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Carlos Oriach Chicot: “En una carrera, Eliseo tiró de mí y así conseguí mi mejor marca”

Natural de Albelda, este altoaragonés ha sido durante tres décadas un recio puntal del Centro Atlético Monzón (Hinaco-CAM)

Carlos Oriach Chicot: “En una carrera, Eliseo tiró de mí y así conseguí mi mejor marca”
Carlos Oriach Chicot: “En una carrera, Eliseo tiró de mí y así conseguí mi mejor marca”
A.A.

Natural de Albelda, Carlos Oriach ha sido durante tres décadas un recio puntal del Centro Atlético Monzón (Hinaco-CAM), entidad que el año pasado festejó el 75 aniversario. En honor a la verdad, hay que cambiar el tiempo verbal: con cincuenta primaveras en sus piernas, sigue siendo un buen peón del equipo que compite en la liga de Primera División. Y en una de las disciplinas más duras: los 3.000 metros obstáculos.

El literano se sincera: "Lógicamente, he perdido potencia y velocidad, pero aún estoy ahí, para cuando me necesiten, y tengo muy claro que correré mientras lo haga dignamente. Los 3.000 obstáculos es una prueba muy exigente. Las vallas las llevo bien, y la que me castiga es la ría. Pero bueno, estoy en el ruedo".

Carlos se inició en el mundo del atletismo en el albor de los ochenta de la mano de José María Sorando, un profesor de matemáticas del instituto de Binéfar que colaboraba con la Escuela Deportiva de La Litera. "Fue un tiempo en el que no estaba José Antonio Adell. En Albelda se formó un grupo voluntarioso e ilusionado: Vicente Sisó, Elisa Sabater, Alicia Enjuanes, Beatriz Purroy, Yolanda Bitriá... Con las directrices que nos daban, entrenábamos en el campo de fútbol y por los caminos", explica.

A la par que los albeldenses entran en la edad juvenil, Sorando se traslada a trabajar a Zaragoza, Adell vuelve a tierras literanas, la lógica se impone y los atletas son reconducidos hacia el Centro Atlético Monzón, el cual les aseguraba instalaciones adecuadas y la competición en ligas y campeonatos. Carlos se ha decantado por el cross y el medio fondo.

"Con la mayoría de edad y el carné de conducir, iba a Monzón a entrenar los martes y los jueves. El grupo era excepcional: Fernando García "Phondy", Javier Yerno, Chicho de la Fuente, Óscar Calero... Resulta curioso: no me gustan los deportes colectivos (prefiero retarme a mí mismo y no tener que dar explicaciones al grupo) y en el CAM encontré un "colectivo de deportistas" con las mismas inquietudes. Un equipo, sí, pero de otra manera", dice.

Con poco más de 20 años, Carlos se sube al carro de los 3.000 metros obstáculos y allí ha permanecido hasta hoy. Javier Bordes ya marcaba el retiro a medio plazo, faltaba gente y el literano, que en la liga acostumbraba a correr el 1.500, dio un paso al frente. Con cronos en torno a 9.30 en el viacrucis que supone saltar 28 vallas y siete veces la ría, cumplió sobradamente.

Su mejor marca, de 8.58.26, tiene historia. La cuenta: "Un día se me ocurrió retar a Eliseo Martín, que todavía no se había especializado en los obstáculos, y me ganó. Creo que él hizo 9.03 y yo 9.07. Poco tiempo después, acudimos a un control para hacer mínima para el Campeonato de España, e invité a Eliseo. En la carrera, tiró de mí y así conseguí los 8.58.26. Lo de Eliseo es algo extraordinario".

A la pregunta de cuál es el mejor recuerdo de la trayectoria, Carlos contesta sin vacilar: "El ascenso a Primera División, en junio de 1993. Llevábamos tiempo persiguiéndolo pero se nos escapaba. Hay que tener en cuenta que éramos un grupo no muy grande, y casi todos de Monzón y la redolada. Una familia compacta, que siempre ha sido el mejor activo del club. Fue realmente duro y gratificante. Luego, el equipo se reforzó con atletas de Zaragoza y Lérida, a los que se les abonaban los viajes y las dietas".

Aquel día, en Zaragoza, Eliseo Martín y Carlos Oriach coparon los dos primeros puestos en los 3.000 metros obstáculos. Helios ganó con 195,5 puntos, y le siguieron el CAM (193), Reus (191,5) y Bancaixa (158). Los tres primeros, en un pañuelo. Hazaña conseguida. Nunca retornaron a Segunda División.

Sin pesadumbre, pues acepta el correr del calendario, el literano apunta que día a día nota la merma de potencia y elasticidad, y remarca: "Los 3.000 no puedes correrlos con los ojos cerrados. Ahí están las 28 vallas y los siete saltos de ría. Tienes que dosificar y trabajar con las piernas y la cabeza. Sigo entrenando con la idea de que esta primavera se cumpla otro gran sueño".

Tal "sueño", de hacerse realidad, se escribirá en las crónicas deportivas con negrita y entre signos de admiración. Pol Oriach, hijo de Carlos, ha brillado notablemente en los últimos años en cross, el medio fondo y los 2.000 metros obstáculos. De hecho, en 2018 se proclamó campeón de España de la última disciplina y subcampeón de Europa, y en 2019 se adjudicó el oro en el Festival Olímpico de la Juventud Europea. El padre añade con orgullo: "Y tiene una marca estratosférica de 3.43 en los 1.500".

El caso es que Pol, nacido en 2002, ha abandonado esta temporada los 2.000 obstáculos y entrado de lleno en los 3.000 (también de vallas y fosos), y todo apunta a que será un hombre clave en las competiciones de liga del CAM. El sueño está servido: un día de esta primavera, Carlos y Pol, Pol y Carlos, pueden coincidir en la línea de salida defendiendo los mismos colores.

Oriach remata: "El sueño no es una utopía. El año pasado hice las mismas marcas de hace 23 años (sobre 9.40). Una cosa es segura, si corro, lo haré dignamente. Pol me sacará como poco un minuto, y yo me entregaré como siempre he hecho. Será bonito".

Posdata elegante: Carlos nunca forzó a Pol a practicar atletismo. Le dejó a su aire, le invitó a conocer el CAM y el chaval, poco a poco, se enchufó. "Si yo hubiera sido el entrenador de Pol, hace tiempo que no correría", asegura con un punto de humor.