Cultura

¿QUIÉN SOY?

Justo Bagüeste: buscar sonidos desde “la cárcel de la libertad”

“He perdido el aura y no tengo trabajo, pero sigo haciendo mis cosas porque estoy condenado a ser libre”

Justo Bagüeste
Justo Bagüeste
S.E.

Justo Fermín Bagüeste Villacampa nació el 7 de julio “no me acuerdo de qué año”. Vivió hasta los 5 en Azlor, localidad natal de sus padres y con la que “siempre he tenido muchos vínculos”, en “un Somontano maravilloso”. Explica que su llegada a la música “tiene que ver con la genética. Mi abuela tocaba el piano. Yo de niño viví mucho con mi abuela y me cantaba, escuchaba música, me enseñaba solfeo y, después, tenía fascinación por los sonidos, cómo sonaban las orquestas de baile, cómo cantaban en los entierros…”.

A los seis años ya vivía en Huesca y en esta ciudad empezó su especial relación con el saxofón, “un instrumento popular que siempre he tocado. Empecé en la Residencia Provincial de Niños, donde fui a estudiar y había una actividad musical”. En Zaragoza se matriculó en primero de Derecho “y marché a Madrid rápidamente. En Madrid hay gente muy agradable, nadie es de Madrid, es una ciudad muy creativa. Yo viví la última parte de la ‘movida’ y compartí muchas ilusiones y muchas fantasías. La época de Madrid fue estupenda, tengo que ir de vez en cuando, es una ciudad que me encanta”. Lo de la música fue muy intermitente “hasta que me comprometí, que la música es un compromiso muy grande y la música no siempre se goza, la música se sufre mogollón”.

“Mi vida -resume Justo- es un trajín de cosas, soy un tipo perseverante, no tengo ninguna facilidad para nada, todo me lo curro muchísimo. Mi éxito ha sido seguir trabajando. Los 14 discos que tengo los he hecho yo. En una trayectoria tan larga y tan intensa, he hecho más yo solo que colaborar con Aute, Bunbury, Gabinete Caligari…”.

Volvió a Huesca hace 11 años. “Vine a acompañar a mis padres en sus últimos años y a encargarme del patrimonio familiar. Mientras tanto, he tenido la suerte de estar trabajando en el Art Lab, un sitio maravilloso; lo he dejado momentáneamente o definitivamente, no se sabe. Y he hecho cosas por la ciudad”.

En lo musical, aunque resalta que “tocar música está muy bien porque estás contigo mismo, es una lucha personal por mejorar, por ser más libre contigo mismo, en medio de una lucha entre lo artificial y lo real”, cree que, “de alguna manera, estoy cerrando la marca Justo. Tampoco soy un músico brillante como para arrasar”.

Es “bastante feliz, vivo mi época, soy un afortunado, tengo amigos y amigas maravillosas”. Y eso que “he perdido el aura y no tengo trabajo”. Pero él no para, “sigo haciendo mis cosas porque estoy condenado a ser libre; la libertad es una cárcel también y yo vivo en la cárcel de la libertad”. Comenta que está montando “una galería de arte sonoro, como un club donde se va a escuchar palabra y sonido artístico”. Y en el futuro, “quizás me convierta en un performance y cuando saque mi libro lo represente tocando dentro de una jaula”. Es un libro sobre su vida, se titula ‘Yo confieso’ y no puede publicarlo todavía porque “estoy aún en periodo laboral”.

“Lo que ahora tengo es como una sensación de Peter Pan, soy mucho más joven de lo que aparento y tengo mucha fantasía”.