Cultura

CRÍTICA MUSICAL

La Huesca Big Band, mucho más que swing

La formación ha celebrado su 10º aniversario y ha presentado su nuevo disco en el Teatro Olimpia 

Foto del concierto del X aniversario de la Huesca Big Band en el Olimpia.
Foto del concierto del X aniversario de la Huesca Big Band en el Olimpia.
Pablo Segura

Era difícilmente imaginable… pero sucedió. La Huesca Big Band agotó el papel en la celebración de su 10º aniversario en el Teatro Olimpia de la capital oscense. A tan solo dos días para finalizar el año, consiguió un lleno total. Los nervios hicieron mella en el director de la banda, Gerardo López Pontaque, porque pocos minutos antes del inicio de la actuación todavía no había llegado el CD X Años, que estaba previsto regalar a todos los asistentes a la actuación. Pero finalmente llegó el disco, segundo trabajo de la HBB tras The swords, y pudo respirar tranquilo. Misión cumplida. Una misión que se vio redondeada después con el que quizá sea el mejor concierto que ha ofrecido la Huesca Big Band a lo largo de su trayectoria. Un concierto en el que, por otro lado, quedó probado que, aunque el material principal con el que trabaja la banda es el swing y el jazz clásico de la era de las big bands, su repertorio va mucho más allá y, en estos momentos, da cabida a géneros tan dispares como puedan ser el funk, el soul-pop, el bolero, el góspel e incluso el hip hop..

Preparada a conciencia, la actuación siguió estrictamente el mismo orden que llevan los temas en el disco, comenzando con Koronablues, el tema que Gerardo compuso durante la pandemia del coronavirus y que, en clave de blues-rock, contó con la participación destacada del guitarrista de la banda, Mario Calle, componente también del grupo Fongo. Le sucedió todo un clásico, el Blue Bossa de Kenny Dorham que popularizó Joe Henderson, pespunteado por un finísimo solo de fiscorno de Gerardo López y sostenido por un exquisito trabajo de teclado a cargo del tamaritano Paco Escudero, componente de, entre otros, el Grooveland Trío o el proyecto electrojazz P-Brothers. El primer momento de lucimiento de la magnífica cantante Noelia Rodríguez, ataviada elegantemente con brilli-brilli muy de fin de año, fue con How high the moon, un tema que evocó todo el glamour de los años dorados de Broadway, y en el que destacó el solo de trombón de Lorenzo Burrel y la primera aparición de una pareja de lindy hoppers de la troupe de baile HuesconSwing Hepcats.

Fue el turno entonces de Rubén Correia, el batería de la banda, que destapó sus dotes de cantante en Why don´t you do right, tema que hizo popular Peggy Lee y que trajo el aroma del Cotton Club, intensificado por el toque de clarinete de Jorge Ramón, miembro también de Trivium Klezmer o Los Pipelines. Para el West Coast Blues de Wes Montgomery el director de la banda utilizó la trompeta con sordina. Llegó después el choro brasileño Tico Tico, un bailable infalible compuesto en 1917, que recorrió todo el mundo en su día, que ha tenido una vigencia inmarchitable y que aquí bordaron a dúo Noelia Rodríguez y Antonio Pertusa exhibiendo su voz de crooner de la vieja escuela.

Bye Bye Blackbyrd es otro de esos grandes clásicos imperecederos, que tuvo como protagonistas a la saxofonista Ana Puey y a los Hepcats. Le siguió uno de los temas emblemáticos de Gerardo López, su revisión jazzística de la Pulida Magallonera, que ya realizó en su día con su grupo Aragonian, pero que aquí, con la cobertura de la HBB, sonó majestuosa y contó con un delicado interludio bluesy a cargo del teclado y la sección rítmica, así como con un emotivo solo de fiscorno. Para no romper la magia, sonó después el bonito bolero Belén of my life, que Gerardo –con otro escalofriante solo de fiscorno- dedica a su pareja y cuyo título recuerda a aquel Iniesta de mi vida del Mundial del 2010, aunque en versión romántica, claro. En el disco lo canta la gran Ludmila Mercerón, pero aquí lo interpretó la no menos grande Noelia Rodríguez, que en el siguiente tema, una estremecedora versión del Against all odds de Phil Collins, provocó aullidos de admiración entre el público. Una interpretación soberbia. Sin dejar el escenario, Noelia interpretó después a dúo con Antonio Pertusa, Lady is a tramp, canción de Rodgers-Hart que hicieron popular crooners como Tony Bennett o Frank Sinatra.

Más tarde, Noelia y Antonio unieron sus voces a las del batería Rubén Correia y de la trombonista Lola Martínez para crear un cuarteto vocal a lo Manhattan Transfer e interpretar, con las voces perfectamente empastadas, el clásico Route 66 de Bobby Troup, únicamente acompañados por el teclado de un Paco Escudero que pareció emular el puro sonido Nueva Orleans de Professor Longhair. Enfilando ya la recta final, llegó el momento del bajista de la banda, Alejandro “Chino” Villacampa, que, con sus gafas-estrella a lo Bootsy Collins, introdujo en clave electro-groovy el Watermelon Man de Herbie Hancock, explorando la veta más funky y experimental de la HBB, haciendo guiños a Eumir Deodato e incluso insertando un scratch, que fue aplaudido por el público como si se tratara de otro solo más.

Después se proyectó el video del tema Koronablues, que ha dirigido Daniel Pardo en el Casino oscense en un blanco y negro con regusto camp. Y la fiesta terminó en clave de góspel, primero con el celebérrimo Oh happy day de los Edwin Hawkins Singers, interpretado por el Coro Mumo y con las voces solistas de Noelia y de Satur Rodríguez, los dos directores del Coro de esta academia oscense. Y después, ya con toda la banda incorporada, sonó otro clásico góspel, When the saints go marching in”, utilizado en las alegres marchas fúnebres de Nueva Orleans. El público, a esas alturas, estaba ya totalmente rendido a los pies de la HBB, que se despidió con un bis muy festivo, tras darle una sorpresa a su director, Gerardo López, a quien dieron las gracias por su esforzada labor, regalándole un retrato de la banda y un ramo de flores. Un emotivo final para una velada que rubricó el buen momento de la Huesca Big Band y en la que se pudo escuchar mucho más que swing.