Deportes

SENDERISMO

Envueltos por la niebla en el pantano de Arguis

La ruta llevó a los excursionistas desde el embalse hasta Lierta pasando por el Collado de Las Calmas

Vista del pantano, con los excursionistas atravesándolo.
Vista del pantano, con los excursionistas atravesándolo.
José Antonio Terrón

Para el último domingo de febrero se había programado un recorrido con raquetas de nieve por la zona de Candanchú, pero al estar cerrada la estación de esquí no disponíamos de ningún tipo de servicios y además el manto de nieve era muy irregular, con abundantes zonas con calvas, por lo que decidimos llevar a cabo la travesía que no se pudo realizar el pasado mes de enero.

Cuando a las ocho y media del pasado domingo cruzábamos por encima de la presa del pantano de Arguis era clara la amenaza de lluvia y la niebla cubría todas las cumbres del entorno. Bien pertrechados, mascarillas incluidas, comenzamos por el camino, que de forma continua pero suave, va ganado altura, al principio junto al pantano para luego internarse en un bonito pinar.

La primera barranquera a la izquierda nos invita a introducirnos por ella para ascender a Las Calmas, pero la obviamos ya que la subida es muy empinada y las condiciones físicas hay que mejorarlas poco a poco. Proseguimos hasta encontrar una bifurcación y un panel indicativo con las amplísimas posibilidades senderistas de la zona.

La pista de la izquierda nos llevará hasta encontrarnos con la trocha por donde está enterrada la conducción del gas. Dejamos la pista y con calma emprendemos los primeros repechos, fuertes y continuos. La visibilidad no alcanza más allá de veinte metros por lo que se hace preciso no perder de vista la silueta que nos precede.

En el primer rellano se puede optar por la senda de la derecha (la de siempre para subir a Gratal) o una trocha a la izquierda que entre pinos, bojes, algunas hayas y con muchos ramilletes con las primera flores amarillas que aparecen (prímulas) se gana altura hasta conectar con la pista que dejamos hace algo más de media hora. Allí almorzamos con rapidez pues la temperatura era soportable para caminar, pero no para estar parado.

En este punto cuatro carteles nos presentan diversos recorridos. En poco más de un cuarto de hora estábamos en el collado de Las Calmas. Sin la magnífica visión que nos ofrece de la Hoya (la niebla seguía reinando) y con un viento racheado que nos lanzaba bolisas de hielo y nieve. Desistimos de bajar a los pozos de nieve y proseguimos por la amplia senda que recorre el cordal.

A buen paso entre pinos, bojes y erizones llegamos, para hacernos la foto de rigor, hasta el punto geodésico del pico Gratal (1.542 m). No confundir con la archiconocida Peña Gratal, que no vimos en toda la jornada. La trocha en suave descenso nos llevará hasta los fenales tras pasar por el collado de los Pinos. Los atravesamos con cuidado pues el terreno estaba muy encharcado y accedimos a la larguísima pista que nos conducirá hasta los primeros campos de cultivo y entre campos de almendros en plena floración a Lierta. Como eran casi las tres y lloviznaba decidimos venir a comer a Huesca.

El recorrido de poco más de 17 kilómetros lo hicimos en seis horas y cuarto salvando un desnivel de ascenso de 650 metros y 950 metros de descenso.

Para el domingo 7 la travesía preparada sube a Peña Oroel por la Senda de los Lobos para desde Punta Bacials recorrer todo el cordal y descender por la ruta habitual al refugio. a.

En el pico Gratal, con una intensa niebla rodeando al grupo a la hora de hacer la foto.
En el pico Gratal, con una intensa niebla rodeando al grupo a la hora de hacer la foto.
José Antonio Terrón