Cultura

FESTIVAL PERIFERIAS/MÚSICA

El pasado siempre vuelve

El Festival Periferias clausuró su edición Revival con la velada Mixtape

El sábado, en el Palacio de Congresos de Huesca, finalizaba la edición nº 22 del festival Periferias. Una edición atravesada por la temática Revival, que, en varios de los actos programados, ha estado un tanto pillada por los pelos o, directamente, era difícil encontrar en ellos su conexión con el tema elegido como eje conductor de esta edición. Sin embargo, la velada Mixtape, con la que se clausuraba esta edición del festival, a excepción de las dos primeras actuaciones, recogió fielmente el espíritu del Revival que abanderaba este año Periferias, demostrando de esta forma que el pasado siempre vuelve.

Precedido a primera hora de la tarde en el antiguo Matadero por un estimulante encuentro con Sajad Temurian y Naser Habibi (dos b-boys afganos refugiados y afincados en Huesca), el maratón que proponía la Mixtape periférica comenzó de forma puntual con la argentina Simona, cantante y rapera afincada en Barcelona, que, acompañada de su DJ, inició su actuación en Huesca con Fresh, un tema incluido en su reciente EP Mimo, que cabalga sobre un veloz ritmo de drum´n´bass. En su cóctel rítmico no faltaron el house, el últimamente muy recuperado UK garage o el pop urbano. Ofreció su lado más reguetonero en temas como Perreo y lloro o Lento, y también sonaron los aires trap de Shut up, el funky-house de Mentira o el pop-rap de Dolor, temas en cuyas letras va más allá del puro hedonismo de los sonidos urbanos actuales.

Entre actuación y actuación, en la Sala Polivalente del Palacio de Congresos se pudo escuchar a la dj Ladies On Records, nombre tras el que se esconde la polaca Kornelia Binicewicz, quien, además de su simpatía natural, exhibió un buen gusto exquisito, un saber enciclopédico enfocado sobre todo a las músicas del mundo y una técnica fina y precisa. Empezó la primera de sus mini-sesiones con un certero Soledad de la colombiana Totó la Momposina (que recientemente ha comunicado su retirada de los escenarios), y continuó a lo largo de la noche con un sabroso menú sonoro a base de tropicalismo, salsa, afrobeat, funky polaco, ítalo disco, psicodelia y lo que se terciase. Todo ello, y es muy de agradecer, con vinilos.

La segunda actuación la protagonizaron los canarios Highkili & Woodhands, cuya música se inscribe en esa poderosa ola procedente de las islas que incluye a Bejo y su colectivo Locoplaya, Cruz Cafuné, Don Patricio y tantos otros que están insuflando nuevos y cálidos aires a la música urbana española. Comenzaron con un sonoro y cariñoso Buenas noches y buenos días, hijos de la gran p…. Y a partir de allí, fueron enlazando temas como Yo no fumo, Las tres de la mañana, Roce, LPGC o Para, en los que son capaces de fundir reggaetón, trap, dembow, gabber, dancehall, drum´n´bass, speed garage y techno duro, todo ello realizado con una refrescante y pasmosa naturalidad, con imaginativos hallazgos sonoros, a una velocidad endiablada y con ese acento canario tan especial. Una muy agradable sorpresa.

Homenaje a la Generación del 27

Después, la actividad se trasladó al Auditorio Carlos Saura del Palacio de Congresos, donde los granadinos Lagartija Nick sí se sumaron al espíritu del Revival de esta edición y evocaron a la Generación del 27 a través, fundamentalmente, de tres figuras: Luis Buñuel y sus paisanos Federico García Lorca y José Val del Omar. Una forma de tender un puente entre Andalucía y Aragón desde Huesca… aunque les faltó la referencia a Ramón Acín. Con un impactante montaje audiovisual, en un escenario circundado por proyectores de Super8 y con una gran pantalla donde se iban sucediendo las imágenes de las películas más vanguardistas de Buñuel y de Val del Omar, la banda de Antonio Arias combinó psicodelia, surrealismo y post-punk y rescató la esencia de las vanguardias históricas en un espectáculo que se estrenó hace tan solo unos días en el festival Cosmopoética de Córdoba y en el que adelantaron algunos de los temas que aparecerán en su próximo disco, El perro andaluz, que se editará en el mes de diciembre y que está producido por Marcel Bagés, hasta ahora compañero de fatigas de la gran Maria Arnal.

Su actuación arrancó con el tema Palacio de hielo, ilustrado con las siempre fascinantes imágenes de Simón del desierto de Buñuel. Y seguiría después con Me gustaría para mí, El teatro bajo la arena (sobre un poema del hermano de Antonio Arias, Jesús, y con las chocantes imágenes de Las Hurdes), Bacanal, el poderoso Una jirafa (texto de Buñuel ilustrado con escenas de La edad de oro) o Gernika, un guiño a Picasso incluido en su escalofriante disco anterior, Los cielos cabizbajos, en el que recordaban las distintas ciudades bombardeadas en guerras. Sin duda, fue uno de los mejores temas de su actuación, combinando punk y guiños a la música contemporánea. Llegó entonces el momento de invocar la memoria de Lorca con varios de los temas de su mítico disco junto a Enrique Morente, Omega. Temas como Vuelta de paseo, Niña ahogada en el pozo (en el que resonó la voz de Morente) o ese Ciudad sin sueño en clave de flamenco-rock onírico. Antes habían interpretado otra canción del disco homenaje a Buñel, Pájaro de angustia, con las impactantes escenas de Un perro andaluz. Y rubricaron su actuación con Meca-mística, del disco de homenaje a Val del Omar, con su sonido flamenco noise y con las perturbadoras imágenes religiosas del propio cineasta y artista granadino. Volvieron para un bis en el que interpretaron su antibelicista Somalia. Fue, sin duda, un concierto lleno de intensidad poética y sonora.

Una intensidad que, de vuelta a la Sala Polivalente, contrastó después con la onda ligera y deliciosamente liviana de Yin Yin. Este grupo holandés, claramente revivalista, elabora una música muy agradable en la que combinan el soft rock con el funk psicodélico, el dub, los guiños a la música instrumental de los primeros años 60 y el surf rock, así como los ecos de exóticas sonoridades turcas, coreanas o indonesias. Una serie de referencias que les conectan con el grupo americano Khruangbin, que representa la línea cool por antonomasia en la música actual. Destacaron temas como el funky oriental de Dis kö Dis kö o esa perla de western cósmico que es Declined by universe, de su nuevo disco The Age of Aquarius. Se despidieron leyendo un texto en castellano, en el que además de agradecer al público su atención, le felicitaron por la victoria del Huesca ante el Las Palmas. Un detalle.

El retorno del rock andaluz

Y tras ellos, llegaba el grupo quizá más esperado de la noche, junto con Lagartija Nick, los sevillanos Derby Motoreta´s Burrito Kachimba, que representan el retorno triunfal del rock andaluz y que debían haber actuado en marzo de 2020 en el Centro Manuel Benito Moliner, antes de que la pandemia diera al traste con esa actuación. DMBK define certeramente su música como kinkidelia, porque algo de eso hay: psicodelia, por supuesto, pero también ese rollo quinqui que les valió poder componer la música de la película neo-quinqui que Daniel Monzón realizó a partir de la novela Las leyes de la frontera de Javier Cercas. También se ha descrito acertadamente al grupo sevillano como una mezcla de Triana y Led Zeppelin. Aunque a veces suenen igualmente a una versión stoner de Medina Azahara. En cualquier caso, una apoteosis setentera, que gustó mucho a un público entregado, que cantó cada una de sus canciones. Con el carisma y la poderosa voz de su cantante, Dandy Piranha, como uno de sus grandes atractivos, DMBK inició su anhelado debut en Huesca con The New Gizz, y siguieron repartiendo su vigoroso rock aflamencado en temas como Porselana Teeth, Caño cojo, El valle y su sonido stoner o el magnífico Las leyes de la frontera, sin duda uno de sus temas más “trianeros”. Otro de sus mejores temas es Gitana, que comenzó lento y sepulcral, envuelto en drones, para derivar en un vibrante clímax. Y enfilaron la recta final con Turbocamello, Samrkanda (su tema más psicodélico y próximo a los Doors) y Somnium Igni Pt.2, que sonó como Led Zeppelin haciendo breakbeat. En el bis ofrecieron su versión de la Nana del caballo grande que cantó Camarón sobre texto de Lorca, y tras un final en clave de tormenta de ruido, furia y distorsión, se despidieron de su adepto público con La cachimba de Los Chichos sonando por los altavoces.

La última actuación de la noche Mixtape la protagonizó el dúo leridano La Élite, formado por el cantante Nil Roig aka Yung Prado y el productor y DJ David Burgués. Se trata de un proyecto electropunk, un poco en la onda de Atari Teenage Riot, que comenzó su actuación felicitando al público oscense, como antes lo habían hecho los holandeses Yin Yin, por el triunfo del Huesca ante el Las Palmas de esa misma tarde. Pero, claro, lo hicieron a su manera punk, diciendo “¡Enhorabuena! Pero dicho esto, ¡me la suda el fútbol”. Enfundado en una camiseta de Siouxsie & the Banshees, Yung Prado iba gritando sus proclamas mientras David Burgués ponía las violentas bases sonoras a ritmo de EBM y hard techno en temas como Contento de ser feo o Bailando. Y si la noche anterior, ese otro abanderado del electropunk que es el gallego Grande Amore, había hecho una versión del Ciutat podrida de La Banda Trapera del Río, los leridanos La Élite la hicieron del Autosuficiencia de Parálisis Permanente, contribuyendo a ese Revival de este año en Periferias. Cerraron su actuación con una Nuit folle dedicada muy irónicamente a nuestro país vecino.

Pero la despedida real del festival le correspondió a la dj de continuidad de la velada, la polaca Ladies on Records, que regaló una excelente última sesión, esta vez más larga, de más de una hora, en la que pasó de la coladera caboverdiana a la batucada de los afroblocos brasileños, y de ahí al habibibi funk de Mallek Mohamed, el afrobeat de Pat Thomas o la psicodelia turca de Erkin Koray y los magníficos Altin Gün. Momentos épicos de su set fueron el tema Bsslama Hbibti de Fadoul (el James Brown marroquí) o la versión de The man with the red face de Laurent Garnier a cargo de Meute. Los danzarines más resistentes aguantaron hasta el hipnótico final, que constituyó una auténtica apología del ritmo como vehículo para el trance puro y que llegó de la mano del Big Blow de Manu Dibango.

Perfecto broche para una magnífica sesión que puso el punto final a esta edición de Periferias