Cultura

OJO AVIZOR

Las bibliotecarias rurales monegrinas, reconocidas como Salamanquesas 2022

Defienden la importancia del servicio como vehículo de cultura, socialización y dinamización de los pueblos

Rosario Seral, en la biblioteca de Leciñena.
Rosario Seral, en la biblioteca de Leciñena.
M.B.

Las bibliotecas rurales son, a la vez, un centro cultural y un centro social, un dinamizador de la población, un lugar de formación y de juegos o un espacio para aprender y siempre un punto de encuentro e incluso un foco de atracción en un momento en que tanto se habla de la España vaciada.

Muchas bibliotecas rurales no se ciñen a su labor de custodia, registro, préstamo y lugar de estudio sino que realizan un impresionante trabajo añadido de cohesión entre los vecinos, formación, vínculo intergeneracional, cercanía, apoyo e incluso atracción de nuevos vecinos. Fundamental en la despoblación de Los Monegros.

Coincidiendo con el Día del Libro, desde el proyecto cultural Os Monegros, con Joaquín Ruiz a la cabeza, ha querido hacer un reconocimiento a las bibliotecarias rurales de Los Monegros, “en esta quinta edición, el reconocimiento de “Salamanquesa 2022” recae sobre las bibliotecarias monegrinas, por su trabajo y  dedicación, tan especial y necesaria en el mundo rural. Por ello, durante este mes de abril se han ido sucediendo una serie de entrevistas a las bibliotecarias de Los Monegros, hablando de ellas, reflexionando sobre ellas y el medio rural,  nuestros pueblos y hablando, como no, de libros y cultura en general”, detalla Ruíz.

Este reconocimiento cumple cuatro años, “en 2018 el reconocimiento de Salamanquesa recayó sobre el historiador Sariñenense Arturo Morera, en el 2019 sobre René Noguera por su defensa del patrimonio sariñenense y su labor como presidenta de la Asociación de Amigos de la Ermita de Sariñena, en el 2020, año covid, el reconocimiento fue a para a “Nuestros Mayores” y en el 2021 a la pintora senense Josephine Monter, por su Galería de Arte en Sena”, comenta el propulsor de Os Monegros que nos acompaña en la visita de ocho bibliotecarias, “de Robres, Tardienta, Bujaraloz, Leciñena, Alcubierre, Sariñena, Grañén y Monegrillo, de momento”.

Así, Sara Pareja en Robres, Belén Pamplona desde Tardienta, Mª Jesús Galindo de Bujaraloz, Rosario Seral de Leciñena, Carmen Lavilla en Alcubierre, Luisa Casañola de Sariñena, Mª Ángeles Satué en Grañén o Mª Jesús Solanas en Monegrillo y Emilia Castillo de La Almolda, sostienen que “la cultura llega a todas partes gracias a espacios como son las bibliotecas, que funcionan” y tienen claro que una biblioteca rural en estos momentos es “el foro donde todo es posible: si traes una idea, se te va a escuchar y si es viable, se va a llevar adelante, se va a estudiar cómo y se va a encontrar la manera”.

Sara Pareja, en Robres
Sara Pareja, en Robres
M.B.

Este grupo de mujeres bibliotecarias, que rondan la edad de treinta y tantos años hasta algo más de sesenta, ha hecho su particular reflexión sobre el papel de las bibliotecas en nuestros pueblos y, sobre todo, frente a la despoblación. “Es imprescindible una biblioteca en cada pueblo, el que cada persona pueda acceder al préstamo gratuito de la lectura y demostrar que en un pueblo se vive genial, cuando formas una familia por la tranquilidad que tienes, cuando eres mayor por la paz que hay y cuando eres joven, si si… joven, porque aunque en niveles de estudios no hay los mismos recursos que en una ciudad, las cuadrillas, las reuniones de amigos, las quedadas, las fiestas del pueblo son inigualables”, dice Sara desde Robres.

Belén Pamplona, la bibliotecaria de Tardienta.
Belén Pamplona, la bibliotecaria de Tardienta.
M.B.

Para Belén, de Tardienta, la biblioteca es “un lugar de oportunidades para algunos, de humanización e inclusión, de música, de documentales y vídeos, de poemas, de historias de risas y de historias de lágrimas. De historias de amores y de historias de odios. De chocolatadas y meriendas, de olores y sabores de países lejanos, de convivencia de culturas y de diversidad de opiniones. De deberes y de nervios de exámenes”.

María Jesús Galindo es la responsable del servicio de Bujaraloz.
María Jesús Galindo es la responsable del servicio de Bujaraloz.
M.B.

En Bujaraloz, Mª Jesús explica: “organizamos cuentacuentos, encuentros con escritores, concursos de dibujo, colaboraciones con el colegio, procuramos estar al día en las novedades editoriales... La ventaja de ser pocos es que ya sabemos los gustos de la mayoría e incluso si alguien ya no puede acudir a la biblioteca podemos acercarle lectura”.

Rosario, en Leciñena, opina que es un gran foco cultural, “la biblioteca del pueblo sirve para muchas cosas, viene gente a buscar libros por placer, por necesidad escolar, vienen a estar un rato a leer prensa o revistas, se cuentan las opiniones de libros, se cuentan cuentos, juegan los niños, se proyectan películas…”,

Carmen Lavilla, bibliotecaria de Alcubierre.
Carmen Lavilla, bibliotecaria de Alcubierre.
S.E.

Si bien, Carmen en Alcubierre se preocupa por, “la despoblación que es nuestro gran mal. Cuánto menos somos, menos servicios tenemos, menos ayudas, menos prestaciones. Deberíamos hacer un esfuerzo entre todos para que nuestros pueblos salgan adelante”, aunque considera que, “tenemos la suerte de vivir en una comarca muy especial, con un paisaje y unas gentes más especiales aún”, destacando que, “la mujer en el mundo rural ha tenido siempre un papel muy importante, aunque no siempre reconocido, ha sido cuidadora de hijos, de abuelos, ama de casa (con todo lo que eso conlleva), ayuda en las explotaciones familiares, taxista, médico, etc., más en algunos casos, el trabajo fuera del ámbito familiar”.

Luisa Casañola dirige el servicio de biblioteca de Sariñena.
Luisa Casañola dirige el servicio de biblioteca de Sariñena.
S.E.

Cuando hablamos con la bibliotecaria de Sariñena, Luisa Casañola, coincide con todas sus compañeras en que, “es un orgullo ser bibliotecaria y más en un pueblo”, para Luisa, la biblioteca “es un espacio que crea futuro con vertiente social como espacio para las personas, sus servicios están en continua adaptación y nos ofrecen opciones que no están disponibles en ningún otro lugar, de forma gratuita”, así como un trabajo en el que “creamos ideas innovadoras y creativas. Nuestro reto es seguir generando valor siempre con el libro como herramienta que une a la sociedad”.

María Ángeles Satué, de Grañén.
María Ángeles Satué, de Grañén.
S.E.

También, Mª Ángeles desde Grañén cree en la necesidad de las bibliotecas rurales, “es importante que se apueste por las bibliotecas porque ofrecen variados servicios a toda la población y son motores de dinamización de la vida de los pueblos. En el caso de Grañén, se está llevando a cabo una reforma de la biblioteca para mejorar su accesibilidad y ampliar las distintas salas. Se trata de un proyecto ilusionante y espero que con él se contribuya en satisfacer las necesidades de los usuarios”.

Emilia Castillo, bibliotecaria de La Almolda.
Emilia Castillo, bibliotecaria de La Almolda.
M.B.

Para la bibliotecaria de Monegrillo, Mª Jesús, ser bibliotecaria es, “la profesión más bonita que existe, voy camino a los 30 años de profesión y nunca me canso de estar en ella. ¡Qué mejor sitio que mi pueblo para ejercer lo que más me gusta! Como en todos sitios hemos tenido nuestras dificultades y por supuesto alegrías”. Al igual que Mª Emilia, en La Almolda, que indica que ejercer esta profesión, “significa felicidad, orgullo y pasión por los libros”. “Me encanta verlos, ir a comprarlos, seleccionarlos pensando en cada uno de los lectores. La cercanía con cada socio, el trato individualizado diferencia una biblioteca rural de una urbana”, apunta.

Bibliotecarias y mujeres monegrinas, muy orgullosas de su trabajo y servicio en el medio rural, porque para todas ellas, la cultura es uno de los ejes centrales de un pueblo, sea pequeño o grande, porque para todas ellas, las bibliotecas públicas son una necesidad muy importante en el desarrollo social y cultural de los municipios y, en la mediación entre la cultura popular y tradicional y son ellas las que dedican su tiempo y su trabajo a su conservación, difusión y puesta en valor, así como, la biblioteca del pueblo es una muestra más de ese rico patrimonio de la humanidad que debemos atesorar para nuestro disfrute y el de las generaciones venideras.