ENTREVISTA
Almozandia Teatro: “Buscamos recuperar el uso en la calle de esos juegos populares”
La compañía representa este jueves (18:30 horas) ‘Nada en su lugar’ en el Palacio de Congresos
La compañía aragonesa Almozandia Teatro presenta este jueves, a las 18:30 horas, en el exterior semicubierto del Palacio de Congresos de Huesca su obra Nada en su lugar, “un espectáculo familiar, amable y divertido que aúna actores, títeres, objetos, voces y música en directo”, explica Óscar Puyó, uno de los socios fundadores y director artístico de esta agrupación.
Se trata de “una fábula que reivindica el derecho al juego de los niños, muestra su importancia como actividad que potencia nuestra creatividad e imaginación y rompe una lanza a favor de los juegos tradicionales y populares”, indica Puyó. Precisamente, este es uno de los objetivos de la representación, ya que, advierte el director artístico, “buscamos recuperar el uso en calles y parques de esos juegos populares. Que estos lugares se conviertan, de nuevo, en espacios singulares y patios para jugar y experimentar, porque creemos que cada juego popular es una sociedad en miniatura”.
Además, defiende que no deberíamos considerarlo algo exclusivamente infantil porque “el juego es una fuente de relajación y estimulación tanto para el cerebro como para el cuerpo; es también una forma segura y divertida que permite desarrollar la imaginación y la creatividad y la capacidad para resolver problemas y una manera de cuidar la salud mental. A menudo los adultos nos olvidamos de ello”.
Por otro lado, añade Puyó que este es “un espectáculo muy bonito para ver, escuchar y disfrutar, escrito y dirigido por Mariano Lasheras; además cuenta con una cuidada escenografía, al igual que el vestuario y dramaturgia”.
La obra, dirigida especialmente a niños de 3 a 10 años, cuenta la historia de dos amigos, Aro y Peonza, acompañados por los duendes músicos Canica y Triciclo, que, según revela Puyó, “nos contarán lo que sucedió en el lejano Reino de Pimpafuera, un reino triste y aburrido donde el Rey Soso I prohibió el juego y los juguetes en todos sus dominios, y cómo mucho después Soso III, uno de sus descendientes, gracias a la ayuda de su hija, descubrió que ni juegos ni juguetes eran una cosa tan mala y peligrosa como afirmaban sus antecesores, y, de este modo, él y todos los habitantes de su reino pudieron volver a gozar del placer de jugar”.