Cultura

PATRIMONIO 

Los 10 órganos históricos de Huesca serán declarados Bien de Interés Cultural

El BOA ha publicado la resolución por la que se abre un periodo de información pública que afecta a 52 instrumentos de la comunidad

Patrimonio Cultural inicia el procedimiento para declarar Bien de Interés Cultural los órganos históricos de la Comunidad Autónoma.
Patrimonio Cultural inicia el procedimiento para declarar Bien de Interés Cultural los órganos históricos de la Comunidad Autónoma.
G.A.

El Boletín Oficial de Aragón ha publicado este martes una resolución de la directora general de Patrimonio Cultural por la que se abre un periodo de información pública para la declaración como Bien de Interés Cultural de 52 órganos históricos aragoneses situados en las tres provincias de la Comunidad Autónoma: 10 en Huesca, 13 en Teruel y 29 en Zaragoza.

En la provincia de Huesca son los siguientes: Agüero, órgano de la iglesia parroquial del Salvador; Almudévar, órgano de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción; Alquézar, órgano de la iglesia colegial de Santa María la Mayor; Ayerbe, órgano de la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol; Huesca, órgano de la catedral de Jesús Nazareno; Huesca, órgano de la iglesia del colegio de San Vicente Mártir (La Compañía); Huesca, órgano de la basílica de San Lorenzo; Huesca, órgano de la iglesia parroquial de San Pedro el Viejo; Jaca, órgano de la catedral de San Pedro Apóstol; Roda de Isábena, órgano de la parroquial (antigua catedral) de San Vicente Mártir.

La Ley 3/1999, de 10 de marzo de Patrimonio Cultural considera los BIC como los bienes más relevantes, materiales o inmateriales, del Patrimonio Cultural de Aragón. El procedimiento que se inicia mediante la presente resolución tiene como finalidad proteger singularmente una serie de órganos históricos aragoneses, como ejemplos señalados de este patrimonio cultural.

La protección de estos 52 órganos, considerados los más relevantes de Aragón, como Bienes de Interés Cultural de carácter mueble es fundamental para garantizar su conocimiento, difusión y conservación como testimonio irremplazable del patrimonio cultural aragonés.

Conocido desde la Antigüedad clásica, el órgano, como instrumento musical, ha evolucionado y adoptado múltiples variantes hasta la actualidad. Como elemento ligado a la liturgia católica, se constata su presencia desde los inicios del cristianismo, pero es a partir del siglo XIV cuando se documentan los órganos parados (no portátiles).

En la segunda mitad del siglo XV se produce el asentamiento de los grandes órganos en los templos, primero en los de mayor rango y en los monasterios, para generalizarse en las iglesias a lo largo del siglo XVI y siendo indispensable para el culto durante el Barroco.

Es precisamente durante los siglos XVII y XVIII cuando se conforman las escuelas europeas de organería, creándose diferentes tipologías instrumentales según escuelas y países, entre las que destaca la alemana por el uso de un cuerpo de pedal, o la española por las trompetas en batalla.

En las primeras décadas del siglo XIX, Francia da un nuevo impulso a la construcción instrumental y propone un órgano romántico, que inmediatamente evoluciona en Inglaterra y Alemania, mientras que en el siglo XX es América del Norte la que asume el protagonismo.

Tras la Segunda Guerra Mundial se produce un doble movimiento en la evolución del órgano: por un lado, la producción del modelo denominado neoclásico y, por otro, la recuperación del patrimonio histórico organístico.

Tipológicamente, entre los órganos históricos conservados en Europa se puede establecer una primera diferenciación en función de si se pueden desplazar o no. Respecto a los primeros, son muchos los términos utilizados para designarlos (portátiles, realejos, portativos, procesionales, etc.), mientras que en cuanto a los segundos es apropiado hablar de órganos parados o asentados, con una estética que va evolucionando con las corrientes artísticas de cada época.

En la Europa católica los órganos han sido uno de los principales medios de atracción de fieles y han constituido un lenguaje diferencial para acercarla a los fieles. De este modo, constituyen un importante legado material formado por notables obras de arte, pero también un relevante legado inmaterial como elementos transmisores de cultura.

Los órganos en Aragón

Dentro de este panorama general, Aragón destaca porque en su territorio se han conservado numerosas muestras excepcionales de órganos desde el siglo XV hasta el XX, con ejemplos representativos de todas las épocas y estilos tanto para las cajas (desde el Gótico hasta el Modernismo) como para los instrumentos (desde el órgano blockwerk hasta el sinfónico), lo que constituye un legado cultural y patrimonial de primer orden.

La conservación en Aragón de cuatro cajas góticas es un caso único en el mundo, reflejo de un momento histórico de gran desarrollo de la organería como parte de un proceso general de florecimiento de las artes a finales del siglo XV, que culminará en el Renacimiento. En este periodo Aragón se mantuvo a la cabeza a nivel nacional en este arte gracias al organero turiasonense Guillaume de Lupe, genio creador que cambió el devenir del órgano, modernizándolo y proyectándolo hacia un brillante futuro.

Durante el Barroco la presencia de órganos de la más alta calidad se generaliza por todo el territorio aragonés, documentándose maestros organeros en numerosas poblaciones de las tres provincias, ya que el órgano es una fuente artística y artesanal de primera magnitud en el orden económico y gremial aragonés de los siglos XVII y XVIII.

En el convulso siglo XIX, tras el Concordato Iglesia-Estado de 1851, Aragón vuelve a liderar la organería no solo nacional, sino también ultramarina, exportando desde Zaragoza órganos a numerosas iglesias de otros continentes, manteniéndose varios talleres activos hasta la Guerra Civil.

Conscientes de este valor, las instituciones aragonesas llevan décadas impulsando tanto la conservación y restauración de los órganos históricos aragoneses como su catalogación y estudio.