Cultura

CRITICA MUSICAL

C. Tangana, Haciendo historia

Antón Álvarez, deslumbra con un show espectacular en el Pabellón Príncipe Felipe, de Zaragoza

Imagen del concierto de C. Tangana en el Pabellón Príncipe Felipe, de Zaragoza.
Imagen del concierto de C. Tangana en el Pabellón Príncipe Felipe, de Zaragoza.
Óscar Pinós

Antón Álvarez, más conocido como C. Tangana, o Pucho para los amigos, cerró el viernes en Zaragoza la gira española de presentación de su último disco, El madrileño. El título de la gira, Sin cantar ni afinar tour, evocaba claramente aquello que decía Lola Flores que dijo de ella el New York Times: “no canta, no baila... ¡no se la pierdan!”. En el caso de Tangana sonaría algo así como “no canta, no afina… ¡no se lo pierdan!”. Efectivamente, no había que perderse el espectáculo más impresionante que ha dado probablemente un artista español en toda la historia. 9.200 personas abarrotaron el Pabellón Príncipe Felipe para asistir a esta mayúscula ceremonia musical que entroniza definitivamente a C. Tangana como uno de los creadores más relevantes de la cultura española actual. Gracias a él y a artistas como Rosalía, Niño de Elche y otros revolucionarios, se puede afirmar que la música de este país está viviendo una auténtica edad de oro.

La concepción misma de este espectáculo es de una originalidad radical: treinta músicos de altísimo nivel sobre el escenario (con amplísimas secciones de vientos y cuerdas y gran variedad de voces), distintos espacios, una pasarela, pantallas y, en general, un aire muy teatral que subrayó cada uno de los apartados en que se dividió el concierto, como si se tratara de la carta de un menú. Como ha señalado Santi Carrillo, director de la revista Rockdelux, se trata de un espectáculo que marca “un antes y un después en los shows en directo de este país”. Decididamente, con esta gira C. Tangana ha hecho historia.

El público, millenials y generación Z en su mayoría, coreó cada uno de los temas a grito pelado como si se tratara de la mejor época de la histeria de los y las fans de los Beatles, lo que dio al concierto un cierto aire de misa pagana. Tangana repasó al completo los temas de su exitoso álbum El madrileño, pero comenzó con una versión épica de Still rapping, que enlazó con el sutil Te olvidaste, que interpretó sentado a la mesa de lo que parecía ser un híbrido entre elegante club de jazz y bar de mafiosos. En Zaragoza no estaban, como sí habían estado en Barcelona, ni Kiko Veneno, ni Estopa ni Jorge Drexler. Pero había otros compinches que hicieron del concierto todo un carrusel de emociones. A esa balada trap que es Cambia! le siguió la preciosa mezcla de bolero y rap de Te venero, que aquí hizo suyo con pasión la joven Rita Payés. Y es que, lejos de cualquier prejuicio o línea roja, C. Tangana ha hecho de la transversalidad un arte.

Los “entrantes” del menú continuaron con el trallazo de trap Yelo, el aroma flamenco de Bobo, la balada pop de Párteme la cara o esa maravillosa y magnética bachata que es Ateo, en la que Lucía Fernanda interpretó bien el papel que en el disco desempeña Nathy Peluso. Después, el cantaor sevillano El Bola se marcó un exquisita y mínima versión de Yo quiero ser mataor de Antonio Molina, y Tangana remató la faena con la gracia de Nominao y con otro de sus himnos, Demasiadas mujeres, marcado con el ritmo de la saeta, y en el que hizo un emocionado guiño en forma de corona de flores al autor que inspiró el tema, el recientemente fallecido saetero Sergio Larrinaga.

Y así se llegó a los “primeros” platos del menú, que fueron interpretados en un espacio del escenario que reproducía la gran mesa en la que se grabó el programa Tiny Desk, con Pucho en el medio, con un cierto aire a la Última Cena. Fue el momento de la gran juerga flamenca. Y fue entonces cuando se alternaron los temas propios y las versiones más insólitas: Me maten, No estamos lokos de Ketama, interpretado por Antonio Carmona, Ingobernable o un Noches de Bohemia de Navajita Plateá (iniciado con voces robóticas a lo Kraftwerk, interpretado por Niño de Elche y enlazado con Corazón partío de Alejandro Sanz), Aunque tú no lo sepas de Enrique Urquijo o esa maravillosa rumba que es Los tontos, que en el disco canta con Kiko Veneno y que sonó con guiños a Alegría de vivir de Ray Heredia y de… ¡Bizarre love triangle” de New Order! Este bloque de los “primeros” finalizó con el radiante hip hop de Tranquilísimo.

Con los “segundos” platos la acción regresó al exclusivo club de jazz con los arrolladores subgraves de Llorando en la limo, que sirvieron de base al gran fiestón montado en el escenario. Sonaron después la deliciosa bossa nova Comerte entero (en el disco junto a Toquinho) y la sabrosa salsa de Muriendo de envidia, que propició un trepidante dueto entre El Bola y Niño de Elche. Cerraron esta parte la bonita balada Nunca estoy (con guiño al Lobo hombre en París de La Unión) y el momento más rockero de la noche, el Hong Kong que protagoniza en el disco Andrés Calamaro.

Y así se llegó a los bises, los “postres”. Con el público rendido a los encantos de Pucho, este bloque se inició con Antes de morirme, el tema que en su día cantó Tangana con su novia de entonces, Rosalía (sustituida aquí por Marina Carmona): la piedra angular del pop español del siglo XXI, la canción que cambió la historia del pop español. Siguieron con el apabullante Tú me dejaste de querer, con el que el pabellón pareció venirse abajo y el merengue Suavemente, de Elvis Crespo.

Pero para rematar la faena aún faltaban la juerga flamenca que se montó la veterana cantaora La Tana por bulerías, la rumba Un veneno y la deliciosa canción italiana Al di là, con la que Betty Curtis representó a Italia en Eurovisión en 1961 y que fue interpretada por Niño de Elche como rúbrica final a una noche inolvidable mientras salían los títulos de crédito, igual que si hubiéramos asistido a una película. Una inmensa película. Un espectáculo insuperable y brutal.

C. Tangana, nuevo rey del pop.