Cultura

PATRIMONIO

Una pieza de Santa Cruz de la Serós, en una exposición sobre la España medieval en Nueva York

Un panel de marfil y oro con la escena de la crucifixión forma parte de "Arte en las fronteras de la fe" del museo de "The Cloisters" de Nueva York

La villa jacetana de Santa Cruz de la Serós, sede de "Laberintos de Amoruerte"
Iglesia de Santa Cruz de la Serós.
S.E.

La imaginería medieval española, en sus versiones cristiana, musulmana y judía, es la protagonista de una particular exposición en la que el museo de "The Cloisters", en el extremo norte de Manhattan, muestra sus piezas más sobresalientes de lo que ha llamado "Arte en las fronteras de la fe" y que incluye una pieza procedente de la iglesia de Santa Cruz de la Serós.

Coranes y biblias hebreas conviven en esta muestra -que se puede visitar hasta fines de enero próximo- con frescos de iglesias románicas y mozárabes o con crucifijos, pero también con objetos profanos como telas, piezas de ajedrez, relicarios o arquetas labradas por artesanos formados muy probablemente en el mundo de Al Andalus. Todo procede de la colección propia o de algunas colecciones privadas estadounidenses.

La comisaria de la muestra, Julia Perratore, especialista en el arte medieval, subraya a Efe la idea de la "frontera" que preside la muestra, pues las piezas elegidas son en su mayor parte de los siglos XI al XIII, cuando los reinos cristianos se expandían hacia el sur de la Península Ibérica, y en esos territorios fronterizos coexistían gentes de las tres religiones que compartían lenguas, costumbres y tradiciones.

Uno de los ejemplos más expresivos es el del Beato de Maius, de San Salvador de Tábara (Zamora), del siglo X, uno de los "beatos" (comentarios del Apocalipsis) más antiguos que se conserva completo: el autor, al imaginar e ilustrar la Nueva Jerusalén, echa mano de la única "ciudad ideal" que conoce, que no es sino la Córdoba musulmana, una de las urbes más pobladas y adelantadas de su tiempo.

En otro panel de marfil y oro procedente de la iglesia Santa Cruz de la Serós y con la escena de la crucifixión, el orfebre se las ingenió para incrustar un zafiro donde grabó varios de los 99 nombres islámicos de Alá, lo que permite pensar que practicaba su fe a escondidas mientras trabajaba para los cristianos.

Está también la Biblia hebrea confeccionada en el siglo XIV en Toledo y que contiene en sí misma toda la historia de la diáspora del pueblo judío, pues fue pasando de mano en mano, y cada propietario dejó su firma, permitiendo conocerse que el libro viajó de Toledo a Grecia, de allí a Egipto, y más tarde a Centroeuropa, para acabar en Nueva York.

Un museo que reúne toda la Edad Media

La exposición resume en sí misma el espíritu de The Cloisters, un anexo menos conocido del Metropolitan Museum de Nueva York construido para dar cabida a su colección de arte medieval europeo, un riquísimo patrimonio procedente de España, Francia, Italia y Alemania, principalmente.

La colección fue iniciada por el arquitecto Charles Collens, pero creció sobre todo gracias al apoyo financiero del magnate John D. Rockefeller, quien compró un terreno dentro del Tyron Park, en una colina que domina el río Hudson y todo el norte de la isla de Manhattan; allí Collens creó en 1938 una réplica de una gran basílica europea.

Siguió entonces un frenesí comprador de arte medieval europeo, aprovechando el abandono de muchos de los lugares de culto, la carencia de leyes de protección del patrimonio y la avidez de algunos marchantes de arte, que se aprovecharon de la ignorancia de muchos lugareños. Claustros traídos del viejo continente junto a esculturas, vidrieras, tapices y objetos de orfebrería componen la colección.

Los compradores americanos a veces se llevaron ábsides enteros, piedra por piedra -como el de San Martín de Fuentidueña, en Segovia-, o claustros que desmontaron, como el de Sant Miquel de Cuixà, dos de las joyas del museo. Los responsables del museo subrayan que las obras fueron salvadas del abandono.