Cultura

HISTORIA

Jovellanos admira el retablo de Candasnos en 1808

Paró en esta localidad oscense cuando regresaba del destierro en Mallorca

Gaspar Melchor de Jovellanos
Gaspar Melchor de Jovellanos
S.E.

El escritor mequinenzano Héctor Moret ya reprodujo, en Temps de Franja, las impresiones que Fraga y las fragatinas provocaron en Gaspar Melchor de Jovellanos cuando, en la primavera de 1801, pasó por Fraga camino del destierro a Mallorca.

A su regreso, en mayo de 1808, en pleno alzamiento contra el francés, volvió a pasar por la misma carretera: la actual Nacional II a su paso por la provincia de Huesca, la ruta cinematográfica de Jamón, jamón, de Bigas Luna, Penélope Cruz y Javier Bardem.

El lunes 25 de aquel célebre e hispánico mes, el asturiano salió de Lérida a las cinco y cuarto de la mañana y luego lo narró así, casi telegráficamente: “En Fraga a las once, a parar en la posada nueva, levantada al extremo occidental del pueblo sobre el río Cinca: grande, sin adorno ni aseo, aunque por nueva, no tan inmunda como algunas de la carrera. Tiene una hermosa galería sobre el río.”

Tras abandonar la posada de Monfort, infanzón hacendado, cuyo linaje tendría un peso económico importante en la Ribera del siglo XIX, Jovellanos hace un análisis del terreno, con visión de ilustrado y regeneracionista de primera hora. Sus impresiones son muy parecidas a las de muchos otros viajeros que atravesaron la estepa que comienza en la llamada “cuesta de Fraga”:

“Salimos de Fraga a las tres con bastante calor. Fuera de su vega en que hay riego, cultivo y bastante arbolado, el terreno restante, vencidas unas pequeñas alturas, es del todo inculto. La tierra no es de gran calidad, mas no tal que no pudiera admitir cultivos de granos, vides y acaso olivos, como se ve en tal cual trozo cultivado. Lo que le falta, población dispersa sobre ella, o bien dos o tres lugarcillos en que viviesen sus cultivadores. Hoy produce, naturalmente, espliego, tomillo y algunas retamas; fáltale agua, como a todo el país que vamos a correr.”

Desde las Ventas de Buars, o del Rey —por Felipe V, a quien Fraga le fue extremadamente fiel— el mismo establecimiento del que don Pío Baroja dejaría huella literaria un siglo más tarde en Las horas solitarias, escribe Jovellanos:

“Se anduvo una hora a pie, lloviznó un poco, y llegamos a la oración a dormir a Candasnos. En el mesón o diversorio (posada, mesón común o particular) non datur locus —había overbooking, que diríamos con el correspondiente anglicismo del día, en lugar del latinajo—. Nos alojamos en casa de un labrador, donde se está armando la cama, y tenemos el proyecto de adelantar media jornada y comer, después de mañana, en Zaragoza.

Fotografía del antiguo retablo de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, de Candasnos.
Fotografía del antiguo retablo de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, de Candasnos.
S.E.

Jueves, 26. La Ascensión del Señor.— A misa a la parroquia, antes de las cinco. Admirable retablo antiguo, de pintura en tablas, que llega desde el piso hasta el techo y que según se pudo notar en alguna figura vista a poca luz, parece ser de principios del siglo XVI y por el gusto en que pintaba Berruguete.”

El retablo de Candasnos, que nada debía tener que envidiar a los de Grañén o Bolea, por nombrar otros pueblos con más suerte, fue carbonizado en julio de 1936, antes de convertir la iglesia en cocheras. Nos han quedado algunos testimonios orales y gráficos de cómo era. Los más elocuentes, las fotografías de Mora Insa y de Galiay, divulgada la primera por Ricardo del Arco en 1942.

Oída la misa, a las seis de la mañana de aquel día de primavera de 1808, en un ambiente de inquietud, Jovellanos salió en carruaje o diligencia, rumbo a Bujaraloz, para llegar a comer a la Venta de Santa Lucía, “atravesando el excelente campo de Monegros, desierto y por consiguiente poco cultivado”.

Ya en Zaragoza, Jovellanos se reuniría y entrevistaría con los personajes más destacados del momento: el general Palafox, el marqués de Lazán y altoaragoneses tan conspicuos como Antonio Cornel, de Benasque o el montisonense José Mor de Fuentes. 

BIBLIOGRAFÍA

Biblioteca de Autores Españoles (BAE), Obras de Don Gaspar Melchor de Jovellanos, Diario decimotercero. De vuelta del destierro, Madrid, 1956, tomo 86, pp. 151-152.

Gaspar Gómez de la Serna, Jovellanos, el español perdido, Madrid, Sala, 1975, p. 184.

Héctor Moret, “Jovellanos a Fraga”, Temps de Franja, nº 27, mayo, 2003, p. 17.

Valeriano C. Labara Ballestar (Candasnos, 1962) es Maestro, Catedrático de Enseñanza Secundaria y Correspondiente en Huesca de la RAMHG (Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía).