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SENDERISMO - PEÑA GUARA: TURISMO POR EL ALTO ARAGÓN

Una "autopista rocosa" para alcanzar el Ibón del Sen

Los excursionistas atravesaron el espectacular Puente de los Pecadores

Una "autopista rocosa" para alcanzar el Ibón del Sen
Una "autopista rocosa" para alcanzar el Ibón del Sen
P.G.

HUESCA.- Pasado San Juan de Plan, en un amplio aparcamiento para coches y motos, nos dejó el autobús a los 45 senderistas de Peña Guara para la excursión de Turismo por el Alto Aragón. En este punto una tablilla indicadora, Puen Pecadós, junto a unos paneles informativos de rutas que se pueden realizar por la PR-HU 115 y S-7, con tiempos marcados que son bastante exactos, comenzamos la jornada.

Bajo un bosque de tilos, algunos llegan a los 25 metros de altura y están en el catálogo de árboles notables de Aragón, se desciende al espectacular Puente de los Pecadores que salva el río Cinqueta el cual discurre encajonado cincuenta metros por debajo de nosotros. La algo tenebrosa leyenda cuenta que desde allí se arrojaban al vacío a los malhechores y contrabandistas para lavar sus culpas. ¡Vamos, que les obligaban a hacer puenting pero sin cuerda! Observamos la espectacular garganta, los frondosos tilos y comenzamos a subir por un camino que pronto nos presenta un desvío hacia la izquierda por la S-7, pero nosotros tomamos el de la derecha hacia el ibón del Sen (PR-HU-115, toda la ruta está perfectamente indicada y balizada por señales amarillas y blancas). El continuo pero suave ascenso por un camino de herradura que efectúa largas lazadas, empedrado en muchos tramos y entre variada vegetación de avellanos, serbales, bojes y pinos, nos lleva a un balcón natural sobre el valle con una buena panorámica.

Aunque hay numerosos desvíos a campos y bordas la senda se sigue con facilidad entre tapiales y muros conformados por pedruscos de granito, que se mantienen en buen estado, y que dan una idea clara de la laboriosidad de las gentes del valle a la hora de aprovechar al máximo las ladera. Sin duda este era el camino original, ahora ya en desuso, pues se puede acceder a ellas por una pista forestal.

Así, como sin darnos cuenta, llegamos a la pista y nos pusimos a almorzar contemplando el espléndido panorama. Los picos de las Diez, las Once y el Mediodía y buena parte del macizo de Cotiella por un lado, hacia el sur el pueblo de Gistaín y el collado de la Cruz de Guardia (en una travesía cruzándolo bajamos a Bielsa) y hacia el norte las Agujas del Sen, nuestro punto de destino. Durante veinte minutos caminamos por la pista. En una bifurcación tomamos la de la derecha donde un cartel nos indica que entramos en el Parque Natural Posets-Maladeta.

Hasta aquí, donde hay una represa de hormigón para controlar la excesiva erosión que causan los barrancos de la zona, se puede acceder en todoterrenos.

Una explotación ganadera nos corta el paso y la rodearemos, dejándola a la derecha, por una senda entre tasca alpina que va ganando altura hasta salvar un zócalo rocoso que pone ante nuestros ojos un bonito puente de madera por el que cruzaremos el barranco del Sen.

Con amplias y largas lazadas logra la senda de forma cómoda superar el fuerte desnivel de la ladera herbosa que tenemos ante nosotros. Se pasa ante el refugio de Las Pardas y el tranquilo caminar permite comprobar lo mucho que ya hemos subido y gozar del premio de las magníficas vistas que nos rodean. Al culminarla aparece un falso llano en el que hay que cruzar sin dificultades algunos brazos del barranco.

Al fondo se divisa el dentado contorno de las cimas de las Agullas del Sen y una alargada cascada en sucesivos saltos que superaremos por lazadas entre zonas herbosas o pedregosas para alcanzar una hondonada con una charca represada. Ante nosotros una muralla de grandes bloques de piedra granítica debemos superarla por el sendero que a la derecha nos lleva a lo que fue pared de la presa para introducirnos por un pasillo entre un caos de gigantescas rocas.

Atravesado este corto pero penoso último tramo llegamos a una plataforma desde la que tenemos una maravillosa vista del Ibón del Sen (2340 metros de altitud), con sus tranquilas aguas de color azul, nieve en sus orillas y rodeado en casi la mitad de su perímetro por las prácticamente inalcanzables Agullas del Sen.

Tras mojarnos los pies, la consabida sesión fotográfica y un buen y merecido descanso.