Cultura

LA ENTREVISTA

Omar Fonollosa: “Lamentablemente, la pérdida es una compañera que no podemos evitar”

El joven poeta aragonés presenta este jueves en Fraga ‘Los niños no ven féretros’, poemario con el que ganó el Premio Hiperión

Omar Fonollosa.
Omar Fonollosa.
S.E.

Casualmente, el joven poeta Omar Fonollosa (Zaragoza, 2000) atiende a esta entrevista el Día de la Poesía, justo un año después de proclamarse ganador del Premio Hiperión, uno de los más prestigiosos a nivel nacional. El autor aragonés presenta en Fraga este jueves, a las 20:00 horas, en el marco del Marzo Poético, la obra que le llevó a hacerse con este galardón: Los niños no ven féretros.

Con este poemario, Fonollosa echa la vista atrás, a su infancia y su adolescencia, para descifrar algunos de los aspectos de la vida más complicados. “En un haiku del libro digo que crecer es restar/en Navidad cubiertos/sitios vacíos. En realidad es aprender a sobrellevar la pérdida, a convivir con ella del mismo modo que convivimos con la tristeza o con la felicidad”, comenta.

Acto seguido, el artista apuntala que “la pérdida es una compañera que lamentablemente no podemos evitar. Y no solamente la pérdida de la vida, sino la pérdida de ciertas circunstancias, de ciertas amistades, de ciertas personas… es algo tristísimo que he querido reflejar en estos poemas”.

Para Fonollosa, escribir poesía, “y más desde que me dieron este premio”, es una “responsabilidad”. “El Hiperión supone tener un cuidado todavía más riguroso y pulcro con el lenguaje. Yo me siento en deuda con el lenguaje cada vez que escribo un poema”, asegura, llamándose a sí mismo “versificador o hacedor de versos”, porque para considerarse poeta, asevera, le queda todavía por hacer: “Poeta era Neruda, poeta es García Montero”

Otra de las consecuencias de alzarse con este premio ha sido la de “entrar de lleno en el panorama nacional, y eso conlleva pasar de admirar a autores que siempre he leído, a formar parte de mesas redondas con ellos, y a cenar con ellos. También me ha dado la posibilidad de conocer personalmente a Joaquín Sabina y entablar una amistad con él”.

Fonollosa concibe la poesía “como si fuera un tercer pulmón, porque escribo porque no puedo hacer otra cosa. No puedo dejar de escribir”, cuenta el artífice de Los niños no ven féretros, poemario con el que desempeñó “una labor de oficinista durante el último año antes de su publicación, dedicándole ocho horas diarias”.

Respecto al lugar que ocupa este género en la literatura, lamenta que “la poesía siempre es la gran olvidada, la que siempre se relega a los anaqueles más polvorientos de las librerías y la que es condenada al silencio en algunos reportajes de periodismo. Pero en realidad es la matriz de todo, es la madre de todas las literaturas. Se nos olvida que lo primero que se escribió fue poesía y que, sin ella, no existirían el resto de géneros de la literatura, al menos como los conocemos”, dice, reivindicando que “la poesía es un imprescindible, la matriz, el germen de todo”.