Cultura

Exposición

Las pajaritas de Carlos Omiste vuelan alrededor de las mesas y los cubiertos

El autor muestra sus fotografías en la exposición ‘Amor y cocotografía’ en el restaurante Flor

La exposición 'Amor y cocotografía' se puede visitar desde julio en el restaurante Flor.
La exposición 'Amor y cocotografía' se puede visitar desde julio en el restaurante Flor.
Pablo Segura

Creatividad en forma de pajaritas. Una forma tan representativa de Huesca toma un camino diferente al haber sido plasmado en fotografías, dando lugar a especies variadas de pájaros. 

Desde unos flamencos hasta unas codornices, las 21 instantáneas que forman parte de la exposición 'Amor y cocotografía', son creaciones de Carlos Omiste y se pueden ver desde julio en el restaurante Flor, de Huesca.

Cualquier persona que se acerque por el establecimiento a comer, a tomar un café o, simplemente, a disfrutar de las diferentes obras, se puede encontrar con unas fotografías que, en su mayoría, fueron tomadas durante el confinamiento y con el teléfono móvil

Una herramienta que, según Omiste, “ha democratizado la fotografía, y de esa manera todo el mundo ha tenido mayor accesibilidad a poder desarrollar su creatividad, a poder plasmarla de alguna manera”.

Una creatividad que le ha llevado a hacer esta serie tan original que tiene una historia detrás de ella. El propio título de la exposición no es casualidad. El término “cocotografía” ha sido inventado por el fotógrafo en homenaje al libro que tenía cuando era pequeño en la casa del pueblo: Amor y pedagogía, de Miguel de Unamuno. 

Esta lectura incluye un apéndice que se titula “Pequeño tratado de Cocotología”. “A él le encantaban las pajaritas y siempre hacía alguna, las iba dejando por las cafeterías, y ahí explica un poco la importancia de la papiroflexia”, explica Carlos Omiste.

Las pajaritas también rinden homenaje a Ramón Acín, ya que, cuando era un niño, el monumento del parque le fascinaba. Con esta muestra une la admiración por estas dos figuras con un recuerdo a su infancia.

En esos primeros años de vida fue cuando nació en él ese amor por la fotografía, exactamente gracias a los regalos que le traía su tío que vivía en el Sáhara Occidental. Entre esos objetos, se encontraba una cámara con la que iba tomando instantáneas, pero “nunca lo había planteado como para hacer exposiciones, las guardaba y ya está”, reconoce Omiste.

De hecho, su trabajo es alejado del objetivo, se dedica a la enseñanza, pero ni en ese momento se olvida de la fotografía. “Voy por el patio del colegio y veo un caracol y le hago foto, veo una flor y le hago foto. Me encanta”, expresa.

Y es que, para él, la foto buena es la que se puede hacer en el instante adecuado. “Es más el momento, la sensación que quieres transmitir más que buscar una técnica súper depurada”, comenta Omiste. Y eso es lo que ha hecho en las fotografías de su exposición, son hijas de un momento concreto en el que la creatividad estuvo muy presente.