canciones de Labordeta, la Ronda de Boltaña, Pau Donés y Joaquín Carbonell y a familiarizarse con La gavina, una de las canciones más emblemáticas de Marina Rosell. “Regresar al coro ha sido una emoción venida desde el corazón, guardada durante unos larguísimos meses”, destaca Concha Cuello.

“Me ha encantado volvernos a juntar -asegura Carmen Arana-. Puedes llegar cansada, malhumorada, estresada, abatida... Pero siempre te vas contenta y cantando. Esa es la magia de nuestro coro”.

Un coro diverso e inclusivo”, como se refiere a él Mariano, para terminar apostillando Montse Consejo: “Y con un gran corazón. Cómo nos gusta sentir este latido”.