Cultura

ENTREVISTA

Sergio del Molino: “Hemos sido injustos y acusadores con los políticos de la Transición”

El escritor presenta este miércoles en el Centro Ibercaja Huesca (19:00 horas) ‘Un tal González’

Sergio del Molino.
Sergio del Molino.
S.E.

Sergio del Molino (Madrid, 1979) presenta este miércoles en Huesca su último libro, Un tal González, de la mano de la sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en el Campus oscense. A partir de las 19:00 horas, en el Centro Ibercaja, el escritor y periodista hablará de este recorrido novelado por la biografía de Felipe González y por los cambios sociales y políticos que se han dado en España a partir de la Transición y en las décadas siguientes.

“Literariamente hay un vacío que urge llenar porque no hemos abordado esa figura desde un punto de vista literario. Para mí era importante acercarme a ellos para empezar a dibujar un relato distinto al que ha sido hegemónico en mi generación, en la de los nacidos con la democracia, un relato de acusación, de reproche, de culpabilización constante de lo que ha ocurrido y de refutación de todo ese legado”.

Del Molino no comparte esa visión, y considera interesante usar “mis armas, las de la literatura”, para plantear las cosas de otro modo, desde su generación, “en la que tenemos una relación paternofilial, y esas relaciones siempre son complicadas”, y considera que “hemos sido injustos”.

A juicio del escritor, “hemos sido demasiado acusadores y les hemos comprendido poco”. Su generación ha visto a los políticos de la Transición “en años de decadencia, en los que había demasiadas cosas que se daban por supuestas, entre ellas la democracia, la libertad y una prosperidad que no existían cuando ellos empezaron su compromiso político” e insiste en que “no hemos sido capaces de ponernos en su piel y de entender las dificultades, el momento trágico con el que se encontraron y lo que consiguieron, el cambio nunca antes visto en España de transformación social, cultural, económica y política que sucedió en muy pocos años, y todo ello en un contexto muy difícil en el que era improbable que la democracia se impusiera”.

Con Un tal González, lo que hace es ayudar al lector a comprender las cosas en su época y no hacer un relato tan presentista, y sobre todo, “tan moralizante. Tenemos que aceptar la historia porque aceptarla es aceptar el presente. Tenemos que aceptar cómo se ha hecho el país en el que vivimos, y para eso hay que comprender qué motivó a esa generación a comportarse como lo hizo y entender si se traicionaron o no”. Un ejercicio que desde la literatura se puede hace mucho mejor que “desde la polémica periodística, la política... La literatura es empática y la narrativa nos permite ponernos en la piel de otros con bastante profundidad y comprenderles en su momento y su circunstancia. Es el espacio desde el que se puede articular todo esto, porque desde la tribuna es fácil pontificar”.

Del Molino se ha puesto en su piel y no sabe si sería capaz de hacer frente “a los dilemas a los que se enfrentaron y con la entereza y valentía con la que lo hicieron”, y todo ello desde la soledad del poder. “He descubierto a un Felipe González muy muy solitario”, algo que le fue forjando el carácter. Cuando se convierte en presidente del Gobierno, “se aísla porque no tiene a alguien al que tratar como igual y al que poder confiarle sus dudas y conflictos”. Para alguien para el que la política lo ha sido todo y por ella lo ha sacrificado todo, “la soledad llega a abrumar. Son muchas las cosas que dependían de él y una mala decisión podía tener consecuencias sobre mucha gente. Eso da vértigo. Intentar ponerte en su piel es revelador, explica unas cosas y se entienden mejor otras que se han interpretado como traiciones, vanidades o un personaje que se ha endiosado”.