Cultura

RECONOCIMIENTO

Homenaje póstumo a Eli Périz Elbaile en el Principal

El acto, enmarcado en los ‘Encuentros en la jota’ que se celebran en Zaragoza, contó con la presencia de su hija Loida

De izquierda a derecha Pablo Miguel Orduña, Javier Barreiro, Manuela Adamo y Loida Périz.
De izquierda a derecha Pablo Miguel Orduña, Javier Barreiro, Manuela Adamo y Loida Périz.
S.E.

El Teatro Principal de Zaragoza acogió este martes un homenaje póstumo al músico, instrumentista y pedagogo musical oscense Eli Périz Elbaile. Enmarcado en el ciclo ‘Encuentros en la jota’, contó con la presencia de su hija Loida, y se incluyó en una tertulia que se desarrolló bajo el título La jota. Músicas, danzas y ritos del Mediterráneo.

“Mi padre tenía pasión y mucha afición por la música, y es un honor que se le haga este homenaje en el Principal”, indicó Loida Périz a este periódico, y agradeció “este reconocimiento a los músicos de aquella época, en la que teniendo muy pocos medios llevaron la música por muchos pueblos”.

Eli Périz Elbaile
Eli Périz Elbaile
S.E.

Eli Périz Elbaile ya acompañaba de muy joven a su padre por las diferentes localidades próximas a Lalueza en rondas y bailes populares de las fiestas. Más tarde, junto a sus hermanos, tocaron donde se les requería, y fue así como se especializaron en episodios de picadura de tarántula.

Precisamente, la bailarina, coreógrafa y productora de artes escénicas Manuela Adamo, que junto a Javier Barreiro, escritor e historiador de la jota, son los coordinadores y moderadores de estos encuentros, es una apasionada e investigadora del tarantismo español e italiano y de los nexos coréuticos que existen entre la jota y la tarantela, que según ella misma ha reconocido en más de una ocasión “son danzas medicinales”. En este sentido, Loida Périz recordó que antaño “la música se utilizaba para aliviar el dolor de las personas a las que les picaba la tarántula, algo que pasaba bastante en verano en la época de la siega, y tocaban jotas sin parar durante mucho tiempo. Mi madre todavía lo recuerda y mi padre formó parte de esas cuadrillas que tocaban para los enfermos”.

Esa tradición se mantuvo hasta que llegó el regadío y la mecanización, y Eli Périz la compaginaba con su participación en actos religiosos y paganos y con las orquestas en las que actuó durante años. “Fue músico toda su vida, formó parte de muchas orquestas, en las que hacía los arreglos musicales”.

“Tenía otros trabajos, porque en aquellos años era difícil vivir de la música y más en este territorio, pero le dedicó muchas horas”, contó Loida. “Los fines de semana, mientras tuvieron la orquesta Los Cartejena, que eran él y sus hermanos y era de ámbito local, tocaban por los pueblos de alrededor, pero en los años 70 formaron otra de ámbito nacional, Débora, con la que recorrieron otras comunidades, especialmente Cataluña”.

Cuando se retiró de la música activa, Eli Périz Elbaile escribió y registró varias melodías, y un método para el aprendizaje del violín con sus quince posiciones que permite un dominio más completo y fácil del instrumento musical.

Precisamente, algunas tonadas de su repertorio más representativo fueron interpretadas este martes por la cantadora Lorena Palacio, que se sumó a este homenaje en el que también estuvo presente Pablo Miguel Orduña Portús, que participó en el debate La jota. Músicas, danzas y ritos del Mediterráneo.

Doctor en Historia Moderna por la Universidad de Navarra y diplomado por la rama de Etnología en Estudios Vascos en el mismo centro académico, Orduña pertenece a diferentes asociaciones del ámbito de la historia, etnografía y antropología de las que es miembro activo.

Entre otras cosas, ha publicado diversos libros y artículos en revistas especializadas, además de impartir conferencias relacionadas con la Historia, Antropología y Gestión del Patrimonio Cultural.

Desde 2016 es miembro del Consejo de Redacción de la revista Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra y, desde 2020, forma parte del Editorial Board of International Journal of Gastronomy and Food Science.