Cultura

EXPOSICIÓN

Pepe Cerdá: "En mi oficio, lo único probable es el milagro"

El artista de Buñales exhibe sus paisajes en la librería Ibor de Barbastro

Pepe Cerdá en la librería Ibor de Barbastro.
Pepe Cerdá en la librería Ibor de Barbastro.
Á.H.

Pepe Cerdá (Buñales, 1961) recupera géneros clásicos como el paisaje en las obras que expone en el espacio cultural de Librería Ibor de Barbastro, por primera vez, y hasta el 30 de enero de 2022. Los especialistas consideran que su pintura es de “difícil definición”, tal vez porque la constante de su trabajo ha sido la negación de la idea de estilo. El pintor natural de Buñales, que vivió en París durante ocho años (1990-1998), con cierta regularidad en Basilea, en Utrecht y en España, ha elegido, en esta ocasión, el espacio de una librería cuando lo más habitual son exposiciones en galerías y salas de mayores dimensiones.

“Mira, tengo dos problemas muy grandes. No puedo entrar en una librería ni tampoco en una ferretería sin salir con un libro o un taladro. Para mí, las librerías son sagradas, por eso cualquier librero que haga propuestas como Bienvenido Ibor, acepto de inmediato. Por otra parte, soy de Huesca, estoy vinculado y me lo planteo así. En febrero expondré en el Centro Cultural Casa de Vacas (Retiro) en Madrid y después en París. Aquí no he traído obras de 4 metros. Para mí son iguales todos los sitios”.

Algunos de los cuadros de pequeño formato que forman parte de la exposición.
Algunos de los cuadros de pequeño formato que forman parte de la exposición.
Á.H.

Sin rodeos y con naturalidad, “no preparo exposiciones, trabajo del mismo modo que los caracoles segregan babas y los gusanos, seda, voy a mi ritmo y cuando toca, cuelgo lo que tengo y ya está. No llevo la cuenta de todas, creo que son más de 300 exposiciones, tres veces en Barbastro y la primera en librería Ibor. Hasta ahora con buena aceptación en general”.

Sobre su obra y el momento actual, asegura que “tengo una edad donde hay que olvidar para siempre la idea de la carrera, soy muy liberador, hago exactamente lo que me da la gana. Sin ningún filtro, en absoluto. Salvador Pániker -escritor español, ingeniero y filósofo- llevó un diario hasta el día que murió (1 de abril de 2017) donde deja constancia de cómo le fallan las cuentas, cómo se mea y se destruye, porque era un tipo sincero de adolescente y cuando era mayor”. Al respecto, dice que “pintar es un poco eso, llevar las páginas del diario procurando ser honesto contigo y con la historia de pintura”.

Uno de los rincones de la sala de exposiciones de la librería.
Uno de los rincones de la sala de exposiciones de la librería.
S.E.

En cuanto al reencuentro con Barbastro, “no espero absolutamente nada y todo a la vez. Si no vendo no pasa nada. En mi oficio, lo único probable es el milagro. Me explico, dedicarte a la pintura es un viaje tan loco… he vivido en Madrid, París y en Basilea… si hubiera esperado resultados, nada hubiese ocurrido”.

En su opinión, “lo que ocurre son los milagros. Los auditores, consultores e inspectores de Hacienda te dicen cuáles son los gastos necesarios para una renta y otras historias que no tienen nada que ver con la vida real. ¿Tú puedes hacer un proyecto para mañana?... no eres dueño de mañana. Es así de claro”.

Más preguntas, “me las hago e intento responder sobre una tela y tensadas en un bastidor. Las cosas artísticas deben tener algo de sustancia, algo de mágico, de casual o de inexplicable, algo de evidentemente cierto pero imposible de contar de otro modo. Si, además, como es el caso, se trata de pintura, tendrá que emanar de lo que le es propio, algo que se llama plasticidad, fuerza, misterio…”.