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MONTAÑISMO

Peña Guara va de expedición a la gruta helada de Lecherines

Veintiún montañeros de un nuevo grupo del club Travesías Pirenaicas se estrenaron hace dos semanas con una salida con la nieve como protagonista

Los excursionistas de Peña Guara en una de las grutas heladas
Los excursionistas de Peña Guara en una de las grutas heladas
S.E.

Nadie hubiera dicho que después de semejante temporal de nieve y hielo tendríamos un febrero atípico por su climatología, es decir, que sería mucho más cálido de lo normal.

Los excursionistas de Peña Guara ya habían previsto que con semejante calor para esas fechas había que cambiar la excursión que tenían prevista en el programa por el riesgo de no encontrar suficiente hielo para ver la magnífica gruta en su esplendor porque cada vez los inviernos parecen más cortos. Por ello, la hicieron el domingo 14 de febrero.

Así pues, una vez ataviados con el material necesario, partieron desde Huesca, desde la estación de autobuses, los 21 montañeros que en esa ocasión se habían convocado.

Una vez en el pueblo de Canfranc el autobús les dejó para comenzar el ascenso a dicha gruta. La mañana es fresca, pero no hace el frío que corresponde a esta época del año. Así que, después de desprenderse de las raquetas que se habían llevado por si acaso hubiese nieve desde abajo, comenzaron el ascenso.

La subida era suave al principio y por un bosque de pinos que lo hizo mucho más agradable, hasta llegar al refugio forestal de Gabardito, a más de 1500 metros de altura. Llevaron buen ritmo, superando los 500 metros de desnivel en una hora más o menos. Una vez en este refugio se tomaron un apetitoso desayuno, algunos con un buen bocadillo, otros con fruta, etcétera. Aquí la nieve ya hace acto de presencia, una nieve con un espesor considerable y una dureza que nos parece casi helada.

Este domingo los montañistas realizaron una expedición hasta Lecherines
El domingo 14 de febrero los montañistas realizaron una expedición hasta Lecherines
S.E.

Poco después, tras pasar el barranco que hay más adelante del refugio y por el que baja abundante caudal de agua, se internaron en otra zona de bosque, aquí ya sin huella de ningún tipo, pues no ha subido nadie, -desde luego se nota el tema este del confinamiento-. Esta vez se encontraron el terreno virgen, sin una huella humana, excepto la de algún sarrio que en algunas ocasiones les marca el camino. Aquí el terreno está difícil de seguir y sería muy fácil perderse en el bosque, pues no hay trazas ni de senda, excepto alguna marca que se ve en algún árbol. Ello hace que el servidor que ejerció de guía se tuviera que esmerar bastante para encontrar el camino.

Aun así, poco después salieron del bosque y encontraron la mallata de Gabardito, la cual tuvieron que atravesar para llegar al corredor que baja desde la misma gruta de Lecherines.

La nieve en esa zona estaba bastante dura para atravesarla, lo suficiente para no hundirse. Desde ahí ya todo era nieve.

Después de atravesarla, cuando llegaron al pie del corredor, se colocaron los crampones, casco y piolet por seguridad, pues la inclinación del corredor en algunas de sus partes puede alcanzar hasta un 60%. Ahí la nieve todavía era más dura, casi hielo. Comenzaron el ascenso por la dura pala de nieve helada respetando todo el rato un pequeño hueco entre los miembros del grupo por si les sorprendía alguna caída del que llevaban delante. Entonces se plasmó realmente en la mirada de los montañeros la emoción que representa y el esfuerzo que supone superar una pala de semejante inclinación y también la satisfacción, una vez conseguido, cada escalón del corredor.

Al final llegaron a la boca de la gruta helada de Lecherines bajo la sorpresa de los componentes del grupo ante semejante belleza plasmada en forma de hielo y nieve.

Ahí, mientras algunos de los compañeros hicieron un breve descanso, esperando a los que faltaban, el guía se dedicó a equipar la entrada en forma de una huella para descender a la caverna helada. Una vez comprobada y hecha la huella segura, volvió a subir fuera de la gruta.

Comenzó el descenso de los demás compañeros ante el asombro de las columnas de hielo que adornan su interior. Una vez allí se dedicaron a recorrer sus enormes salas, dejando a la derecha lo que sería la continuación hacia otra sima.

Ya en el exterior de la gruta y con la satisfacción de haber hecho las suficientes fotos, nos comemos los bocadillos, pues pasamos ya el mediodía.

Este grupo promete, la armonía que se palpa en el ambiente me hace pensar que se está creando un vínculo muy profundo entre todos los compañeros de este nuevo grupo que se llama Travesías Pirenaicas.

Ya durante el regreso, en una pala inclinada, algunos compañeros entrenaron autodetención con piolet en nieve para adquirir destreza y seguridad ante una posible caída y luego continuaron el camino para realizar el mismo itinerario de subida, con una cara de satisfacción por el logro conseguido y con la vista puesta en la próxima excursión.