Cultura
Por
  • Luis Lles

El Consorcio y las canciones de toda una vida

El Consorcio en su concierto en el Palacio de Congresos.
El Consorcio en su concierto en el Palacio de Congresos.
Pablo Segura

La sombra de la nostalgia es alargada. Y el título de la nueva gira de El Consorcio, Toda una vida…, no podría ser más acertado, porque proponen eso: un recorrido por las canciones de toda una vida dedicada a la música. Más de medio siglo ha transcurrido desde que los hermanos Uranga y otros amigos iniciaran en Bilbao su trayectoria musical con Mocedades. Y desde entonces, han ido incorporando canciones a su repertorio hasta completar un bagaje musical que 54 años después, con el nombre de El Consorcio, siguen defendiendo Carlos Zubiaga y los hermanos Amaya, Estíbaliz e Iñaki Uranga. Son canciones que forman parte de la memoria colectiva de este país: boleros, tangos, habaneras, ritmos latinos. En definitiva, lo que se conoce como música de ayer, de hoy y de siempre.

Pero si bien El Consorcio tiene un gran repertorio, también hay que decir que la memoria les falla. En declaraciones a este mismo diario, Iñaki Uranga decía que hacía muchos años que no actuaban en Huesca. Pero lo cierto es que su último concierto en la capital oscense fue el 11 de enero del año pasado, justo antes de la pandemia. En cualquier caso, la gente de Huesca no les falló y volvió a recibirles de forma entusiasta. Un público que en su mayoría hace ya tiempo que gasta tarjeta dorada de Renfe, que peina canas y que busca el calor de esas melodías de toda la vida, las que les recuerdan hermosos y confortables tiempos pretéritos. Y los miembros de El Consorcio, conscientes de esto, ofrecieron prácticamente el mismo repertorio, canción por canción y en el mismo orden, de su anterior visita. Así que el público no salió defraudado.

Acompañados por un cuarteto formado por músicos competentes, salieron al escenario los cuatro componentes del grupo, con Amaya apoyada en su hermana Estíbaliz. Y ya desde el primer tema, El vendedor, al igual que sucedió en su anterior actuación, el público pudo comprobar que la voz de Amaya no es la de antes: ha perdido parte de su fuerza, pero afortunadamente su emoción sigue intacta. Y su conjunción con el resto de las voces del grupo continúa deparando magníficos momentos armónicos.

Tras interpretar Charango, enlazaron Piel con Búscame. El humor estuvo patente, y si el año pasado fue Amaya la que dijo que se iban a cambiar el nombre por El Imsercio (en alusión al Imserso), en esta ocasión fue Iñaki quien dijo que se iban a pasar a llamar El Canorcio.

Acto seguido rindieron tributo a artistas americanos que les han influido, cantando sendas versiones de La guerra cruel del mítico trío folk Peter, Paul & Mary (The cruel war, en inglés) y de California dreamin’ de Mamas & the Papas, cuyas armonías sonaron celestiales.

A uno de sus temas más célebres, La otra España, siguieron Adivina (compuesto por Juan Carlos Calderón antes de fallecer), la habanera Cantinero de Cuba y Maitechu mía, un zortziko vasco con aire de habanera. Después, Amaya se emocionó al cantar uno de sus temas preferidos, el Palabras de amor de su admirado Joan Manuel Serrat.

Le tocó el turno seguidamente a su hermana, que rescató dos preciosos temas de Sergio y Estíbaliz: el eurovisivo Tú volverás y La llamada. Llegaba después el apartado latino del concierto, que comenzó con Para vivir de Pablo Milanés (interpretado con sentimiento por Amaya, acompañada con guitarra y teclados), siguió con el cha cha chá Frenesí y finalizó con el alegre son de Las muchachas de Johnny Pacheco, durante el que se arrancó a bailar hasta Amaya, a la que Iñaki presentó como Alicia Alonso, nuestra directora de baile.

Tras otro hit, Tómame o déjame, fue también muy especial el momento unplugged, en el que, acompañados únicamente por la guitarra de Carlos Zubiaga, interpretaron ¿Qué pasará mañana? Un viejo amor (tema popularizado por Pedro Vargas), Aquellas pequeñas cosas de Serrat y ese monumento de canción que es ¿Quién te cantará? (otro temazo de Calderón), que lamentablemente solo fue esbozado. Después, Iñaki evocó con agrado su mili en Jaca y dedicó a todo Aragón el maravilloso bolero Esta tarde vi llover de Armando Manzanero. No faltó tampoco el homenaje a José Luis Perales con Le llamaban loca (dos días antes los Elefantes también habían rendido tributo al de Cuenca con Te quiero), y enfilaron la recta final con el viejo tema de los años 20 ¿Dónde estás, corazón? coreado por el público en un gran momento karaoke y cantado por una Amaya pletórica, luciendo una voz gastada por la vida pero sumamente emocionante.

Siguieron con el gran momento esperado, otra demostración más del enorme talento de ese creador inolvidable que fue Calderón, con la magnífica interpretación que Estíbaliz hizo de Eres tú, tema con el que Mocedades consiguieron para España el puesto nº 2 del festival de Eurovisión de 1973, y que es sin duda una de las mejores canciones de la segunda mitad del s. XX en nuestro país.

El final llegó de forma alegre con El chacachá del tren, con el público entregado y emocionado. Por supuesto, hubo propina: un bis que se inició con Amaya cantando Secretaria y siguió con un espléndido Pange lingua, himno eucarístico con letra de Santo Tomás de Aquino que constituyó en 1969 el primer éxito de Mocedades y en el que Iñaki Uranga exhibió su poderosa voz de tenor.

La apoteósica despedida, en olor de multitudes, llegó como estaba previsto con Amor de hombre, tema extraído del intermedio de la zarzuela La leyenda del beso, que acabó por dejar a todo el mundo satisfecho tras dos horas de concierto. Toda la velada había sido más o menos una repetición de su anterior visita a Huesca. Pero, al fin y al cabo, es lo que quería su entusiasta público.