Cultura

CONFERENCIAS

Las orquestas, un patrimonio inmaterial en la Hoya de Huesca

El músico Ángel Viñuales repasa medio siglo de vida de estas formaciones en un ciclo de charlas en el que no falta el apunte de la música en directo

Ángel Viñuales, Miguel Angelo Corria, Jorge Viñuales y Manuel Fernández interpretaron Estremécete.
Ángel Viñuales, Miguel Angelo Corria, Jorge Viñuales y Manuel Fernández interpretaron Estremécete.
Fernando Buen

La música siempre ha sido su pasión, está vinculado a ella desde la infancia y el contacto es permanente. Ángel Viñuales, músico de verbena y estudioso del fenómeno de la música popular a través de las orquestas oscenses, que recientemente ha publicado el libro Treinta y tres músicos y yo que ya va por su segunda edición y que aborda la historia de las orquestas en la Hoya de Huesca en la segunda mitad del siglo XX, protagoniza el ciclo de charlas Música para la fiesta. Las orquestas en la Hoya de Huesca (1950-2000), que se enmarcan en las actividades del programa ‘Encuentros con el patrimonio’ organizado por la Comarca de la Hoya.

Inauguró el pasado fin de semana en Ayerbe, continuará el 26 de noviembre en Tierz, en Bolea el 3 de diciembre y se cerrará en Loarre el 17 de diciembre.

Coordinado por Enrique Mainé, técnico de Cultura de la comarca, el formato de presentación es original ya que, junto a la exposición del autor participan tres músicos Manuel Ferrández (batería), Rubén Correia (teclado) y Miguel Angelo Correia (voz y guitarra), que ilustran la charla con una selección representativa de piezas emblemáticas de cada una de las décadas de las que Ángel Viñuales va hablando, y en las que las anécdotas, tanto suyas como de sus compañeros de escenario, acercan el tema a cada localidad, algo que ocurrió el domingo en Ayerbe, donde también intervinieron músicos que se encontraban entre el público y compartieron alguna experiencia.

La charla comenzó con El corrido de Mazatlán, de José Alfredo Jiménez, y a partir de ese momento respondiendo a preguntas de Mainé, Viñuales fue desgranando cada década por orden cronológico.

“En los años 50, transportaban los instrumentos en mulos y burros o andando si estaban cerca”, contó Ángel Viñuales, que explicó que avanzados los cincuenta, “los músicos cogían el coche de línea”. En esos años aparecieron los primeros micrófonos, amplificadores y altavoces, con los que interpretaban “pasodobles, valses, boleros y cumbias, y en los café concierto también zarzuelas”, y en vestuario, “las orquestas iban muy elegantes copiando lo que se veía en América”.

Público que se congregó en el salón de actos del Ayuntamiento de Ayerbe para seguir la charla.
Público que se congregó en el salón de actos del Ayuntamiento de Ayerbe para seguir la charla.
Fernando Buen

Por lo que respecta a los músicos, “que iban para varios días por el tema del transporte”, podían ser entre cuatro y seis “en función del presupuesto, y también había trío”.

En esa década estaban mal vistas las mujeres músico “y había pocas, las orquestas cogían las vocalistas del Plata, que cantaban estupendamente, porque en Huesca no había”. Era el caso de Los Moya, una orquesta de Ayerbe, en la que Manuela comenzó con 8 años a tocar el saxofón, y que el domingo recordó como empezó a usar pantalones porque le miraban las piernas por los travesaños del carro.

Carmen Solanes fue pionera en la época y vocalista de Los Tres Carino, que junto al Dúo Robint, Herrantes y Estrellas del Jazz (Loarre), fueron las orquestas a las que se recordó con otra cumbia La cántara.

En los 60, “irrumpió la revolución inglesa” en el terreno musical y en Huesca se crearon grupos pop: Los Rayos, Los Gringos, Los Simun’s, Los Robinmac, Los Justamons, Los Bisoños, Los Colores, Los Re-Si Boys y Los Sonis. “Eran grupos yeyés que hacían versiones de Los Bravos, Los Brincos o The Beatles, pero que también tocaban pasodobles”.

Entre las orquestas estaban Osca, Rusadir y Súper Jazz.

En esos años, además de mejorar la amplificación, “y estar más de moda las guitarras eléctricas y de 12 cuerdas, ya empezaban a contratar furgonetas con conductor para trasladarse y, además, se creó el carné de músico profesional, era el carné del Sindicato del Espectáculo, Grupo de Circo, Variedades y Folklore, que acreditaba al músico como instrumentista-atracción”, recordó Ángel Viñuales.

En Huesca los bailes eran en las piscinas de Almazán, el Jai Alai, el Jardín de Verano, el Casino y el Aeroclub, y en más de uno se escuchó, como en Ayerbe, Estremécete, tema en el que Viñuales tocó el bajo y su hijo Jorge los teclados.

En los 70 se abrieron las discotecas, “que albergaban ofertas de directo para los grupos y orquestas”, ya que a los repertorios de estas formaciones “se sumaron Los 40 Principales y la canción del verano”, apuntó Viñuales.

En esos años, en los que surgieron los representantes artísticos, en la provincia de Huesca estaban Póker, Makois, Shelley, San Luis, Los Arcos, Vibración, Fuga, Mundo Joven, Memphis, Nevada, Barones del Ritmo (Loarre), Borrasca, Acoustic y Lepanto, que en más de una ocasión hicieron sonar Un rayo de sol, como el domingo en Ayerbe los Correia y Ferrández.

En los 80, las baterías electrónicas y los sintetizadores cobraron mayor protagonismo “para adaptarse a la música techno de la radio”, recordó Viñuales, que también despertó sonrisas con esos bingos que se pusieron de moda en los descansos de las verbenas.

Fueron años, sobretodo hacia el final de la década, en los que las orquestas no se dispersaban por las casas del pueblo para cenar, sino que “lo hacían juntos en un restaurante”.

La música lenta empezó a perder interés y de ello fueron testigos Acoustic-dos y Reno, de las que Ángel Viñuales fue fundador y componente, Marter’s, NCB, Groenlandia, Punto Cero, Judas, Mainac, Zafiro, Albacora, Balalaika, Aldeberán, Psicosis que posteriormente se convirtió en Manacor, y Salónica y Sándalo, ambas de Tierz.

Los ochenta los recordaron con Lobo hombre en París.

El recorrido terminó en los 90, con la llegada de las disco-móvil que, “aunque afectaron a las orquestas, convivieron con ellas, y aún hoy lo hacen”, indicó Viñuales, que también habló de la aparición en escena de “los dúos, tríos y cuartetos aprovechándose de la música secuenciada o pregrabada, que también utilizaban las grandes orquestas, y que hoy siguen usando”.

En los noventa, las contrataciones pasaron a hacerlas los ayuntamientos, y las actuaciones saltaron del remolque a los escenarios que les montaban y a los que se subieron Trío Guaire, Os Maciellos, Trío Alfil, Dúo Alcor, Trío Coquimbo y las orquestas Fénix, Ciudad de Huesca y Krisol.

La charla acabó como había empezado, con música. Cuando brille el sol, fue el preludio de todo lo que se escuchará en Tierz, Bolea y Loarre.