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DOMINGO - OJO AVIZOR

Setenta años de la gesta nacional de unos muchachos del baloncesto de Huesca

El primer gran hito que puso el germen de este deporte en la ciudad

Setenta años de la gesta nacional de unos muchachos del baloncesto de Huesca
Setenta años de la gesta nacional de unos muchachos del baloncesto de Huesca
S.E.

Hace 70 años, agosto de 1950, unos jóvenes y valerosos deportistas de la noble y leal ciudad de Huesca protagonizaron uno de los hitos deportivos más tempranos y meritorios de su historia: el Campeonato Juvenil de Baloncesto de España. En las filas de aquellos talentosos muchachos, muchos nombres que posteriormente han brindado sobresalientes servicios a la proyección de la capital altoaragonesa. José de Ramón y José María Artero remembran aquella hazaña que entusiasmó a los oscenses.

El arranque de la historia se remonta al 13 de agosto, cuando la expedición llegó a San Sebastián, cinco veces y media en su censo la ciudad de Huesca. Allí, admiraron y compararon su Urumea y nuestro Isuela, los puentes del diablo y de las tablas oscenses con los de Zurriola donostiarra. Pasearon por su parte vieja y degustaron sus pinchos y el chacolí, e incluso se percataron de que El Pozal también hacía maravillas por estos lares. En la búsqueda de conexiones, en El Nido de Illarramendi se acordaban de sus madres por unas torrijas excepcionales. Incluso se atrevían a cotejar las bondades del cerro de San Jorge y del Monte Igueldo, que obviamente subieron a zapatilla porque ni estaba ni se le esperaba todavía al funicular posmoderno. Ese día, se llevaron la reprimenda de Picúreo, jefe del alojamiento, por su impuntualidad en el retorno. Y también aquí citaron a algún recio rector local oscense.

Los jóvenes disfrutaron el Aquarium, el estadio de Atocha, la Avenida de España, el Bulevar, el Paseo Nuevo y, el día 14, oraron en la Salve en honor de la Virgen de Coro en la basílica de Santa María. Se conformaron con fantasear con las tentaciones francesas, tan cercanas… "¿Para qué, si en Huesca jugábamos al parchís y la oca en nuestras casas, hacíamos barcos de papel que hacíamos navegar por el Isuela y nuestras madres ya compraban en La Confianza y en los Almacenes de San Juan?", se consuela José de Ramón. La gente rebosaba las calles y las playas en la Semana Grande, la presencia de Franco con toda su parafernalia coadyuvaba "al espectáculo"...

"Y encima llegamos nosotros nueve -¡menos mal que Ramón Huerva colaboró con la organización y se fue a casa de su hermana para dejar un sitio libre y no crear más problemas de alojamiento!- para jugar al baloncesto y otros más de Huesca para participar en atletismo (Antonio Turmo y compañía) y otros muchos, también jóvenes, de otras partes de España, para competir en natación, fútbol y atletismo, y hasta periodistas y fotógrafos deportivos, que no necesitaron acreditarse porque entonces no se estilaba".

San Sebastián era un hervidero que difícilmente hallaba soluciones para el alojamiento de todos, pero los que disputaron la modalidad de baloncesto en los Campeonatos Juveniles de España durmieron y descansaron "muy bien, sobre colchonetas de paja, alineadas unas junto a otras, directamente sobre el suelo, en los pasillos del Colegio Público de Amara, en la calle de Urbieta".

LLEGARON, VIERON, VENCIERON

Aquellos "bravos chavales", como los calificó "Nueva España" emularon a Julio César en su "vini, vidi, vici" tras la Batalla de Zela. Llegaron, vieron y vencieron. El escuadrón triunfal estaba integrado por José María Artero Lasaosa, Luis Broto Giménez, Rafael Fuertes Bertolín, Ramón Huerva Montalbán, Ricardo Oliván Gracia, Jesús María Pérez Loriente, José Ángel Pérez Loriente, José Ramón Gil y Mariano Sarasa Anaya. Les esperaban varios escenarios: el Colegio de San Ignacio de Loyola, el Estadio de Anoeta (que fue inaugurado por Francisco Franco el día 22 de agosto), la Plaza del 18 de Julio (hoy Plaza de Gipuzkoa) y el Frontón Gros, este último reservado para la final.

Llegar a esta fase era ya una proeza, porque habían arribado a San Sebastián tras vencer en las sectoriales. En la distribución en dos grupos, Huesca hubo de medirse a Castellón, Santander, Tarragona y Vitoria. Triunfos contundentes, desde el 66-38 inicial ante los levantinos hasta el 77-29 frente a los vascos.

Los ágiles jugadores de Huesca, primeros en su grupo, tenían ya sólo un escalón más para disputar la final. En semifinales, Segovia, y quien construyó el acueducto hacia la gloria fue el cuadro oscense tras apabullar por 67-55.

El Frontón Gros rezumaba ambiente para ver la final. Valladolid, con el internacional Lobón en sus filas, frente a Huesca. Un hueso duro de roer... Entre el público, los atletas que habían competido en el campeonato de atletismo además de otros hinchas que, con José María Gracia Lorés a la cabeza, se habían desplazado desde la capital altoaragonesa. Llegaron, como recogía Nueva España, "a interpretar los compases de los Danzantes y, al final del encuentro el público oscense se lanzó a la cancha y paseó en hombros a sus jugadores".

Sí, estimados lectores, hubo oro del bueno. Huesca venció al poderoso Valladolid por 58-41 y, después de recibir el título, José Porta Labata tuvo a bien invitar "en un buen restaurán del casco viejo" a todo el equipo. El redactor deportivo de Nueva España databa en las "dos y cinco de la madrugada" el comienzo del retorno a Huesca, "esperando llegar sin novedad sobre la nueve de la mañana".

Así fue, sin novedad pero con algo de demora, porque el conductor del autobús perdió levemente la orientación y dio tres vueltas al circuito de Sangüesa, Javier y Líedena. ¡Qué más daba, si la felicidad recorría todas las curvas del trazado!

La repercusión de la gesta se acrecentó por la inauguración previa del Estadio de Anoeta el día 22 de agosto. Se trataba, según las crónicas, del más moderno de Europa. En los fastos del estreno, que duraron 45 minutos, una demostración de baloncesto entre los dos finalistas, Huesca y Valladolid, con fraternidad incluso en el marcador, a 36 puntos.

El día 27 de agosto de 1950, Nueva España daba cuenta del acuerdo de la Comisión Municipal Permanente de "felicitar a los componentes del equipo de baloncesto juvenil por haber conseguido para Huesca el título de Campeones de España de baloncesto".

Un hito en la historia deportiva de la ciudad (en 1973 les homenajeó), el comienzo del idilio de Huesca con el baloncesto, la raíz de la amistad de muchos de los héroes, algunos de los cuales todavía rememoran, con una sonrisa en la boca y las carcajadas en el relato de pequeñas anécdotas y relaciones trascendentales, aquel Campeonato de España que puso en boca de todo el país el valor y la valía de los jóvenes de esta capital.

DE AQUELLAS LLUVIAS, ESTAS VOCACIONES

En la reciente presentación del patrocinio del Club Baloncesto Peñas por Levitec, el director general de esta empresa, Pablo Lera, expuso su decidida reivindicación de recuperar la solemne presencia de este histórico en el panorama nacional. Con absoluta seguridad, un alto porcentaje de las nuevas generaciones alcanzó a pensar en el fabuloso recorrido del equipo amparado en el patrocinio y la marca Magia de Huesca en los ochenta y los noventa del siglo pasado, que dieron pie a la frustración de tantos tras su venta y al valor hercúleo de quienes, desde entonces han mantenido enhiesta la bandera y la aspiración de volver a las mejores épocas.

Sin embargo, afortunadamente la hemeroteca de Nueva España nos permite reconocer en las entrañas de nuestros tiempos a equipos punteros del ámbito nacional, en una ciudad que podía presumir de instalaciones deportivas líderes que asombraban a los rivales a los que alojábamos procedentes de todo el país, y también algunos nombres que alcanzaron la internacionalidad. Cuando se escriba la historia de este deporte en nuestros lares, proclamaremos muy alto que, efectivamente, Huesca es ciudad de baloncesto.