Cultura
Antonio Baldellou pone en valor a Vicente Solano
La charla clausuró las XXI Jornadas Culturales de Amigos de la Peña

Tras una exhaustiva labor de investigación, en la línea de las realizadas en torno a otros personajes ilustres ribagorzanos, el Doctor en Medicina Antonio Baldellou reivindicó la figura de Vicente Solano, “El cura de Grustán”, en la charla de clausura de las XXI Jornadas Culturales de Amigos de la Peña ofrecida el pasado jueves. Presentando a Solano, pilar fundamental de “la Edad de Plata” de Graus que fue el siglo XIX, junto a Ramón Baldellou, José Salamero y el propio Joaquín Costa, el ponente hizo justicia sobre “un personaje increíble, interesantísimo y el que hizo una labor más desconocida”, dijo.
La conferencia fue multitudinaria, en la línea del resto de actividades de las jornadas desarrolladas el pasado agosto que, según la Asociación Amigos de la Peña -que las organiza junto con el Ayuntamiento- han atraído a un millar de personas.
Con Costa y los clérigos Baldellou y Salamero, “eran amigos, se conocían, aprendieron unos de otros, se apoyaron, y realzaron ese siglo maravilloso de Graus en lo cultural porque fue durísimo con las guerras de Independencia, las Carlistas, la miseria, la peste y el hambre”, comentó Antonio Baldellou.
Estudiados en profundidad los tres restantes, “quedaba llamar la atención sobre Vicente Solano que, a pesar de que era el más inteligente de los cuatro, es el que hizo una labor más desconocida”.
Baldellou relató su “curiosa” vida que comenzó con su nacimiento en el Barrichós en 1791 y que, con tan solo 8 años, comenzó su formación religiosa. “A los 17 años, había cubierto latinidades, filosofía, estudios de teología en la universidad sertoriana en una carrera brillantísima y fulgurante”. El ponente incidió en que tras el estallido de la Guerra de la Independencia, “dio otra muestra de su carácter, dejándolo todo y apuntándose voluntario al batallón de infantería ligera que mandaba el General Villacampa y, como hizo en el mundo eclesiástico, hizo un carrerón militar”, explicó.
Vicente Solano terminó con el decimocuarto Duque de Frías y fue un héroe en los Sitios de Zaragoza y “acabó en el Puerto de Santa María como capitán con una carrera política y militar brillante por delante”. Sin embargo, sorprendentemente, “cuando terminó la guerra se volvió a Ribagorza y pidió la reincorporación a la carrera eclesiástica”.
En pocos meses, alcanzó el presbiterado y, tras un enfrentamiento con la curia de Barbastro, se retiró a Grustán.
“Llegó a Grustán y se quedó fascinado. A partir de ese momento, con la cantidad de libros e informes que escribió siempre firmaba como cura, párroco de Grustán”, pese a que le ofrecieron cargos en la Curia, “pero nunca quiso abandonar el retiro de Grustán”.
Allí estuvo hasta que se jubiló, pero “no se aisló. Formó parte de sociedades de comercio, cultura, recibió la orden de Carlos III, tuteló al último monje de San Victorián y quedó como doctor de la iglesia por varios tratados de teología”, destacó Baldellou instando a poner en valor la memoria de Solano y la propia iglesia de Grustán, propiedad del Ayuntamiento de Graus.