Cultura

CRÍTICA MUSICAL

Aullidos en el garaje

El grupo Dry Tongues ha actuado este jueves en el Juan Sebastián Bar de la capital altoaragonesa

Dry Tongues en el Juan Sebastián Bar de Huesca.
Dry Tongues en el Juan Sebastián Bar de Huesca.
L.LL.

Aunque el Juan Sebastián Bar suele programar habitualmente jazz, este jueves hizo un hueco al rock y dejó que los madrileños Dry Tongues se subieran a su escenario e inundaran el Juanse con sus vibrantes riffs de guitarra. De reciente creación, Dry Tongues es un grupo formado por Víctor Sánchez (teclados), Joe O’Boyle (bajo y voz), Michel O’Boyle (batería) y el frontman Hugo Arribas (voz y guitarra). Cuatro músicos muy jóvenes que, sin embargo, buscan sus referentes en la era antigua del rock, en bandas de los años 60 como los Animals o los Rolling Stones y, sobre todo, en el garage rock, tanto el de los años 60 (The Seeds, 13th Floor Elevators), como el de los años 80 (los suecos Nomads, los australianos Lime Spiders), lo cual les lleva a aproximarse también a los grupos españoles de garage rock ochentero como los Negativos e incluso los oscenses Mestizos o Los del Trasmuro. Ese teclado en modo Farfisa (aunque fuera un Casio) ayuda mucho a establecer esa conexión.

El grupo tenía delante a un público con muchas ganas de bailar y así fue como pronto el Juanse se transformó en una insólita pista de baile. Abrieron fuego con una versión del White Light/ White Heat de la Velvet Underground, rindiendo así tributo a uno de sus ídolos, Lou Reed. Después, presentaron de un tirón las cuatro canciones que se incluyen en su primer EP. Junkie of love, What you have? y She pays the rent son temas canónicos de puro garage rock. Aullidos en el garaje. Que, por cierto, era el nombre de la primera banda de Miqui Puig antes de convertirse en los Sencillos. Por su parte, I can’t write a song for everyone está más próxima al sonido del London Calling de The Clash, que es otro de los referentes reconocidos de los Dry Tongues. Terminaron la primera parte de su actuación con una contundente revisión del Have love, will travel de los Sonics, otro emblema del garage rock.

Tras el oportuno y habitual descanso en el Juanse, el grupo madrileño retomó su actuación con una versión del clásico Help! de los Beatles. Y tras la sorprendente relectura que hicieron del Foe Dee Oh Dee de The Rubettes (un grupo glam de segunda división), ofrecieron otro tema propio, California trippin’, con el que evocaron a los Beach Boys más lisérgicos. Y ya prácticamente hasta el final continuaron con una ristra de versiones, mientras el público no dejaba de bailar: Hang fire de los Rolling Stones, el blues Bright lights, big city de Jimmy Reed (tocado a la manera en que lo hacían los Animals o los Stones), el vibrante Ever fallen in love de los Buzzcocks y una revisión punki del Can’t help falling in love de Elvis Presley. Se despidieron en primera instancia con Get away, pero sin salir del escenario y ante la aclamación popular ofrecieron como propina otra sorpresa inesperada, nada menos que The chain, de uno de los discos más vendidos de la historia, el álbum Rumours de Fleetwood Mac. Un buen broche para una intensa noche de rock.