Cultura
Blues del Jai Alai
El joven guitarrista Mack McDonald conquistó el Juan Sebastián Bar

El blues es un género musical que se ha asociado siempre al lamento de la población afroamericana ante el sufrimiento inherente a su condición de esclavos en Estados Unidos. Un estilo, por tanto, surgido de la queja del pueblo negro ante su penosa situación. De ahí el titular de esta crónica, Blues del Jai Alai. Porque, sin duda, las leyes y los reglamentos están hechos para ser cumplidos. Pero también está claro que esta ciudad no se puede permitir el lujo de perder uno de sus mejores espacios para ver conciertos en vivo. La capital oscense debería abrir un debate para solucionar este problema de una vez por todas, ya que una sala de capacidad media como el Jai Alai es absolutamente necesaria para absorber la oferta musical de una ciudad con tanta tradición de conciertos como Huesca.
Ante la orden de cese de actividad en el Jai Alai por parte del Ayuntamiento, la Peña Alegría Laurentina decidió llevar la actuación prevista de Mack McDonald al Juan Sebastián Bar, que se llenó con un público ávido de escuchar a este joven bluesman. Con tan solo 22 años y procedente de Augusta (Georgia), lo de este jovencísimo guitarrista es puro anacronismo. Prácticamente ningún negro de su edad en Estados Unidos se dedica al blues, un estilo relacionado desde hace años con un público blanco y bastante mayor. La juventud afroamericana está mucho más interesada en el hip hop, el trap, el R&B y los sonidos denominados urbanos. Por eso tiene su gracia y su interés que un chaval se dedique en estos momentos al género que quizá ha evolucionado menos en el universo musical. El blues es un estilo canónico hasta el extremo, cuya evolución a lo largo de su más de un siglo de vida ha sido mínima. ¡Si es que incluso el flamenco y la jota, estilos puristas donde los haya, han experimentado más variaciones y cambios que el blues!
Eso sí, siempre es un buen momento para disfrutar del viejo buen blues. Como en la sesión que ofreció el jueves Mack McDonald, que entró en el Juan Sebastián Bar entre los vítores del público que le esperaba con impaciencia. Se trataba, además, del primer concierto de su gira europea, que en España está impulsada por la revista especializada Solo Blues. Como suele suceder con todas las figuras del blues que visitan nuestro país, McDonald estuvo acompañado por un trío de músicos españoles (Ramón a la guitarra, Andrés al bajo y contrabajo y Alberto a la batería), más las aportaciones ocasionales de un armonicista. Nada más comenzar su actuación, el joven bluesman se excusó diciendo que su voz no estaba en plena forma porque el domingo había estado cantando en una iglesia y allí se había quedado casi sin voz. Pero lo cierto es que sus facultades vocales no parecían haberse resentido. Aunque el fuerte de Mack McDonald es, sin duda, su versátil toque de guitarra.

Arrancó su concierto con una versión de Runnin´ wild del tejano Pee Wee Crayton, señalando que la letra del tema describía en gran medida su propia situación, que se resume en aquel La ciudad no es para mí de Paco Martínez Soria. Siguió después con Certainly all de Junior Watson, en el que consiguió desde el primer momento la participación del público en los coros. Pasó más tarde al blues más lento, en cuya interpretación reclamó silencio al bullanguero público, soltando un “¡cállate la boca!” en perfecto español, que dijo haber aprendido de un profesor que había tenido. En ese slow blues fue cuando imitó con gran precisión el toque de sus maestros B.B. King (calmado y elegante) y Albert King, más punzante. Y siguiendo con la saga de los “kings”, le tocó después el turno a Freddie King, de quien interpretó un emocionante y apasionado Lonesome whistle blues. Y la primera parte la finalizó con mucho swing, interpretando Night train, un viejo blues instrumental de Jimmy Forrest.
Y tras el obligado descanso del Juanse, abrió la segunda parte al son del rhythm & blues, introduciendo en forma de pequeñas bromas citas del clásico Tequila, del góspel Down by the Riverside, de La bamba o dos villancicos, Jingle Bells y Santa Claus is coming to town. Humor no le falta, desde luego. Tras un recuerdo de Johnny Guitar Watson –uno de sus ídolos-, se mezcló entre el público para ofrecer un homenaje al blues de Chicago que, haciendo salir de su guitarra chispas, rayos y centellas finalizó con la interpretación del clásico Sweet home Chicago de Robert Johnson, coreado por todo el personal. Fue magnífica su versión de River´s invitation, un slow blues de Percy Mayfield en el que Andrés cambió su bajo por el contrabajo. Y se despidió con todo un clásico del blues, I´m ready de Muddy Waters, de nuevo interpretado entre el público, que reclamó con fuerza un bis, que por supuesto le fue concedido y en el que asomó la vertiente más rocanrolera de este joven bluesman que desafía al tiempo presente con una música tan añeja como clásica