Cultura

TEMPORADA otoñal

Tríptico musical de un otoño cálido

Júlia Cruz, Pared con Pared y Aire & Teto Giménez animaron el fin de semana en la capital oscense

Pared con Pared.
Pared con Pared.
Luis Lles

El otoño, que aseguran por ahí que va a ser especialmente cálido este año, ya se hace notar en su vertiente musical en la capital oscense. Tras el habitual paréntesis de septiembre, la actividad se retoma y este pasado fin de semana, además del concierto de otoño que la Banda de Música de Huesca ofreció en el Quiosco del Parque, ha deparado a los oscenses un heterogéneo tríptico sonoro: de la comprometida canción de autor de Júlia Cruz al flamenco de Aire y Teto Giménez, pasando por el pop-rock de Pared con Pared.

Canción comprometida

El sábado, en el marco de una jornada de homenaje a Joaquín Maurín con motivo del cincuentenario de la muerte de este político e ideólogo del POUM nacido en Bonansa, el IEA acogió una velada que contó con una mesa redonda sobre Maurín, la proyección del documental Las cerezas del exilio de Vicky Calavia y la actuación de la joven artista fragatina Júlia Cruz Sesé, a la que dos días antes se había podido ver en el Auditorio del Palacio de Congresos junto a la cantante Alondra Bentley en el espectáculo La quebranta de los Titiriteros de Binéfar, en el marco de la Feria de Teatro y Danza. 

Acompañada únicamente por Carla Zanuy al teclado (y coros ocasionales), ha ofrecido un breve recital en el que, en consonancia con el acto en el que participaba, hizo honor a su trayectoria como feminista y activista comprometida, y mostró su cálida, prístina y emocionante voz a lo largo de seis canciones. 

Como no podía ser de otra forma tras el documental que se había proyectado antes, inició su actuación invocando a Antonio Machado al interpretar su versión de Cantares de Joan Manuel Serrat. Arrancó los correspondientes ¡bravos! desde el primer minuto. Siguió con Entre poetas y presos del ya disuelto grupo La Raíz, y después dedicó una emocionante relectura de Al alba de Luis Eduardo Aute a la gente que no se pudo marchar de España tras la guerra.

Evocó después la figura de Salvador Puig Antich al cantar Abril 74 de Lluís Llach y cerró su breve intervención con el escalofriante Gallo rojo, gallo negro de Chicho Sánchez Ferlosio. El entusiasmo del público le llevó a ofrecer un bis en el que interpretó sola con su guitarra, pero acompañada en el coro por el público, el emblemático Canto a la libertad de José Antonio Labordeta, que clausuró el acto en tono enardecido.

Pop-rock canónico

Nada más acabar el recital de Júlia Cruz en el IEA, a pocos metros, en la Sala Edén comenzaba la actuación de Pared con Pared, grupo aragonés que tiene entre sus filas al bajista oscense Lorién Sierra. La formación se completa con Marcos Marcén (voz y guitarra acústica), Manuel Cano (guitarra eléctrica), Guillermo Navas (batería) y Kike Larqué (teclado). Poco más de un año después de la presentación en El Veintiuno de su primer álbum, Sinergias, el grupo regresaba a Huesca para presentar algunos de sus temas nuevos, ofrecer alguna que otra versión y repasar al completo de nuevo su primer álbum. La música de Pared con Pared, que ellos mismos han definido alguna vez como música sin pretensiones, es, efectivamente, una música que no tiene aspiraciones especiales de querer convertirse en algo original y que prefiere situarse en el lado del pop-rock más canónico y reconocible. Y como ya sucedió en la anterior ocasión, un público muy adepto y familiar, ganado de antemano, volvió a llenar la sala para aplaudir a este grupo que bebe de fuentes muy claras: los Secretos, Leiva, Sidecars, Fito & Fitipaldis, La Guardia, Revólver… Vaya, lo que viene siendo el pop-rock español de toda la vida.

Iniciaron su actuación con Escarpias y Levitamos, para continuar con ese Treintaytantos que posee una sonoridad en la onda de Bruce Springsteen, lo que indudablemente remite también a Carlos Goñi y Revólver. Por su parte, Supermujer evoca más al rock argentino de Andrés Calamaro o Fito Páez, mientras en el medio tiempo La mayor explosión jamás cantada incluyen un guiño al No puedo vivir sin ti de Coque Malla. Convirtieron después Reina del pop en adictivo pop & roll, para continuar con la balada Bienvenida al Club. 

Tras solucionar unos puntuales problemas de sonido, ofrecieron uno de sus temas nuevos, Al frente del timón, una suerte de reflexión sobre el paso del tiempo. Pusieron más tarde a bailar al público al ritmo de Follow the leader al final de su canción Hoy es tu gran día, y hablaron sobre la dificultad de hacer música cuando los componentes de un grupo están cada uno en un lugar diferente, como es su caso, en el tema Oviedo-Madrid-Zaragoza. Y tras interpretar una versión de Héroes del sábado de La M.O.D.A. (La Maravillosa Orquesta Del Alcohol), con su línea de bajo en clave de disco music, enfilaron la recta final con el toque groovy de su nuevo tema Valga la redundancia y con el pop-rock vibrante de V de Vendetta, el tema que precisamente cierra su primer álbum.

Pero ante una audiencia tan entusiasta, sin salir del escenario, el grupo ofreció un bis en el que sonaron dos de sus canciones más aplaudidas, El Trinche (Inacabada) y Nómadas, un tema muy a lo Springsteen con aires de declaración de principios. Entre una y otra sonó también una versión del animoso Antes que ver el sol del argentino Coti. Y al igual que sucedió la otra vez en El Veintiuno, se despidieron en olor de multitudes mientras por los altavoces sonaba el Sweet Caroline de Neil Diamond.

Vermú flamenco

Y el domingo al mediodía, en el Restaurante La Zambra, de la Casa de Andalucía, llegaba una nueva edición de esos Vermús Flamencos que despiertan la curiosidad tanto de los adeptos como de los profanos. En esta ocasión, se trataba de valores locales, de casa. Teto Giménez es ya un histórico de la escena gitana oscense, que en su día perteneció a Chanela y que actualmente mantiene su buen pulso para convertirse en uno de los grandes guitarristas de la ciudad. Y junto a él, su hija Aire (al parecer es el nombre con el que le llamaba su abuela) ha experimentado una meritoria progresión, y ahora, a su preciosa y luminosa voz, une una mayor seguridad en sí misma, que poco a poco puede llegar a deslumbrar. Una voz con la que es capaz tanto del requiebro como de la filigrana, acometiendo desde una bulería de Camarón de la Isla (Viejo mundo) hasta uno de esos delicados cantes de Lole y Manuel (Con hojas de menta), pasando por una versión aflamencada de esa maravilla que es Frente a frente, canción que el gran Manuel Alejandro compuso para Jeanette y que Aire interpretó de forma deliciosa. 

Sabia elección si se tiene en cuenta que la voz de Aire posee un similar tono dulce al de Jeanette. Cuando se habla de Rosalía se le acusa a menudo de apropiación cultural del universo gitano. Pero lo cierto es que desde hace años es también una costumbre gitana apropiarse de temas pop “payos”. Y Aire lo hizo muy bien, con gusto y sensibilidad. Su voz es, sin duda, un soplo de aire fresco.

Finalizó su actuación con un derroche de sutileza, con su voz sobresaliendo entre los hermosos arpegios de guitarra de Teto, al interpretar Gelem Gelem, canción que se ha convertido en algo así como el himno extraoficial del pueblo gitano y en la que se hace referencia tanto a la condición itinerante de los gitanos como a su genocidio en los campos de concentración nazis. Finalmente, una fugaz intervención como invitado del Cutu, con su poderosa y racial voz (en contraste con la de Aire), puso el broche a un excelente Vermú Flamenco… a pesar del calor reinante en este veranico de San Miguel.