Cultura

MÚSICA

“Para mí el hip hop es fuerza”

Sajad Temurian habló ayer en Huesca sobre la cultura del Rap y Breakdance en Afganistán, enmarcado en Periferias

Sajad Temurian ‘Makhloot’, ayer, en el centro cultural Manuel Benito Moliner.
Sajad Temurian ‘Makhloot’, ayer, en el centro cultural Manuel Benito Moliner.
Pablo Segura

“Yo amo la cultura del hip hop y me propuse que se conociera en Afganistán, pero eso ahora no es posible”, sentenció Sajad Temurian Makhloot, un artista afgano, refugiado en Huesca desde hace pocos meses, gracias a una oenegé de ayuda a refugiados afganos, que ayer cerró, en el centro cultural Manuel Benito Moliner, el apartado de conferencias Pensamiento del Festival Periferias.

El artista de hip hop ofreció una charla, con intérprete, para explicar la situación de esta cultura en Afganistán y en cómo le había ayudado la música a sobrevivir los once meses que pasó escondido en una pequeña habitación sin ventana en Pakistán, a donde huyó desde Afganistán liderando a un grupo de 22 personas por las montañas.

“Para mí el hip hop es fuerza. La música me ayuda mentalmente ante las no pocas situaciones difíciles que he vivido y necesito música para evadirme”, declaró a este periódico antes de la ponencia de ayer. “Con la música pienso bien” sentenció Makhloot porque “en Pakistán no podía salir porque no tenía pasaporte, yo estaba en una habitación pequeña, solo, eso me ha dejado muchas secuelas, por ejemplo, por la falta de vitamina D”.

Sajad Temurian recordó que “los talibanes son contrarios a todo lo moderno, no quieren música, y menos si viene de América, como es el caso de la cultura hip hop que incluye el rap, el breakdance, el grafiti y el beatboxing (hacer música con la boca) y esto nació en EEUU”. En este sentido, confesó que “era peligroso para mí seguir allí practicando esta cultura, así que me quedo en Huesca porque aquí sí se entiende”.

Al hablar de las dificultades para los artistas en Afganistán, donde además era traductor, voluntario en la Afghanistan Photographers Association y pintor de brocha gorda, entre otras cosas, hizo hincapié en que “tengo amigos artistas de la cultura del hip hop que viven en Afganistán en una mala situación y yo les quiero ayudar a salir, como a mi me ayudaron artistas internacionales, porque se está perdiendo talento, ahora te apuntan con una AK-47, y ni rap, ni música, ni nada”.

El artista añadió que nació en Irán, en 1995, pero se trasladó con su familia a Afganistán de adolescente, “entonces mi padre fue en busca de una vida mejor”, dijo, y que “ahora el gobierno iraní considera que los afganos son espías, así que la situación es complicada”.

Defendió que la cultura del hip hop es una forma de vida y subrayó que es sanadora puesto que la música alimenta el alma, el breakdance ayuda al cuerpo y el grafiti, para la reivindicación.

La conferencia se completó con una performance de breakdance de estilo libre, donde mostró su trabajo junto al también refugiado Naser Habibi, “que es mi amigo desde hace muchos años”.