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Jesús Arbués regresa este viernes con Corral de García y 'La lluvia amarilla' al Teatro Olimpia

La representación, a las 20:30 horas, será un homenaje al que fuera su primer protagonista, Pedro Rebollo

Jesús Arbués regresa al Olimpia con su adaptación de 'La lluvia amarilla'
Jesús Arbués regresa al Olimpia con su adaptación de 'La lluvia amarilla'
S. E.

Julio Llamazares fue con 'La lluvia amarilla' el primero que puso rostro a uno de los dramas más sobrecogedores que el territorio español ha sufrido desde la posguerra, la despoblación. Pueblos vacíos, casas en ruinas, tejados derrumbados, bancales conquistados por la maleza, cristales rotos, chimeneas apagadas… Este es el panorama de gran parte del interior de nuestro país, donde igual que la maleza se come los muros de piedra de las casas, la ausencia de habitantes devora la memoria de los lugares. 

'La lluvia amarilla', publicada en 1988, es un monólogo del último habitante de Ainielle, Andrés de Casa Sosas, que durante su última noche en el pueblo del Pirineo oscense y también la última noche de su vida, narra la historia de los últimos años de Ainielle y de si mismo, y cuenta una manera de vivir que está muriendo, como él mismo. Jesús Arbués ha adaptado y dirigido una producción del Corral de García, que se estrenó en febrero del año pasado en el Teatro Olimpia, pero con el aforo limitado al 25 % por la covid y, eso sí, lleno absoluto. Desde entonces ha recorrido con éxito los escenarios de todo el país, con una sonada temporada escénica en el Teatro Español de Madrid. Hoy, con ese aval y dos candidaturas a los premios Max, regresa a las tablas del Olimpia. La representación, a las 20:30 horas y organizada conjuntamente con el área de cultura del Ayuntamiento de Huesca dentro de los actos de San Jorge 2022 , supone también un sincero reconocimiento al actor Pedro Rebollo, fallecido recientemente y protagonista original de esta adaptación y al que le dedicarán esta nueva función, interpretada por Ricardo Joven y Alicia Montesquiu, y que cuenta con la música de, entre otros, José Antonio Labordeta. Hoy es en la capital oscense y mañana será el Palacio de Congresos de Jaca el que acoja esta representación, a las 20:30 horas.

En febrero de 2021, en el marco del XIII Festival Olimpia Classic, Corral de García estrenó 'La lluvia amarilla' en Huesca. Poco más de un año después, la compañía regresa a ese mismo escenario por petición del público y para rendir homenaje a Pedro Rebollo. Siendo la misma adaptación, los oscenses ¿van a ver una Lluvia amarilla diferente?

Sí y no. En esencia el espectáculo es el mismo claro, pero es obvio que cada actor crea matices y universos distintos, aunque la dirección y puesta en escena sean iguales.

Además de ese hecho evidente, se dice (y es cierto) que nunca hay dos funciones iguales, influye como está el público, cuanto hay, miles de cuestiones…

Esa es una de las cosas mágicas del teatro, se hace cada día y no hay dos funciones iguales.

Desde ese estreno, 'La lluvia amarilla', adaptación realizada por usted de la obra de Julio Llamazares y que también dirige, ha vivido momentos de grandes alegrías, pero también de sentidas tristezas.

Sí. En lo profesional todo ha sido alegría tras alegría tras el estreno. También la relación con el equipo, con los públicos que llenan las salas y aplauden en pie. Gentes que esperan a la puerta para felicitarte con lagrimas en los ojos. Espectadores que hacen cientos de kilómetros para ver la obra. Y las dos candidaturas a los Max. En lo profesional no puede ir mejor.

En lo personal, la muerte de Pedro (obviamente) lo ha empañado todo. Fue una tragedia cruel e inesperada. No hay palabras.

En ese 12 de febrero de 2021, usted dijo que había conocido gente con ese espíritu, el de no abandonar nunca la casa familiar. En esa casa que es el Corral de García y en la familia que lo habita, siempre va a estar el recuerdo de Pedro Rebollo.

Es evidente. Hicimos cuatro espectáculos juntos. Fue un privilegio contar con él. Era una persona con un “don” especial para este oficio. Te hacía disfrutar de la dirección. El proceso de 'La lluvia amarilla' fue probablemente el más especial a nivel personal, pues mucha parte del camino lo hicimos los dos solos.

Pienso habitualmente en él. Cuesta asumir que no está.

Nunca sabes cual va a ser el último espectáculo.

Ricardo Joven recogió el testigo, y el pasado otoño se fundió en un abrazo con Rebollo, espectador de excepción en una representación en Santa Eulalia de Gállego. Su trabajo en esta producción le ha valido ser candidato a Mejor Actor en los Premios Max. ¿Qué supone esto para la compañía?

Supone un reconocimiento. La candidatura de mejor actor está llena de primeras figuras con repercusión mediática. Entrar ahí es muy difícil y supone el reconocimiento a la profesionalidad de Ricardo. Cogió el personaje en unas circunstancias muy difíciles, con muy poco tiempo, y ha demostrado ser un excelente actor y una excelente persona.

Por otro lado, para el espectáculo, que el actor que lleva tanto peso en la acción sea candidato es también un reconocimiento. Nos ocurrió también en Amor oscuro con Javier García y, para el resto del equipo, supone también un reconocimiento.

En Huesca repiten con un rodaje nada desdeñable, en el que se incluye su participación en la Feria de Castilla-León y la temporada en la Sala Margarita Xirgu del Teatro Español de Madrid entre noviembre y diciembre. ¿Qué ha significado eso para su 'Lluvia amarilla'?

—Está siendo una gira intensa. Lo del Español también, trabajar 34 días seguidos (además llenando todas las sesiones) en el Teatro Español de Madrid, pues es importante.

Pienso que para un montaje creado en la periferia, en un pueblo de 90 habitantes (en la España vacía que se dice ahora), acabar en uno de los teatros más importantes del país es un triunfo. Es una Quijotada que sale bien.

Te das cuenta de la repercusión cuando llegas a Madrid y ves el cartel en los muppis en las farolas, o cuando te llaman los medios nacionales. Eso es importante. Pero, y esto es fundamental, conviene no olvidar que estás ahí porque has hecho muy bien cada función, por pequeño que sea el pueblo, por difíciles que sean las condiciones técnicas, has respetado y trabajado cada actuación, tratado al público con consideración, al espectador como un ser inteligente así estés en Madrid, en Ayerbe o en Palencia.

¿Qué ha supuesto para usted como director todo este recorrido y qué espera del que todavía le queda a esta adaptación?

Ha sido un viaje fantástico. Una enorme satisfacción compartir con mucha gente comentarios. Que el propio Julio Llamazares pondere la versión es un honor. Y vuelvo a lo de antes, para alguien que hace este oficio, es importante el autor, los críticos, los compañeros de profesión..., pero si cuando acaba la obra se te acerca un señor que no conoces con lágrimas en los ojos diciendo que le has hecho disfrutar o un adolescente que te dice que volverá al teatro, eso, es lo más grande. Nada supera la satisfacción que te da el público.

¿Qué tiene la historia de Andrés, el último habitante de Ainielle, que es capaz de cautivar y conmover a partes iguales?

Desde lo particular va a lo universal. Desde la anécdota a lo general. Desde la peripecia de una persona concreta la obra nos apela a muchas cosas que nos atañen a todos. Habla del tiempo, del que no se da, de las cosas que no se dicen, de la soledad ante la muerte…, de muchas cosas. Como bien apunta Julio Llamazares, y no puedo estar más de acuerdo, 'La lluvia amarilla' no solo habla de la despoblación, habla de mucho más.

Y si además eres aragonés y de pueblo, te conecta con tus antepasados como dice La Ronda de Boltaña en su canción: “Tu casa no es solo un montón de piedras, la torre que el tiempo derrumbará, es más que un techo, es un puente de sangre entre los que vivieron y los que vivirán”.

Todos los que pasamos la infancia en un pueblo somos un poco Andrés de Casa Sosas.

Festejar el Día de Aragón en casa y ante su público parece una buena manera de celebrar San Jorge.

Si. Estaremos en el Olimpia (que siempre tiene la habilidad de hacer que nos sintamos en casa) y al día siguiente en Jaca (otro lugar donde se nos quiere mucho).

Está muy bien. A veces, cuando se habla de la cultura aragonesa, se pondera a gentes ya consagradas o que están muertas: Goya, Buñuel, Gracián... Y eso está muy bien, pero creo que en Aragón hay una tremenda potencialidad de artistas vivos, “proletarios” de la creación o “emprendedores artísticos” que merece la pena escuchar.

En este caso, creemos que es un privilegio y un honor poder mostrarnos aquí en un escenario como el Olimpia.

El año pasado se subieron a las tablas del Olimpia en plena cuarta ola de la pandemia y con los aforos reducidos al 50 por ciento. Ver esta noche el teatro lleno ¿da vértigo?

La sala llena da vértigo, claro, y más en tu casa, pero también te digo que más vértigo da la sala vacía. Sobre todo si vas a taquilla.

Bendito vértigo de los teatros llenos. l