Cultura

GENTE DE AQUÍ

Venancio Díaz Castán: “Cheyne me dijo que me seduciría escribir sobre Costa, y así ha sido”

El médico y escritor ha donado al IEA un libro de medicina escrito en latín que el de Graus leía siendo menor

Venancio Díaz Castán.
Venancio Díaz Castán.
E.F.

"Costa era sobrino de mi tatarabuelo y primo segundo de mi bisabuelo. Le pedía libros prestados, no fue ése el único, pero éste en especial. Como lo repite varias veces y era un apasionado de la botánica y los cultivos, no queda más remedio que donarlo al espacio Costa”, detalla Venancio Díaz Castán, médico y escritor grausino afincado en Madrid, profundo admirador y conocedor de Costa. Así resume la reciente donación al Espacio Joaquín Costa del Instituto de Estudios Altoaragoneses (IEA), “por gratitud”, confiesa, del libro ‘De materia médica’, obra del médico, farmacólogo y botánico griego Pedanio Dioscórides Anazarbeo. Agradece así “el buen trato que reciben mis trabajos” sobre Costa por parte de la institución, a la par que enriquece la documentación sobre el pensador, “al donar este libro al que hacía referencia en varias ocasiones Don Joaquín en su libro ‘Nosce te Ipsum’ (Conócete a ti mismo)”. Esta donación consolida la colaboración de Díaz Castán con el IEA, que ha publicado media docena de sus trabajos sobre Costa y prepara nuevos artículos.

“La donación es consecuencia de un acto de gratitud”, asegura Díaz Castán, aludiendo a Juan Carlos Ara Torralba, editor de la revista Joaquín Costa, sucesora de la Fundación Joaquín Costa, y a Teresa Sas, “que corrige mis trabajos”. Díaz Castán ha publicado media docena de artículos costistas y sigue investigando con avidez. Este libro, “que ha estado 200 años en casa”, recuerda, tuvo en Ildefonso Castán, su tatarabuelo, su primer propietario conocido. Después, pasó a su bisabuelo, Vicente Castán Gil, a su abuelo, José Castán Zuloaga y, a continuación, su madre Lucía Castán Falche, quien se lo dio.

“La relación familiar me ha llevado a esos trabajos”

El médico y escritor avanza que, en el tradicional Llibré de las Fiestas de Graus de este año, publica un artículo titulado “En la calle de Benasque” sobre Costa. “La investigación me lleva a descubrir que Don Joaquín, donde vivió de niño realmente no fue ni en la plaza Coreche ni en la calle Joaquín Costa, fue en la calle Benasque. Unos 22 años estuvieron sus padres allí. En el artículo, hago constar que recorría las bibliotecas del pueblo, una de ellas la de los Jesuitas, y otras como la de su tío, Ildefonso Castán. Y uno de los libros que repite en varias ocasiones, es este célebre Dioscórides escrito en latín, nada menos que en latín. Imagínate qué inteligencia debía de tener para solazarse un niño con un libro tan árido”, comenta.

Médico de profesión, labor que ha ejercido en Madrid hasta su jubilación hace 8 años, tiene en la literatura y, sobre todo, en la investigación costista, otra de sus pasiones. “Esa relación familiar me ha llevado a hacer esos trabajos. Mi bisabuelo -Vicente Castán- escribió un montón de memorias, aparte de costumbres de Graus, donde venían apuntes de su primo Joaquín. A raíz de esa cercanía familiar, empecé distraídamente a leerlos, pero con el tiempo me fui dedicando con más intensidad. Incluso -recuerda- llegué a tener relación con el profesor George J. Cheyne, el hispanista británico especializado en Costa, quien me dijo que con el tiempo me acabaría seduciendo la idea de escribir sobre Joaquín Costa. Y así ha sido”.

“Joaquín Costa era un apasionado de la botánica y los cultivos”

Su pasión por Costa empieza en los años noventa. “Fue el bloque de los escritos que me pasó mi madre lo que me inspiró hace unos 30 años”, recuerda, citando sus trabajos publicados en los Anales de la Fundación Joaquín Costa y en la Revista de Joaquín Costa, a continuación.

“Joaquín Costa y los médicos”, incluido en “Enfermedad y muerte de Joaquín Costa”, fue “una conferencia que di en Madrid para entrar en la Asociación de médicos, escritores y artistas. Precisamente, ahora me han pedido que la repita en Huesca”.

El siguiente, “Crónica biográfica de tres años en Graus” describe la época en que volvió de Jaén para aspirar a la notaría grausina. “En ese tiempo fundó la liga y la cámara de contribuyentes de Ribagorza. Es un trabajo que tiene muchísimo que ver con Graus, con la vida cotidiana”, detalla. También ha escrito sobre la figura de su hermano Tomás, “muy ignorada”. “Cuento cómo influyó y qué relación tuvieron en ‘Tomás Costa, una vida a la sombra de su hermano’”.

“Costa murió de diabetes, hipertensión e ictus”

Otro artículo habla sobre Laureano Roso, que recoge el epistolario entre Costa y un médico o “El enfermo de la mecedora”, donde relata el final y abunda en su enfermedad. “Costa murió de diabetes, hipertensión e ictus. Podría haber vivido más, pero su distrofia muscular, no tiene ni hoy en día una solución brillante. Conocí a un nieto suyo, Antonio Ortega Costa, que tenía la misma enfermedad de transmisión hereditaria”, explica.

Además del artículo que la revista Joaquín Costa publicará en febrero, sobre “Concepción Casas, la novia disputada entre Don Joaquín y Vicente Castán, que no consiguió ninguno de los dos”, avanza, “me interesa el binomio Joaquín Costa-Don José Salamero, una relación muy torturada, pero de mucho afecto y cariño entre los dos pero de mucho afecto hacia Graus”, adelanta como futuros proyectos.