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MONTAÑISMO -  CARRERAS POR MONTAÑA

Dura jornada en el camino de San Úrbez

Peña Guara realizó su actividad anual de carrera de ultradistancia

Los montañeros, en el monasterio de San Úrbez.
Los montañeros, en el monasterio de San Úrbez.
S.E.

Desde la sección de carreras por montaña de Peña Guara se completa, una vez al año, una actividad que permita iniciarse a aquellos interesados en el mundo de las carreras de ultradistancia y para ello se realiza el sendero de gran recorrido GR-268, más conocido como el camino de San Úrbez, que permite recorrer de norte a sur la provincia y además es el patrón del club.

Este año, por razón del toque de queda, 26 montañeros salineros de Huesca a las 6:10 horas hacia Nerín, para empezar la ruta a las 8:30. Aunque oficialmente, el camino empieza en la ermita de San Úrbez, consideraron que no podía privarse del placer de empezar a correr a la sombra del Mondoto ni de la entrada al Cañón de Añisclo. Este primer tramo les llevó poco más de una hora para dejarles en la Cueva de Sastral, donde se erige la Ermita. Tras cruzar el espectacular puente románico sobre el río Bellós, se despidieron del cañón de Añisclo y comenzaron el segundo tramo con una pequeña subida hasta alcanzar Vió y Buerba para continuar hasta Yeba, punto del primer avituallamiento. Tras 15 km de actividad, y el calor obligó a los altoaragoneses a buscar la sombra y refrescarse en el lavadero.

El camino sigue por el valle de la Solana, que hacía honor a su nombre, y pasaron por Campol y Villamana para atravesar el Ara por el puente colgante de Lacort. En este punto, no quedó más remedio que aprovechar el mayenco y los 26 montañeros se tomaron un baño. Ahí se unieron Alfredo, Nacho, Chema y Rafa, que sólo tenían previsto hacer el tramo que faltaba, y Julia, que con unas molestias en la rodilla, prefiere, con buen criterio, no arriesgarse.

En otros 3 km, llegaron a Albella, pararon en la recuperada ermita de San Úrbez. Entonces esperaba la gran subida de la jornada, 1.000 metros de desnivel en apenas 7 kilómetros para llegar a las mallatas. Eran las 4 de la tarde y, afortunadamente, una nube tapó el sol durante buena parte de la subida.

En las mallatas, lugar tan desconocido como hermoso, dejaron atrás el Ara y las vistas del Pirineo, cambiando por Guara. Las fuerzas empezaban a estar justas y entre los primeros y la cola del grupo había más de media hora de distancia, por lo que tocó reagruparse y admirar el nacimiento del Alcanadre. Aguardaba una rápida bajada hasta Laguarta, donde esperaba su magnífica fuente antes del último avituallamiento.

Era el kilómetro cuarenta y poco, punto de reencuentro con el autobús, con el que habían quedado por si alguien no pudiera continuar y facilitar su retirada, pero no fue el caso.

Ya sólo quedaba una pequeña subida de unos 400 metros de desnivel para salir del valle del Guarga y adentrarse en el de Nocito. El calor empezó a hacer mella en los montañeros, pero este también era uno de los objetivos de la jornada, saber enfrentarse a los malos momentos en carreras de ultradistancia, que siempre aparecen, la necesidad de comer y beber con regularidad, así como la importancia de las sales, no solo el agua, para evitar la deshidratación. Pasaron por Secorún, un lugar mágico, y Abellada, el último de los despoblados antes de llegar a Nocito. La última parada fue en el Santuario de San Úrbez, donde se reagruparon.

Nocito, el final de ruta, estaba a poco más de 15 minutos y llegaron hacia las 20:30. Esperaba allí un buen avituallamiento, con su necesaria hidratación, donde recordaron los buenos momentos del día con la satisfacción de haber llegado, en mejores o peores condiciones, todos los que iniciaron el camino. Tras 12 horas y 65 kilómetros de una ruta magnífica, se despidieron de ella hasta el año que viene.